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lunes 14 de mayo de 2012

Cristina versus Cristina

Frente a una oposición inexistente, el Gobierno maneja el país a su antojo: ¿qué le preocupa, entonces, a la Presidente?

La semana que pasó, se pudo ver a una Presidente nerviosa, como si el escenario no fuera ya tan cómodo, o ella no se sintiera a gusto con las participaciones estelares de algunos actores que participan en la obra. Como sea, el asunto nace, crece y debería perecer puertas adentro. Cristina Fernández de Kirchner sigue sin adversarios afuera que le pongan palos en la rueda.

La relación con Mauricio Macri resulta, a esta altura, una comedia grotesca. El Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires insiste con dialogar con quien, precisamente, horas atrás sostuvo públicamente que “el diálogo es la única opción” y que “dialogando se solucionan los temas”. Claro que estaba haciendo referencia al gobierno británico. Posiblemente, para ella, el diálogo sólo sea válido con diferentes lenguas.

Lo cierto es que los asuntos que están inquietando a la Jefe de Estado todavía no rozan en forma directa a la ciudadanía. Ni lo que vaya a suceder con YPF, ni los vericuetos del autoabastecimiento energético, ni la prohibición de comprar dólares o las internas entre Julio de Vido y Axel Kicillof atañen a la mayoría de la gente. En realidad, Cristina no duerme por las consecuencias de sus propios actos. La sociedad no lo hace por asuntos más mundanos que, además, la habilidad oficial hizo que parecieran situaciones independientes de las decisiones de la Presidente.

De ese modo se explica que hoy sean los mismísimos ciudadanos quienes crean comisiones en los barrios para intentar frenar una delincuencia en demasía virulenta. ¿Acaso no debería ocuparse de esos avatares el gobierno nacional? Y si no lo hace, ¿por qué no demandar? Las marchas y movilizaciones ya no parecen servir de nada.

El Gobierno no escucha, y el pueblo se cansó o se acostumbró a ese silencio. Termina resguardando su propio mundo: “el resto son los demás, y los demás no me incumben”. Más o menos así es la ecuación. Nunca la sociedad alcanzó el grado de individualismo que impera hoy.

Los Kirchner no sólo dividieron por sectores (civiles-militares, cipayos-patriotas, esbirros-militantes, entra otras dicotomías), escindieron también al hombre de sí mismo: ya nadie sabe realmente quién es. Y aquellas tradiciones que llevaron a definir radicales, socialistas o liberales ahora apenas encuentran una distinción: kirchneristas y antikirchneristas. No hay más opción. Ambos se amalgaman no “a favor de”, sino “en contra de”. La ideología, en este sentido, parece haber tenido la suerte que le diera Fukuyama en su controvertido libro.

La evidencia más explícita de lo dicho se halla con más énfasis en las redes sociales, donde socialistas repiten ideas de capitalistas y viceversa, pues sólo se trata de manifestarse contra la ignominia hecha gobierno. Lo mismo sucede del otro lado: no hay convicciones que enrolen, sino un negocio mancomunado para defender la “profundización del modelo”.

Lo triste, en definitiva, es la ausencia de argumentos que permitan libremente confrontar ideas. Antes, en los comités, las tertulias podían agudizarse hasta tener que separar a dos enfáticos militantes. Hoy simplemente se trata de hacer “delete” o darle “unfollow” a quien replica 140 caracteres con un insulto en otros 140.

Pero, volviendo a la coyuntura, las ansiedades se calman, no así el temor, que es algo que bien manejan desde Balcarce 50. Los empresarios están asustados: YPF fue un alerta de trascendencia. Ahora bien, cuando varios de estos dirigentes han sido hasta hace poco lacayos de Cristina, ¿cómo se los defiende? Muchos dicen: “Que se embromen, fueron cómplices”. Razón tienen. Cuando escuchan las críticas del líder de la CGT, replican: “Un año atrás Moyano llenaba la 9 de Julio rogándole a la Presidente que se quede y se presente como candidata”.

