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viernes 9 de mayo de 2014

Capitalismo vs solidaridad

Capitalismo vs solidaridad

Conforme vengo notando en los últimos debates en los que he participado en los diversos y numerosos grupos en los que me encuentro, existe como un reverdecimiento de las teorías marxistas, incluso -y lo que más me sorprende- crecidamente entre «profesionales» y no tanto entre los estudiantes

Lo más preocupante es, además de la pobreza argumental, el pésimo nivel que esos profesionales poseen a la hora de pretender objetar al capitalismo.

Hace poco, un abogado, bastante sarcástico e irascible por cierto, me dijo con total seriedad que el capitalismo es insolidario. Pero más ridículo que esta falsa objeción refutada ad nauseam por no sólo los intelectuales más brillantes sino también por los menos, fue el ejemplo que eligió. Textualmente dijo que el capitalismo *prohíbe regalar zapatos*.

Hace tiempo que vengo leyendo y escuchando criticas grotescas al capitalismo, pero confieso que la de ese sujeto me pareció batir todos los records de idiotez calificada, y digo *calificada* porque quien pronunció semejante disparate es un profesional (abogado) y no un estudiante, y menos aun un completo inculto.

Por supuesto que sabemos que el capitalismo no *prohíbe* la solidaridad, lo que por otra parte, sería imposible, dado que el capitalismo no es un sistema de gobierno y, que como tal, no posee fuerza legal como para *prohibirle* nada a nadie. Desde el punto de vista filosófico y económico, el capitalismo no es *insolidario* y menos aun *anti-solidario*.

Ludwig von Mises, dijo de él que era un sistema de producción en masa para las masas. De donde se deriva que su finalidad no es prohibir (que por lo demás, no puede, ni podría hacerlo) sino permitir esa producción en masa para las masas.

Pero no hace falta llegar a las masas para ser un capitalista. Por ejemplo, el sencillo taxista de barrio, que luego de ahorrar con mucho sacrificio lo suficiente, finalmente puede comprarse un automóvil con el objeto de trabajarlo como taxi, es un capitalista, un típico capitalista, que encuadra a la perfección en la definición de tal. Ya que el taxímetro es -en su caso- un *bien de capital*. Todo aquel que posea un bien de capital es un capitalista. No hace falta ser ni millonario ni multimillonario para ser capitalista. Es más, muchos ricos no son ni fueron capitalistas. El ejemplo más práctico de esto último está representado por los ex gobernantes, actuales gobernantes y futuros gobernantes, quienes -en su mayoría- salen de los gobiernos al finalizar su mandato portando fortunas formidables. Estos últimos -pese a sus riquezas- nada tienen que ver con el capitalismo, ya que pasan por la función pública sin producir absolutamente nada de nada. Al contrario, la mayoría de las veces, dejando estelas de pobreza por los países que han tenido la desgracias de padecer sus gobiernos.

 El capitalismo es un sistema en el cual los bienes de producción son propiedad de particulares. Y la finalidad de todo bien de capital es la de producir un bien de consumo. Volviendo a nuestro amigo taxista, cumple las condiciones para ser llamado capitalista. Veamos:

1.   Trabajó.

2.   Ahorró lo ganado mediante su trabajo.

3.   Lo invirtió en adquirir propiedad privada (comprarse un taxi, es decir, su bien de capital)

4.   Usa su bien de capital y de su propiedad privada (taxi) en producir bienes de consumo.

5.   ¿Qué bienes de consumo produce el taxi del taxista? Simple : cada vez que un pasajero sube a su taxi está consumiendo un viaje (o muchos) que, desde el punto de vista del pasajero, es su bien de consumo. En este caso, el bien de consumo adquirido por el pasajero es el de transporte.

Es increíble que esos marxistas de las letras con títulos universitarios, y que -para peor- pretenden que se los hagan llamar letrados, no puedan entender que para poder regalar *un par de zapatos*, viajes en taxi, panes o de lo que se desee regalar, previamente tiene que existir un zapatero, un taxista o un panadero que los produzca. Zapatero que, como en el caso del taxista anteriormente mencionado, también será un capitalista, de momento que para la producción de zapatos requerirá como mínimo un taller (alquilado o propio) y herramientas (martillos, clavos, cueros gamuzas, pegamentos, mesas, mostradores, banquetas, muebles, etc. Es decir, materia prima) o sea lo que en economía se resume con la palabra herramientas que serán sus bienes de capital con los podrá confeccionar sus zapatos. Calzado que no es para él propio zapatero, sino para sus clientes, el que -una vez adquirido- podrán usarlo ellos mismos, o regalarlo a quienes les plazca. ¿De dónde sacó el energúmeno marxista del caso, que el capitalismo «prohíbe» la solidaridad? Sólo de su deformada mente marxista pudo obtenerlo.

Comentando el Santo Evangelio según San Mateo, dice el Dr. Mansueti:

Luego de la parábola de los talentos, que es sobre buenas y malas inversiones, viene la parte sobre solidaridad e insolidaridad, donde los versos 35 y 36 dicen: tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Las implicaciones son claras: la solidaridad ha de seguir a la productividad. Sin producción no hay riqueza, ¿de dónde va a salir el dinero para solidaridad?

Por otra parte, la caridad no es la única forma de ser solidarios. Un capitalista que invierte produce muchos bienes y servicios para el mercado, y crea muchos empleos. ¿No es solidario? Después de todo, los fabricantes de ropa y calzado, ¿no visten y calzan a los desnudos? Y los productores y vendedores de alimentos ¿no dan de comer a los hambrientos? Las cadenas hoteleras, ¿no dan alojamiento a los viajeros?[1]

Es decir: lo que permite la solidaridad es precisamente el capitalismo. De donde se deriva que sin capitalismo la solidaridad (ya se particular o masiva) sería imposible.



[1] Alberto Mansueti. Las leyes malas (y el camino de salida). Guatemala, octubre de 2009, pág. 121

Fuente: www.accionhumana.com