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jueves 14 de julio de 2005

Andrés Cisneros y Jorge Castro: el terrorismo internacional y el desafío mundial por la seguridad

Los atentados en Londres volvieron a demostrar que el terrorismo no ha sido controlado y que continúa trabajando activamente. Andrés Cisneros, ex secretario de Relaciones Internacionales, y Jorge Castro, experto en el tema, debaten en esta nota acerca de uno de los problemas más graves de este siglo.

– ¿El terrorismo está fuera de control?

– Jorge Castro (JC): Se trata de una contiende de carácter global. Al-Qaeda está presente en 64 países sobre 194 representados en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Es, en un sentido estricto, la primera guerra global de la historia de la guerra. La segunda característica de este fenómeno de nuevo tipo surgido o explicitado el 11 de setiembre de 2001, es que es una contienda donde hay tres protagonistas, no dos. Está, por un lado, Al-Qaeda como red de organizaciones de raíz fundamentalista islámica volcadas al terrorismo. Luego están los países de Occidente, encabezados por los Estados Unidos, que enfrentan al terrorismo y son objeto de los ataque. El tercer contendiente es la opinión pública. El objetivo político de los ataques terroristas, por ejemplo los que han tenido lugar en Londres, va más allá de causar bajas entre la población civil. Están fundamentalmente destinados a impactar en la opinión pública para paralizarla, hacerla retroceder y lograr que le quite respaldo a sus gobiernos y esto lleve, en definitiva, a que los gobiernos adopten una actitud pasiva y crecientemente marginal en la lucha contra el terrorismo de alcance global.

– Andrés Cisneros (AC): Yo lo veo igual. Pero, también, la otra cosa que buscan es el efecto contrario. Esto es: ningún movimiento terrorista jamás se ha propuesto la victoria militar. Lo que se proponen es una reacción inversa del Estado agredido, también inhumana y también violatoria de los derechos humanos. El objetivo del terrorismo es conseguir que el Estado agredido se convierta en un Estado terrorista agresor, violador de los Derechos Humanos. Y ahí está el triunfo del terrorismo. De manera que pueden obtener la pasividad o pueden obtener una reacción histérica que coloca la lucha en los términos en que ellos quieren.

– La lucha contra el terrorismo es muy complicada. Por un lado, porque el terrorismo obliga a los países a violar Derechos Humanos, por ejemplo a través de la invasión de territorios o de la aplicación de torturas o secuestros para conseguir información acerca de dónde se van a colocar nuevas bombas. Pero hay otro tema que tampoco es menor, y es la restricción de los derechos civiles que empiezan a imponer los países de Occidente a sus ciudadanos. ¿Cómo se logra, en una sociedad abierta, frenar el terrorismo sin violar los derechos individuales?

– AC: Si por frenar al terrorismo uno se refiere a frenar los ataques, hay que tener en cuenta que los ataques del terrorismo no son más que los síntomas de una acción que reside lejos de Occidente. Para que existan terroristas lo que hace falta son sociedades que los toleren, los cobijen y les den refugio. Si no tiene esto, no subsisten. Las sociedades islámicas, en su enormísima mayoría, son pacíficas y convivientes, tanto como nosotros y quizás más también. Sólo que tienen grupos de fanáticos, como también tuvimos y podemos seguir teniendo nosotros, que se desbordan y hacen su propio juego. El problema consiste en que la gente moderada, conviviente, de Occidente, llegue a un entendimiento con sus pares del Islam y de otras sociedades para que cada sociedad aísle a sus propios fanáticos. Porque fuera de Occidente, ellos sufren agravios enormes y piensan que somos nosotros los que estamos agrediéndolos permanentemente. De manera que mientras no exista una alianza de la gente sensata de las dos sociedades, o más bien de todas, que quiere cooperar, es muy difícil combatir al terrorismo porque éste se refugia y se mimetiza con los ciudadanos de las propias sociedades.

– Esto siempre y cuando uno encuentre gobiernos que estén dispuestos a dialogar con los gobiernos de Occidente. ¿Qué pasa cuando esto no es así? Porque se ha dicho que Estados Unidos invadió Irak para apropiarse de su petróleo, cuando también podría pensarse que lo hizo para poder dejar sin financiamiento a los grupos terroristas que operan desde allí.