Permanecen las contradicciones diarias de la dama y su gabinete. Dedo acusador contra quienes “se la llevaron con pala” mientras el matrimonio Kirchner multiplicó 8 veces su patrimonio desde su llegada a la Rosada. Afrenta y represión contra ambientalistas y trabajadores cuando, en rigor, han sido los K quienes impulsaron los piquetes años atrás. Un versado hombre para la petrolera y un impresentable para la Procuración, hasta una suelta de mano a los amigos de antaño.

Tinelli: la tranquilidad de Cristina

Luego todo cambia o se recicla. También sucederá con el Gobierno (tomarlo como una suerte de consuelo, al menos). En lo sucesivo aparecerán los peronistas insatisfechos formando alianzas o pactos entre ellos, y la UCR intentará rescatar una figura sin tanta ambigüedad. Si lo conseguirán, es un misterio.

En el oficialismo, las internas se negociarán detrás de escena, igual que los convenios para disimular la crisis energética y las paritarias. La manipulación mediática hará lo suyo para que nadie se mantenga demasiado atento a todos esos vericuetos.

Lo que quiere Cristina es clarísimo: que haya yerba en el súper, que el conductor consiga combustible sin que ello signifique un Dakar Nac&Pop o una odisea en el desierto. Para eso está, precisamente, Guillermo Moreno. Se acudirá a un autoritarismo travestido, a aprietes ya conocidos y a la implementación de trampas que son la especialidad de la casa.

Así es como, por ejemplo, la nafta súper que antes tenía 95 octanos pasó a tener 92 y se convirtió —por la soberanía— en la clásica nafta común. De modo que si se desea cargar súper habrá que apuntar a la premium. Estas son las pequeñas delicias de la vida cotidiana en Argentina…

Un gobierno que se jacta de ser nacional y popular no puede gestar un negocio con americanos y chinos cuando acaba de sacar a los españoles para que seamos más argentinos. Lo hará mientras la polémica del día se centre en alguna otra nadería.

El Morfeo de la Presidente en estas noches debe parecerse mucho en su fisonomía a Marcelo Tinelli, que regresa con controversias capaces de generar debates inservibles a toda hora y en todos los canales, irresistibles para la idiosincrasia del burgués y la plebe que no se los pierde.

La concepción política kirchnerista se mantendrá incólume: Cristina seguirá apelando al atril que es su trinchera, desde donde atacará a diversos actores, según le convenga. Las lealtades no cuentan.

Quienes pueden sentirse un poco incómodos en un teatro que ofrece más de lo mismo, aunque utilice matices distintos, son aquellos que esperan cambios de fondo o en el corto plazo estallidos económicos repentinos. La Jefe de Estado lo dijo bien claro: “Vamos por todo”. Las telefónicas y las eléctricas ponen sus barbas en remojo atendiendo el refrán: “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”.

Sin embargo, es probable que Cristina Fernández de Kirchner no adelante tiempos. Sabe que su imagen sube y baja con el humor del pueblo y esas “causas nacionales” que conmueven a las masas son una herramienta importante cuando algún “desliz” inflacionario o económico que afecte directamente el bolsillo le modifique nuevamente las encuestas favorables.

Un consejo casero: hacerse ilusiones cuando, de repente, la Presidente dice “hablemos de droga” no conviene. Sólo la mencionó una vez la semana que pasó, para dar crédito a la sospecha: el Proyecto X goza de buena salud y existencia. No le avisaron a la ministra que, simultáneamente, daba una “conferencia de prensa” (sin preguntas ni respuestas) comentando que se llegó al decomiso de estupefacientes luego de una larga investigación de su gente. Cristina, en ese instante, celebraba a un gendarme que “solito en medio de la lluvia y el frío, paró al camión porque seguro que algo no le gustó”. Casualidad más que investigación…

La Presidente es coherente con el objetivo, pero imprevisible con sus emociones. Hoy nos ama y mañana nos reta. Tendrá sus razones. Lo bueno sería conocerlas…

PD: Y consideren, por favor, que cualquier error de diagnóstico o interpretación no es más que un simple error de tipeo. © www.economiaparatodos.com.ar

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