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viernes 23 de mayo de 2014

Algo parece oler a podrido en Dinamarca

Algo parece oler a podrido en Dinamarca

No es nuestra especialidad escribir sobre coyunturas específicas de la realidad, sino reflexionar sobre la misma. Hoy, no podemos evadir la tentación de analizar las causas del actual estupor colectivo provocado por los extraños bandazos que está dando la nave insignia capitaneada por Cristina Fernández

Había en una época un juego muy divertido: el del Gran Bonete, en el que ningún participante se hacía cargo de su desaparición. El gobierno está encarnando en estos días una versión posmoderna del mismo cuando se le hace la pregunta capital: “¿Yo, señor? No, señor”, y ante la insistencia del interrogador: “¿Pues entonces quién lo tiene?”, en el juego se respondía: “el Gran Bonete”, que era como “cargarle el mochuelo” a otro. Cristina y sus adlateres responden de la misma manera.

Muchos periodistas que andan incansables a la búsqueda de noticias recorriendo la calle y los ministerios con perseverancia y sacrificio plausibles, están dando cuenta de la nueva realidad del kirchnerismo: una verdadera “kermesse” donde las novedades se secretean mediante el “bouche oreille” (boca oreja) inmortalizado graciosamente por los franceses respecto de los trascendidos que se “soplan” en las profundidades inaccesibles del pabellón auditivo.

Si estamos de acuerdo con que la situación general es pésima (porque lo “palpamos” simplemente caminando por la calle viendo que la gente duerme a la intemperie tapada con cartones como nunca antes), podríamos añadir que es muy posible que algunas medidas que hasta hoy se explicaban en idioma “cristino-kirchnerista”, parezcan más extrañas que nunca y huelan a hecatombe en puerta.

No parece razonable que se pretenda gobernar festejando con grandiosidad inoportuna el 25 de Mayo al redoble de los tambores folklóricos gastando dinero “al cohete”, ni que se sigan agregando feriados al almanaque por cualquier motivo, ni que el Banco Central se haya “sentado” sobre el dólar, escatimándoselo hasta a los importadores que ya tenían compromisos firmados con el exterior.

Algo extraño está sucediendo “puertas adentro” de la Rosada.

Todo este tiempo nos ha extrañado que algunos economistas, en apariencia muy preparados, dieran su impresión sobre lo que ocurre

con las cuentas públicas remachando la misma con un “hasta para las cifras del INDEC”.

Pero nos preguntamos: ¿De qué INDEC hablan? ¿Del de Kiciloff comparado con el de Moreno, en un lugar donde perduran Edwin e Itzcovich? ¿Del de Dinamarca o Estados Unidos?

Los periodistas valientes a los que hemos aludido –que no en todos los casos son “hijos” ni entenados de Magneto-, están diciendo con sencillez algo impactante: TODOS LOS MIEMBROS DEL GOBIERNO BALBUCEAN Y SE CONTRADICEN EN PRIVADO (“off the record” según se suele decir) probando que existe un desbarajuste generalizado alrededor de quien ya ha dado pruebas suficientes que no tiene capacidad para gobernar.

Daría la impresión que ninguno de ellos tiene acceso “colectivo” al despacho de una Presidente que no convoca a reuniones de gabinete y recibe por separado a cada uno de sus funcionarios diciéndoles en cada caso lo que debe hacerse, AUNQUE NO TENGA NINGUNA RELACIÓN CON LO QUE LE DIJO A OTRO.

Así no se gobierna ni se calman expectativas en ningún país del mundo.

Tenemos la sospecha de que “algo huele a podrido en Dinamarca” como le decía Marcelo a Hamlet en la obra de Shakespeare, porque lo que comprobamos en nuestros encuentros diarios con la realidad “real”, casi, casi lo está certificando.

Hace algunos días recordábamos a la escuela de Viena, y a su discípulo dilecto Ludwig von Mises, que sostenía que eran los individuos al seleccionar sus preferencias quienes valorizaban sus apetencias personales respecto de los bienes de consumo.

Por analogía pensamos: ¿no será que muchos miembros del “equipo” de Cristina ya han seleccionado las suyas, dejando de luchar y esconderse para ocultar lo que parece presentarse como un navío que se va a pique haciendo sonar sus sirenas de salvataje?

Si no fuera así y no consiguieran ponerse de acuerdo entre todos los que “transpiran” la camiseta K, sería urgente que cambien las volutas de humo que están enviando por alguna otra señal que no parezca un aviso del hundimiento prematuro de la embarcación donde decidieron cobijarse por ideología o conveniencia. O ambas cosas a la vez.

De no ocurrir lo que señalamos, es más que probable que les explote la carga de la sentina y mande el navío a pique mucho antes del fin de 2015.