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jueves 17 de mayo de 2007

¿Cómo nos comunicamos con nuestros hijos?

Es imprescindible generar espacios y momentos de verdadero diálogo entre padres e hijos para lograr que la palabra vuelva a ser un elemento de confianza.

Solemos escuchar: “una buena comunicación es la base para sostener una relación” ¿Cómo y desde cuándo lo hacemos con nuestros hijos? ¿Se puede recuperar el tiempo perdido?

La comunicación con nuestros hijos está presente desde el mismo momento del nacimiento. Es ese momento único en que a las mamás nos ponen sobre el pecho a nuestro bebé, y aparece el registro de esa primera mirada de la madre, que antecede a las palabras.

A partir de ese momento, es comunicación la descodificación que la mamá hará del llanto del bebé: ella conocerá si es llanto de hambre, de sueño o de mimos, por dar algunos ejemplos.

Luego de las miradas aparecen las primeras palabras, una de las primeras en entender y decir es “no”. Este “no” cuida, es límite, es importante para crecer y le permite ir teniendo sus primeras experiencias de autonomía.

En los primeros años de la infancia generalmente nuestros hijos nos cuentan su cotidianeidad, requieren que les prestemos atención a ella y que no la minimicemos. Debemos dedicarles tiempo a esto, a veces la vorágine diaria nos lleva a ir escuchando mientras realizamos otras tareas y esto desmerece una buena comunicación.

A nuestros hijos también les interesa que les contemos nuestras actividades diarias, siempre adaptadas a lo que pueden entender según la edad que transiten y a sus posibilidades emocionales. Es muy importante transmitirles nuestros sentimientos en palabras, cuando una situación nos pone tristes, o muy contentos, o nos enoja; esto servirá como modelo, como base para que aprendan a poder luego ponerles palabras a sus propias sensaciones.

Generar espacios de encuentro para dialogar es esencial, a veces se dicen muchas palabras ya que nuestra época se caracteriza por la incontinencia verbal, se abusa de superlativos (“re”, “súper”), se nos estimula a emitir opiniones sobre lo que se ha tenido poco tiempo de reflexionar y nos cuesta admitir que no sabemos de algún tema consultado.

Entonces… ¿Qué es diálogo? Diálogo es lo que transcurre entre dos personas, es algo que se discute, una confrontación de ideas. También son silencios, esos espacios que dan tiempo al otro para pensar y para entender lo que se dice.

Creo que los padres tenemos que entender este sentido del diálogo, y evitar confundirlo con monólogo, con interrogatorio o con sermones. Si la infancia estuvo vacía de diálogo, de encuentro con uno mismo y con los otros, pero llena de ruidos y de múltiples actividades, nos encontraremos en la adolescencia con ese vacío que deberá ser llenado de otras actividades, más riesgosas, de sacudones externos más fuertes y peligrosos.

El autor Carlos Gorostiza nos formula en este párrafo el sentir de nuestros adolescentes: “Los jóvenes están cansados de oír palabras huecas, repetidas, huidizas y muchas veces con doble sentido o hipócritas. Entonces renuncian al lenguaje hablado y privilegian el movimiento de sus cuerpos y de las imágenes. Para que el lenguaje hablado vuelva a ser utilizado, la palabra tendría que recuperar su valor ético, casi de documento, que solía tener…”.

Padres: debemos recuperar la palabra como elemento de confianza. “Lo arreglé de palabra”, solíamos decir, ¿no?

Si nuestra paternidad está armada desde un lugar de confianza, lograremos apertura del otro, generaremos libertad, sin descuidar nuestro rol de padres, de adultos, del que jamás tendremos que corrernos y para el que tendremos que continuar formándonos y aprendiendo el resto de nuestras vidas. © www.economiaparatodos.com.ar

Roxana Schiliro es psicopedagoga y miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres (www.proyectopadres.org).

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