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lunes 5 de enero de 2009

Algunos nuevos perfiles bolivarianos

Son cada vez más los líderes de la región que se parecen al presidente bolivariano de Venezuela, Hugo Chávez.

En un libro formidable de reciente publicación, titulado “El Poder y el Delirio”, de Enrique Krauze, dedicado a tratar de explicar el llamado fenómeno “bolivariano” a través de la biografía de Hugo Chávez, el autor cita una frase de Teodoro Petkoff pronunciada, nos dice, en respuesta a la pregunta que -cada vez más- muchos nos hacemos: ¿Chávez es fascista?

Petkoff, que estuvo en la guerrilla, proviene de una familia de comunistas europeos y colaboró con Chávez, responde: “Chávez no es fascista, pero tiene elementos fascistoides: el culto al líder providencial; a la tradición y a la violencia; la manipulación de la historia para fines políticos, el desconocimiento de la legalidad y las formas republicanas en nombre de la voz popular, su presencia permanente y opresiva en los medios, el discurso brutal y agresivo contra el adversario, que eso sí es nazi y que proviene de Carl Schmitt, el teórico nazi para quien la ecuación fundamental de la política es amigo/enemigo. Y Chávez para los enemigos: ni pan, ni agua (ni justicia, decía en consonancia nuestro Juan Domingo Perón)”.

Parece mentira, pero buena parte de esa horrenda descripción podría corresponder a cualquiera de los “líderes bolivarianos” de la región. A Morales, Correa, Ortega, o a los propios Kirchner.

Ocurre que todos están “cortados con la misma tijera”. Tienen un común denominador político: que supone “usar” la democracia para tratar de destruirla, a través de la manipulación más burda. Y también uno moral: para estos “líderes” no hay límites de ninguna especie para nada y la verdad es simplemente lo que ellos nos dicen que es. Por ende, mentir está permitido, después de todo sin otra verdad que la propia, ¿qué es la mentira? Muy simple: o la realidad o la opinión de los demás.

Las similitudes en el andar son poderosamente llamativas. Tanto, que se confirma a cada paso aquello de que “Dios los cría”.

Si usted todavía no lo ha advertido, simplemente dedíquese a seguir lo que cada uno de esos líderes hace y dice, y se convencerá rápidamente de que ellos son simplemente lo mismo, con muy pequeñas adaptaciones que están naturalmente exigidas por el medio en el que cada uno de ellos actúa.

Caracas, lleno de “símiles” a Luis D’Elía

El más obvio de los personajes de choque que tiene -y aún cultiva activamente- el kirchnerismo (con el dinero de todos) es Luis D’Elía, un hombre deplorable, para quien el insulto no tiene fronteras y la conducta violenta es lo natural y normal. Un patotero, entonces, al servicio de cualquiera.

Caracas estaba, hasta no hace mucho, aparentemente llena de ese mismo tipo de personajes que, como se sabe, sirven esencialmente para que quienes están en el poder no se hagan responsables de tener que, de pronto, “reprimir”, vocablo que -en idioma progresista- es sinónimo de “hacer cumplir la ley”.

Los patoteros son quienes hacen cumplir los designios de la autoridad. Reemplazan a la policía, a la que los “progresistas” reducen siempre al mero rol de testigo silenciosa de cualquier tropelía. En rigor, los policías están concretamente dedicados a proteger personalmente a los personeros del régimen, custodian las puertas de sus residencias, no las calles. Protegen a los líderes, no a la gente.

El nuevo Alcalde de Caracas, que venciera ampliamente al chavismo en las recientes elecciones municipales venezolanas, Antonio Lezama, ha comenzado a descubrir y poner en evidencia la conducta de su antecesor, el chavista Juan Barreto y sus oscuras actividades, al margen de la democracia y quizás también de la ley. Encontró nada menos que 9.000 empleados (un ejército privado) que estaban contratados en el corto plazo. Pertenecían a organizaciones leales al chavismo y naturalmente no se presentaron a trabajar cuando asumieron las nuevas autoridades.

En un primer vistazo, parecían ser simplemente “ñoquis”, esto es personas que aparentan trabajar, pero no lo hacen y en rigor cobran sus sueldos para entregarlos a otros. Este fenómeno, créase o no, es bastante habitual en el progresismo.

Pero las cosas pintan, en rigor, de otro modo. Son diferentes. Ellos eran guardaespaldas de los “líderes” bolivarianos y no tenían conexión directa alguna con la municipalidad, que no obstante pagaba sus haberes.

El descubrimiento no es demasiado sorpresivo. Después de todo, cuando Barreto se hizo en su momento cargo de la alcaldía designó para la Policía local a un grupo de antiguos guerrilleros “tupamaros”. Increíble. Pero es el “pan nuestro de cada día” en los regímenes bolivarianos, de aquí y de allí, diría alguno, no sin razón. Cosas veredes, Sancho.

Llegan los cubanos a Paraguay

Mientras Morales acaba de bautizar pomposamente a su país como uno finalmente “libre del analfabetismo”, el ex obispo que hoy preside a Paraguay, Fernando Lugo, ha convocado a los cubanos que trabajaron en Bolivia para lograr ahora idéntico objetivo en su país.

En el 2009 unos 180.000 paraguayos serán, según se anuncia, “alfabetizados”. Por cubanos, con métodos cubanos. En todo el Paraguay. Como ocurriera en Bolivia y está ocurriendo en Venezuela, Ecuador y en la propia Nicaragua.

