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jueves 21 de abril de 2005

China, despreciando la libertad, censura Internet

El intento del gobierno argentino de controlar las comunicaciones y mensajes de los ciudadanos se ha convertido en realidad en otras partes del mundo, donde los políticos de turno controlan los sitios y la información a los que los habitantes pueden tener acceso.

Mientras estaba en el exterior fui –de pronto– sorprendido por una noticia realmente gravísima que sugería que las autoridades argentinas habían decidido censurar –entre otras muchas– a las comunicaciones de todos sus habitantes por Internet. Sí, aquellas que nuestros jueces acaban de declarar protegidas por el “derecho a la intimidad” que presuntamente tenemos.

Al escucharla, no pude salir fácilmente de mi asombro. Aunque la “veta” totalitaria de algunos es bien notoria. Hasta que leí que, los mismos que habían prohijado y estructurado la norma, habían decidido luego hacer marcha atrás, después de leer las encuestas de opinión, seguramente, que para algunos presumiblemente valen más que la libertad misma. Me volvió entonces el alma al cuerpo, aunque no puedo dejar de pensar –por la magnitud de lo sucedido, que no puede ni minimizarse, ni olvidarse– que ahora lo intentarán hacer igual, de alguna otra subrepticia manera.

Censurando a Internet

Por esto me parece oportuno hacer saber a nuestros lectores que, en China, país obviamente poderoso pero no democrático que –por ello–no respeta ni los derechos humanos, ni las libertades civiles de sus ciudadanos, la censura es una realidad cotidiana.

El gobierno de China –temeroso de que las ideas democráticas lleguen a su tierra por Internet, on-line entonces– atento a que no cree ni en la libertad de prensa, ni tampoco en la libertad de opinión, censura diariamente –y de modo sistemático– este tipo de comunicaciones.

Para esto bloquea permanentemente aquellos sitios que contienen o publican información relativa a temas “sensibles”, tales como la independencia de Taiwán, o las comunicaciones del grupo Falun Gong, al que persigue y teme visiblemente, o lo que sucediera en 1989 en la plaza de Tiananmen, o lo que opina el Dalai Lama o toda crítica que en el momento aparezca “molesta”.

No sólo eso, también bloquea algunas palabras en los buscadores, como “libertad”, y exige a los cybercafés que mantengan siempre constancias escritas de cuáles son las páginas de la red que todos sus respectivos clientes consultan.

Tecnología de punta

En rigor, opera el sistema tecnológicamente más sofisticado de censura y espionaje de comunicaciones que existe en el mundo de hoy. Pese a que unos 100 millones de chinos utilizan la red, la mitad de los cuales lo hace por conductos de alta velocidad y banda ancha.

Digo esto, no sin cierto temor de que algunos esmerados alumnos argentinos aparezcan rápidamente por allí, como fruto quizás de algún acuerdo bilateral de “asesoramiento” o “intercambio de tecnología”, en busca de un “modelo”.

Es obvio entonces que –contra lo que cree la mayoría de la gente– las comunicaciones por Internet no son ciertamente “seguras”.

Para censurarlas o infiltrarlas se utilizan los llamados “filtros” o “bloqueadores” que, conforme sugiere la experiencia china, se colocan y ponen a operar en las redes troncales que manejan el tráfico. Se trata sustancialmente de la misma tecnología que hoy se utiliza en Occidente para filtrar o bloquear los llamados “gusanos” y “virus”. Porque ella es efectivamente capaz de distinguir e identificar “contenidos”.

Ya ha habido acusaciones abiertas dirigidas hacia Cisco y Google, en el sentido de que ambas habrían suministrado los equipos y técnicas que utiliza el gobierno chino para censurar a sus ciudadanos.

Ambas empresas, cabe apuntar, han negado expresamente que esto sea efectivamente así.

Una organización al servicio de la censura

Aparentemente, hay en la actualidad once diferentes “reparticiones” gubernamentales chinas que están encargadas de poner en operación a esta antidemocrática “tarea”, con unos 30.000 funcionarios y empleados en sus plantillas de personal.

Como cabía esperar, la censura apunta principalmente hacia aquellos sitios que operan con escritura con caracteres chinos y es bastante menos intensa en aquellos otros que contienen, en cambio, mensajes o información que se pone a disposición del público en idiomas extranjeros, incluyendo el inglés, lo que sugiere en consecuencia que los “tapones” chinos, pese a todo, tienen también sus filtraciones. ¡Aleluya! © www.economiaparatodos.com.ar



Emilio Cárdenas es ex Representante Permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas.




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