– JC: Creo que la intervención en Irak respondió a motivos estratégicos y geopolíticos no directamente vinculados con el control del petróleo iraquí. No están ahí las principales fuentes de petróleo de Medio Oriente, sino en otra parte, sobre todo en los países del Golfo. Pero Irak se ha convertido en un espacio en donde está en juego la contienda en un sentido global. Porque, precisamente, en Irak se está viendo si es posible que Al-Qaeda pueda ser aislado por la propia comunidad islámica y por el propio mundo árabe.

– Si al frente de un país está un Sadam Hussein que cobija a terroristas, ¿es posible desde Occidente dialogar con un personaje de ese estilo para poder llegar a un entendimiento o se entra en un conflicto sin solución?

– JC: Bueno, la cuestión es lo que sucede ahora en Irak, donde hay una convergencia de fuerzas. Por un lado, una guerrilla sistemáticamente organizada, integrada por unos 5.000 cuadros provenientes del antiguo ejército iraquí, sobre todo de la Guardia Republicana. Por el otro, unos 700 a 1.000 cuadros de Al- Qaeda que han venido desde distintas partes de Medio Oriente, sobre todo del mundo árabe, que están realizando una campaña terrorista a través de ataques suicidas dirigidos no tanto sobre las tropas norteamericanas sino, fundamentalmente, la población civil iraquí, sobre todo sobre la mayoría chiíta, con el objetivo de desencadenar una guerra civil. Hay que tomar en cuenta que ha surgido en Irak un gobierno a través un proceso electoral que tuvo un altísimo nivel de participación. Por lo menos 14 millones de iraquíes votaron en esas elecciones, desafiando la campaña de sabotaje y de terror llevada a cabo por Al- Qaeda. Es, en definitiva, hoy en Irak donde está en juego el equilibrio de fuerzas y el sentido del conjunto de la lucha que se desarrolla en el mundo entero a partir del 11 de septiembre de 2001.

– El martes 12 de julio se publicó en los diarios La Nación y Ámbito Financiero la traducción de un durísimo artículo de Mary Anastasia O’Grady, una columnista de The Wall Street Journal, que sostiene que no se puede contar con la Argentina para combatir el terrorismo mundial. Ella dice que nuestra Corte Suprema de Justicia protege a quienes cometen actos de terrorismo porque dice que los mismos no se pueden considerar actos de violación de los Derechos Humanos y, por lo tanto, no son extraditables. En consecuencia, O’Grady sostiene que nuestro país se puede convertir en un lugar que sea el paraíso de los terroristas.

– JC: El hecho de que este artículo ha sido publicado en el diario económico de mayor circulación de los Estados Unidos y uno de los dos diarios de mayor influencia en el sistema financiero internacional –el otro es el Financial Times de Londres– claramente muestra el impacto que esto tiene ante los centros de poder mundial. La cuestión es la consideración sobre si son terrorismo exclusivamente aquellos hechos que están vinculados con violaciones a los Derechos Humanos ocurridas durante el régimen militar o, por el contrario, se considera terrorismo también la acción de las organizaciones de ese signo que realizaron una campaña de envergadura en la década del 70, en la Argentina y en otras partes de América Latina. La Argentina, a través de la Corte Suprema, ha tomado una posición negativa, en el sentido de no considerar terroristas a este segundo sector.

– AC: Nosotros, y quizás la mayor parte de los televidentes, vivimos 50 años de la segunda mitad del siglo XX en un régimen de terror, que era el del régimen nuclear. Había dos personas en el mundo entero que si apretaban un botón podían hacernos desaparecer de la faz de la Tierra. Y estuvimos 50 años viviendo así, nos acostumbramos. Ahora, el terror cobra otra dimensión. Hubo 10 años entre que cayó la Unión Soviética y el 11 de septiembre de 2001, durante los cuales el paradigma dejó de ser la seguridad y pasó a ser la integración, el desarrollo económico y la democracia. Que fueron los 10 años durante los cuales la Argentina y otros países crecieron de manera espectacular. Con el 11 de septiembre, otra vez vuelve a ser prioridad en el mundo entero el tema de la seguridad. Y los países, en este mundo globalizado, crecen o no crecen de acuerdo a si adoptan o rechazan los paradigmas principales de la época en que viven. En este momento, el paradigma principal es la seguridad internacional. Por eso es que Mary Anastasia O’Grady juzga a los países, entre ellos la Argentina, de acuerdo a la confiabilidad respecto del paradigma más importante que tiene Occidente ahora, que es la seguridad. De acuerdo a cómo nos comportemos, estaremos en la corriente central de los países que avanzan o tendremos un destino de marginación. © www.economiaparatodos.com.ar




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