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jueves 26 de agosto de 2004

Asia crece con vigor sostenido

Además de las locomotoras de China e India, el resto de la región asiática también crece a pasos agigantados. En esta nota, un panorama acerca de la situación en Japón y Singapur.

Las buenas noticias que llegan desde Asia sugieren que la región toda está creciendo con un dinamismo notable. A las realidades positivas de las grandes locomotoras china e india, se agregan ciertamente otras.

Hoy nos referiremos, brevemente, a los casos particulares de Japón y Singapur.

Japón, todavía la segunda economía del mundo, parece haber superado ya una larga década de estancamiento y está volviendo, lentamente, a crecer.

El último trimestre, su crecimiento, anualizado y ajustado por inflación, alcanzó el 4,2%, un guarismo a todas luces importante. De alguna manera, sin embargo, esa saludable tasa muestra ahora una tendencia a la desaceleración. Porque el último trimestre del año pasado había generado una tasa realmente espectacular, del 7,3%. Y el primero de este año, una del 6,1%. Pero el crecimiento, en rigor, no se ha interrumpido.

El gran nubarrón, en una economía que debe importar todo su petróleo, pareciera ser lo que está ocurriendo con los precios internacionales del crudo, que no cesan de aumentar.

Pero hay otra amenaza. La tendencia a la suba de las tasas de interés, que –de afirmarse, como cabe esperar– seguramente tendrá efectos adversos, tanto sobre el consumo como sobre la inversión.

Ambas cosas amenazan con desacelerar lo que, de otro modo, será la materialización de una salida dinámica del estancamiento que adormeciera –en la deflación– a la economía nipona por tanto tiempo.

Pero es cierto que el aumento del consumo interno se ha sumado ahora a la fuerza reactivadora de las exportaciones como motor del crecimiento. Lo que es nuevo.

Todavía queda, sin embargo, por resolver la delicada situación de algunas de las entidades del sistema financiero, las que, no obstante, parecen estar mejorando lentamente a medida que las empresas deudoras recuperan sus niveles de ventas tradicionales y, con ello, su capacidad de repago.

Singapur, por su parte, sigue alargando en el tiempo su prodigioso milagro social, lleno de talento, disciplina, esfuerzo, y trabajo. Su economía crece firmemente, a un ritmo del 12,5% anual. La producción, a su vez, crece al 20,6% anual. Todo un par de récords.

En demostración de continuidad, el nuevo premier, Lee Hsien Loong (el hijo del padre del “milagro” de Singapur, Lee Kuan Yew) designó a su propio predecesor en su nuevo gabinete. Me refiero al simpático Goh Chok Tong. Él estará ahora a cargo de la Autoridad Monetaria de Singapur. Esto es, de su banco central. Una obvia señal de continuidad.

Para lucir predecible, hay que serlo. No hay otro camino. La simulación de estabilidad tiene patas cortas y engaña a pocos. Como nosotros lo sabemos bien, desgraciadamente.

Singapur debe ahora tratar de mejorar su productividad. Porque, de lo contrario, no podrá seguir enfrentando, con el éxito de siempre, a la creciente competencia que les llega desde una China que –a su vez– aumenta constantemente su productividad y su diversificación y compite cada vez más en renglones de alta tecnología, como los que conforman la columna vertebral de la estructura productiva de Singapur. Hace una década, la pequeña Singapur recibía la misma cantidad de inversión externa que China. Hoy, siete veces menos. Todo un tema.

Además, Malasia, su país vecino, está lanzada hacia la modernización y su capital, Kuala Lampur, no está ya tan atrás de Singapur, llena de opciones y proyectos.

Del acierto de la conducción de Lee Hsien Long (al que llaman el “Dragón Ilustre” porque nació, dicen, en el día más afortunado del año), que recién comienza, dependerá ahora que Singapur mantenga incólume su liderazgo en sus áreas de especialización en el universo de la tecnología y en los servicios y no detenga su espectacular ritmo de modernización y crecimiento.

Mientras tanto, China parece estar logrando un notable “aterrizaje blando”, desacelerando gradualmente su economía, la que hasta no hace mucho lucía seriamente “sobrecalentada”.

Su producción industrial sigue creciendo, aunque ahora a un ritmo que evidencia la desaceleración (de un crecimiento del 23% anual, está ya en uno del 15,5%), con un fuerte vuelco del crecimiento hacia aquellos sectores (como el energético) en los que hay evidentes “cuellos de botella”. Además, con un visible estancamiento en aquellos otros sectores que –a través de sus requerimientos financieros– estimulaban más directamente la inflación. Como el automotriz, por ejemplo.

Sin embargo, la tasa de inflación china ya está en el 5% anual. Pese a ello, y sin perjuicio de los anticipos que fueran realizados por la autoridad monetaria, ya no se habla en China de una suba inminente de las tasas de interés. Porque las restricciones cuantitativas y cualitativas al crédito ya en ejecución parecen haber funcionado. De allí que las autoridades monetarias supongan que, hasta ahora al menos, han acertado con su “sintonía fina” del mercado de crédito. Y así pareciera efectivamente ser. © www.economiaparatodos.com.ar



Emilio Cárdenas es ex Representante Permanente de la Argentina ante las Naciones Unidas.




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