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jueves 24 de junio de 2004

Argentina es un infierno

Nadie quiere hacerse cargo de poner orden en el país. Los piqueteros comienzan a dividirse cada vez más entre quienes apoyan al gobierno y, por el otro lado, quienes lo presionan. Mientras, Kirchner se pelea con Duhalde. Por si esto fuera poco, la inseguridad sigue creciendo a pasos agigantados.

La sensación que uno tiene sobre el tema piqueteros y el enfrentamiento Kirchner-Duhalde es que la cosa va a terminar mal y que, más tarde o más temprano, asistiremos a un enfrentamiento violento entre los distintos grupos piqueteros.

Personalmente le escuché decir a Castells en un reportaje, que los cambios se producen por medios violentos y que no cree en la democracia. Después trató de arreglarla un poco y habló de que él cree en otro tipo de democracia que, intuyo, debe ser una parodia de democracia como la que hay en Cuba.

Por su lado, D’Elía insiste con que, si es necesario, su tropa va a defender al gobierno en la calle, mientras el gobierno manda a la reunión de los piqueteros blandos en Parque Norte a dos ministros y al secretario de la presidencia a apoyar a D’Elía. Es decir, apoya la actitud violenta pero de los piqueteros que se alinearon con el gobierno.

Al mismo tiempo, Duhalde empieza a ser atacado, cada vez con mayor intensidad, por el gobierno. Del otro lado, les responden con, por ahora, calibre liviano.

El objetivo de Kirchner es tomar el control político de la provincia de Buenos Aires. Para ello cuenta con el manejo de la caja, lo que le permite recorrer la provincia repartiendo plata en los municipios. La caja que antes manejaba Duhalde, ahora la maneja Kirchner.

Si ya es a todas luces evidente que Kirchner quiere decapitar políticamente a Duhalde, me pregunto por qué Duhalde se va a entregar tan pacíficamente. Duhalde puede estar pensando: “¿Vos querés tirarme del avión en pleno vuelo y sin paracaídas? Bueno, entonces yo me abrazo de tu cogote y nos caemos juntos”. De ser este el caso, entraríamos en otra crisis de gobernabilidad.

Pero volviendo al tema piquetero, tengo toda la sensación de que el enfrentamiento entre los grupos antagónicos es casi una certeza. ¿Por qué? Porque Castells va a seguir corriendo por izquierda al gobierno y va a ir incrementando el calibre de sus actos delictivos. Si cortan rutas, puentes y toman edificios públicos y privados, ¿por qué los piqueteros duros no pueden, en algún momento, intentar tomar la Casa Rosada o el Congreso? Si Castells intentara tomar la Casa Rosada, ¿quién la va a defender? ¿La policía que es atacada por el gobierno y que va a ser castigada si, en el medio de la represión, un piquetero obtiene una raspadura? ¿Los granaderos que son “represores”? ¿O D’Elía que tiene su fuerza de choque bendecida por el gobierno? Por otro lado, ¿acaso Castells no está tirando cada vez más de la soga para hacer reaccionar al gobierno? ¿No le está mojando la oreja permanentemente para que salga a pelear?

Frente a la delincuencia piquetera, el problema es que en Argentina nadie quiere usar la fuerza pública para poner orden porque todos tienen miedo de que después un juez los meta presos. Basta con recordar cómo terminaron De la Rúa y su jefe de policía por querer restablecer el orden, como para advertir que nadie se anima a dar instrucciones por escrito. ¿Qué alternativa hay? Que los “piqueblandos” asuman el rol de poner el “orden”, cual milicias populares, ante un desborde de los “piqueduros”. Total, ningún juez va a poner preso a D’Elía porque sería judicializar la protesta social.

Una vez que se arme el gran zafarrancho, entonces, uno no debería descartar la posibilidad de que se declare el estado de sitio y que las libertades civiles queden fuertemente limitadas. Inclusive, podría llegar a restringirse seriamente la libertad de expresión, considerando que al gobierno le molestan sobremanera las críticas de los que piensan distinto.

Todos tenemos una sensación amarga en la boca frente a este desborde de violencia porque sabemos que el gobierno está fumando en la destilería. El incendio puede estallar en cualquier momento, mientras nadie quiere hacerse cargo de reestablecer el orden público en el país.

Entre las internas políticas, la violencia piquetera y la inseguridad, los argentinos estamos viviendo un verdadero infierno, por más que la soja logre disimular en algo el descalabro que es la Argentina, dada la incertidumbre política y económica que vivimos.

Como última reflexión, sería bueno recordarle a la dirigencia política en general y al gobierno en particular, que tener la pampa húmeda, el petróleo y los cuatro climas, no significa que seamos ricos. Para que todos esos recursos naturales se transformen en riqueza hacen falta inversiones que extraigan y procesen esos recursos naturales. Pero, es importante destacar, que los capitales no suelen ir a países que, como la Argentina, están sentados arriba de un polvorín que en cualquier momento puede estallar. Prefieren esperar a ver que queda de país después del estallido y recién entonces tomar alguna decisión de inversión. © www.economiaparatodos.com.ar




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