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viernes 22 de noviembre de 2013

Axel Kicillof, el nuevo favorito de Cristina Fernández de Kirchner

Axel Kicillof, el nuevo favorito de Cristina Fernández de Kirchner

Axel es es el hijo que a Cristina le hubiera gustado tener: universitario, gritón, ambicioso, soberbio, inteligente, áspero…Proveniente de la izquierda dura, es poco –o nada- proclive a la negociación, a la búsqueda de consensos

La vuelta al trabajo de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kichner, ha servido para designar a sus favoritos en el Gobierno: Axel Kicillof en Economía y el ex gobernador de Chaco, Jorge «Coqui» Capitanich al frente de la Jefatura de Gabinete. También, de forma implícita, para delegar parcialmente algunas tareas cotidianas que la tenían, casi de forma permanente, frente a las cámara de televisión, colgada en el teléfono o con citas y decisiones que adoptaba en la residencia privada de Olivos o la Casa Rosada.

En este nuevo ciclo de su Administración, Fernández –le quedan dos años para terminar la legislatura- ha coronado zar de la economía argentina a Kicillof, un economista con profunda vocación estatizadora, de sobra conocido en España por el «affaire» Ypf Repsol.

Desde que Roberto Lavagna, artífice del privilegiado canje de deuda tras el crack del 2001, saliera del Ministerio, ningún sucesor suyo ha ocupado el cargo con plenas facultades. El último, Hernán Lorenzino, tenía las manos atadas por la Presidenta y sus intervenciones estaban condicionadas por algunos miembros del denominado «equipo económico» que formaban el inefableGuillermo Moreno (el de los guantes del bóxeo y el control de precios) en la Secretaria de Comercio Interior, la reciente cesada Mercedes Marcó del Pont en el Banco Central, el propio Axel Kicillof y el todavía titular de la Afip (Administración Federal de Ingresos Públicos) Ricardo Echegaray.

Deuda, inversión y superávit

Kicillof, por personalidad y vínculo con la Presidenta, parece tener el camino despejado de injerencias para actuar según su criterio. De entrada, tendrá lejos al incordio de Guillermo Moreno, que cesará a partir del 2 de diciembre en su puesto para incorporarse como agregado comercial en la Embajada de Italia (es un entusiasta de Silvio Berlusconi). Dicho en palabras de un hombre que tuvo el dudoso placer de visitarle en su despacho, «le han dado la patada hacía arriba» cerca del Vaticano y lejos de los tribunales argentinos. Bautizado en una biografía como «El buen salvaje» Moreno se ocupaba, entre otras cosas, de maquillar la inflación (en torno al 25 por ciento), obstaculizar las importaciones, controlar los precios y perseguir a las casas de cambio para que el dólar paralelo no se fuera por las nubes donde, finalmente, está (ayer rozaba los 10 pesos). De estos asuntos, de la deuda, de la ausencia de inversiones y del superávit tendrá que ocuparse Kicillof un hombre que, ni dentro ni fuera de Argentina, genera confianza en términos económicos.

La carrera del chico de ojos azules y patillas de palmero, en rigor, no está repleta de éxitos que justifiquen su entronización en el Ministerio de Economía. Su paso como subgerente por Aerolíneas Argentinas dejó tras de sí una huella, ocupada con plenos poderes por su colega Mariano Carralde, que le cuesta al Estado en torno a dos millones de dólares por día. Eso, sin contar con el fallo previsible contra Argentina, en el juicio pendiente en el Ciadi (Centro de Arreglos Diferencias relativos a Inversiones) que depende del Banco Mundial, donde el grupo Marsans reclama el justo precio de aquella expropiación por la que recibió un peso, equivalente a poco más de una undécima parte de un euro.

La trayectoria de Kicillof tiene su origen en la Universidad, donde fundó el grupo TNT (Tontos pero No Tanto). De allí, tras escalas menores, terminó arrimándose a La Cámpora, la organización juvenil fundada por Máximo Kirchner que, con su madre en la Presidencia, ha adquirido mayor poder y puestos. «Axel es es el hijo que a Cristina le hubiera gustado tener: universitario, gritón, ambicioso, soberbio, inteligente, áspero…Proveniente de la izquierda dura, es poco –o nada- proclive a la negociación, a la búsqueda de consensos», resume Laura Di Marco, autora del libro La Cámpora.

De formación neokeynesiana y marxista, con 42 años, el flamante ministro es docente universitario y será el garante de conservar lo que el Gobierno llama «modelo». Con este desafío, la designación de la nueva promesa del kirchnerismo tuvo su primer efecto en la bolsa: Bajó 6,6 puntos.

Fuente: www.abc.es