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miércoles 3 de julio de 2013

Cristina K: Angustiada, chabacana, pero, ¿cuán sola?

Cristina K: Angustiada, chabacana, pero, ¿cuán sola?

El clima político se recalienta aún más en Argentina por la cercanía de las primarias del próximo 11 de agosto, con vista a la nominación de los candidatos que se presentarán a las elecciones legislativas del 27 de octubre para la renovación parcial de las Cámaras de Diputados y de Senadores

En la instancia están en juego 127 bancas de un total de 257 en diputados y 24 en un Senado compuesto por 72 miembros. El resultado puede implicar un cambio en la integración de las cámaras donde el oficialismo kirchnerista es mayoría, lo que sería un duro golpe para la presidenta Cristina Fernández y probablemente el principio del fin de su poder. Ahora, si ratifica su preminencia en el Congreso, eso le asegura la chance para la re-reelección, reforma legal mediante, e implicará más presión y limitaciones para la libertad de prensa y nuevos empujes para someter y quitar independencia al Poder Judicial. Este hasta hoy se ha salvado por una decisión de la Suprema Corte que declaró inconstitucional una reciente ley del kirchnerismo dirigida a politizar y hacer aún más dependiente del Ejecutivo a ese otro poder del Estado.

En apariencia la presidenta no está en sus mejores momentos: ni políticos ni personales. Para Elisa “Lilita” Carrió, reconocida dirigente política de la oposición, precandidata a diputada para octubre y enemiga acérrima desde casi siempre de Cristina Fernández, la imagen de ésta muestra a una mujer “encerrada, sola, oscura, angustiada y violenta”. Lilita no escatima: al referirse a los ataques continuos de la Presidente a la Corte de Justicia, al tiempo de poner en duda si “efectivamente se recibió de abogada”, dijo que sus arremetidas oratorias la muestran “extremadamente vulgar, de una chabacanería que da pena”.

Miriam Quiroga, quien fuera secretaria privada y colaboradora “muy íntima” del fallecido Néstor Kirchner, coincide con Carrió: públicamente dijo que no la ve bien a Cristina, a la que definió como una persona “con gran capacidad oratoria, distante, autoritaria y muy sola” la que ahora, al estar “tan embriagada de poder”, ya ni escucha ni a sus más íntimos asesores.

Quiroga denunció hace pocas semanas diferentes actos de corrupción que tuvieron lugar durante la presidencia de Néstor Kirchner, que son motivo de escándalo en Argentina y al que no han podido frenar los esfuerzos de una elite intelectual privilegiada por el kirchnerismo ni los jueces y fiscales amigos que tiene en el Poder Judicial.

Este testimonio es muy importante por cuanto se afirma que Quiroga fue mucho más que la secretaría privada de Kirchner, tras cuya muerte fue despedida como funcionaria y a la que se le cerraron todas las puertas del Estado por orden de Cristina. Sobre ese respecto –la relación sentimental– su evasiva respuesta es harto elocuente: “Es una cuestión muy personal. Tuve (con Néstor Kirchner) una relación de profundo afecto, confianza e intimidad por los años compartidos. Todo lo demás va a quedar en la memoria”.

Sobre el matrimonio presidencial su parquedad también fue ilustrativa; dijo que todos los que estaban en el entorno sabían que “era un matrimonio que no funcionaba” –contrariamente a lo que afirma la presidente–, pero enfatizó en que “sí eran una pareja política que funcionaba a la perfección”, lo que de alguna forma revela que Cristina no ignoraba nada de lo que hacía su marido (eventuales actos de corrupción incluidos).

Cómo afecta todo esto política y electoralmente al cristinismo o kirchnerismo, es difícil de pronosticar. Todos hablan de su gran enriquecimiento personal, de sus continuos atentados contra derechos básicos, de su autoritarismo. Señalamientos ciertos, pero tan ciertos como que llegadas las elecciones el kirchnerismo se alza con el triunfo. Puede que sea porque aún tiene “dinero en caja” para repartir, pero quizás sea más porque no tiene enfrente una oposición que haya logrado unirse. Esto es, que haya concretado en las formas, con la unidad, un mensaje a los votantes con una única prioridad, por sobre las ambiciones de poder y veleidades personales, que es la caída del kirchnerismo. Mientras eso no pase, quizás no sea cierto que la presidente Cristina Kirchner esté tan sola. No es lo que hasta ahora han dicho las urnas.

 

Fuente: www.independent.typepad.com