Después de la cada vez más evidente “cercanía” de Lugo con Chávez y con Fidel Castro, lo antedicho no debiera ser tampoco una sorpresa. Es más bien un hecho esperado, que iba a ocurrir, casi “de cajón”. El problema son los “contenidos”, no los métodos de enseñanza. Es la siembra, opaca pero constante, de resentimientos y odios, conocidos o inventados. Es la desnaturalización de las instituciones democráticas. Es la desfiguración de la verdad. Es el objetivo real del esfuerzo.

Lula y su cercanía con Fidel Castro

Después de visitar La Habana -dos veces en lo que va del año- y de haber, en reciprocidad, invitado a Raúl Castro a visitar Brasil y a Cuba a incorporarse al “Grupo de Río”, para muchos el juego actual de Lula consiste en aprovechar la transición política norteamericana para hábilmente provocar algunos nuevos hechos consumados y armar así su propio espacio de poder.

Uno en el que Brasil pueda aparentar un liderazgo indiscutido. Pese a que, al cerrar el reciente acuerdo con Francia, los actuales líderes brasileños manifestaran que el vínculo con el mundo galo es solo “directo” y que sorpresivamente “no incluye a la región”, con la que no vacilan, en circunstancias como ésta o las que tienen que ver con la “integración”, en ser totalmente desconsiderados. Uno en el que Brasil asuma el rol de indispensable “apaciguador” de los desatinos de Hugo Chávez y Fidel Castro. Del comunismo vernáculo, entonces.

Por esto, el asesor en asuntos internacionales de la presidencia brasileña, Marco Aurelio García, ha debido salir precipitadamente a decir públicamente que “no hay afinidad ideológica” entre Cuba y Brasil. Hay, sí, “afinidad subjetiva”. Nada menos. Tan solo hay “una serie de valores comunes” y, en cambio, algunos “otros no compartidos por ambos gobiernos”, aclarando -de paso- que, en su opinión, el dictador Fidel Castro “está entre los grandes personajes del siglo XX”.

La pasión por la propaganda

Mientras todo eso sucede en la región, en Bolivia, Evo Morales, que ha transformado a la economía de su país en un verdadero e insuperable caos, acaba de anunciar que, además de la televisión oficial y de las cadenas radiales construidas con financiamiento venezolano e iraní, su gobierno tendrá ahora un diario propio, a través del cual se difundirá “la verdad”, la propia obviamente, no la objetiva. Para combatir a los medios privados a los que acusó, por enésima vez, de “tergiversar permanentemente” lo que pasa en Bolivia.

El discurso del anuncio se hizo naturalmente en el Chapare, la zona cocalera de donde proviene el mismo Morales y donde el líder boliviano es particularmente fuerte.

El gobierno boliviano ya cuenta con su propio Canal 7 (que difunde los contenidos notoriamente izquierdistas producidos noche y día desde “Telesur”, la empresa venezolana que fuera fundada conjuntamente por Hugo Chávez, Fidel Castro, Néstor Kirchner y, créase o no, Tabaré Vázquez, a comienzos de su gestión, precisamente para producir -sin pausa- mensajes ideológicamente sesgados, esto es “chavistas” o como se decía antes, marxistas), así como con el canal cochabambino que lleva el extraño nombre de “Kausachun Coca”, el cual, según afirma muy orondo Evo Morales, tiene “presencia nacional e internacional” y además con Radio Patria Nueva y la Agencia Boliviana de Información y con una extensa red de radios que se dice son -presuntamente- “comunitarias” pero que actúan de consuno, o sea de manera acompasada y disciplinada, difundiendo lo que se les instruye específicamente desde el seno del MAS, el movimiento político de Morales.

Al comienzo de su “gestión”, Morales había utilizado el diario “Liberación”, que solamente existió por espacio de dos meses y que luego misteriosamente se evaporó, en agosto de 2007.

La noticia sugiere ahora que hará un nuevo intento. Uno más para procurar -con el dinero de todos- “captar” voluntades y explicitar “su” propia “verdad”, por definición distinta a la objetiva.

“Los de afuera son de palo”

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó la reposición en sus cargos judiciales de tres conocidos magistrados a los que Hugo Chávez había cesado intempestivamente. Simplemente porque eran independientes, lo que en el “chavismo” es inaceptable.

Esa decisión, de nivel regional, que hace justicia y respeta a las instituciones centrales de la democracia, ha sido abiertamente desacatada por Venezuela. No se cumple, simplemente. Y como no hay forma de hacerla efectiva desde la región, las risotadas de Chávez resuenan, con un largo eco.

Ocurre que para Chávez y sus compañeros de ruta, el sistema americano se usa cuando sirve a los propios propósitos y objetivos y se deja, en cambio, de lado, burdamente y como si no existiera, cuando (como en este caso) los afecta o perjudica.

Nadie protestará por esto en el Mercosur. Mucho menos, en el ámbito “bolivariano” de Unasur. Tampoco en el seno de la cada vez más irrelevante OEA.

Habrá una vez más, un extendido silencio cómplice. De esto no se habla. Como de tantas otras cosas, en una región en la que la defensa de la democracia ha dejado de ser un objetivo regional común, con un Insluza que, pensando en los votos que necesita para ser electo como Presidente de Chile, en estas cosas (salvo en el caso totalmente descarado del fraude electoral de Daniel Ortega en los recientes comicios de Nicaragua) “miró siempre para otro lado”. Sistemáticamente. Sin costo político alguno, es lo llamativo. ¿Será que no se entiende qué es lo que significa vivir en democracia? ¿O que no importa?

Así nos va. Por ahora, al menos. Pero se percibe el comienzo de algunos “vientos de cambio”. Mucha gente se ha cansado de la impostura y desde las urnas comenzará presumiblemente a soplar una brisa distinta, una que habrá de llegar con olor real a democracia esta vez. Ojalá se así. © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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