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miércoles 1 de mayo de 2013

Dando muerte a la república

Los principios de una democracia republicana no se encuentran entre las prioridades K

Es probable que la reforma judicial que se votó la semana pasada en la Cámara de Diputados, y que en los próximos días sería aprobada en el Senado, naufrague tarde o temprano dados sus claros rasgos anti-constitucionales. La retórica y los términos políticamente correctos como «democratizar la justicia» y la «voluntad popular» no pueden ocultar el preocupante avance sobre uno de los poderes del estado por parte de un Poder Ejecutivo que se cree y actúa como si fuese una monarquía. Pero más allá del destino de esta reforma judicial, el significado simbólico de su tratamiento, y del modo en el que el Kirchnerismo ha tratado este tema, muestran que los principios de una democracia republicana no se encuentran entre las prioridades K.

Una reforma para cien años, como han dicho algunos representantes del oficialismo, no puede intentar aprobarse a libro cerrado (posibilidad que ni debería haber sido considerada). Una reforma de esta magnitud merece una discusión profunda, larga, junto al Poder Ejecutivo, que posiblemente requiera más de una elección parlamentaria en el medio. Una reforma para cien años sobre el Poder Judicial no puede realizarse sin consultar la opinión de los afectados, que al pertenecer a otro poder del estado son pares, no súbditos del ejecutivo ni del legislativo. ¿Es esta la práctica democrática de la que tanto le gusta hablar al Kirchnerismo? ¿Cómo reaccionaria el Kirchnerismo si fuese la Corte Suprema la que intentase reformar el órgano de control del Poder Ejecutivo, digamos, poniendo a sus ministros bajo el control del «voto popular»?

¿Cómo calificar a un gobierno que vota una reforma en contra de una manifestación en puertas del mismo congreso, a los pocos días de la que posiblemente haya sido la marcha más numerosa contra un gobierno en la historia del país? ¿Era necesario el apuro mostrado en las sesiones, y la increíble corrección manual de dos votos en la sección más delicada de la reforma? Si esa reforma es tan importante, y va a durar cien años, por qué no construir más consensos con las otras fuerzas políticas, junto al Poder Judicial, y votar la misma más adelante?

Un gobierno que se da el lujo de votar en contra de la gente protestando a metros de los legisladores, que se da el lujo de ignorar fallos judiciales, incapaz de hacer una autocrítica (por no decir limpieza de fondo) ante escandalosas acusaciones de corrupción con larga data, que se da el lujo de defender una inflación que ni el propio ministro de economía cree verdadera, es un gobierno que no necesita dar muerte a la república porque la misma hace tiempo que en los hechos a dejado de funcionar.

El punto en el que se encuentra el país hoy es el resultado natural de un modelo con inconsistencias internas llevado adelante por un gobierno que ha dejado mostrar su corte autoritario desde el principio. Los modelos económicos no son una secuencia de proyectos que se agotan y deben ser cambiados como si fuesen pilas de corta duración, son consistentes o son inconsistentes. Las secuencia de medidas restrictivas sobre la compra de dólares son una muestra patentes de la combinación de medidas inconsistentes a cargo de un gobierno autoritarios que tiene el modelo a su servicio en lugar de tenerlo al servicio de sus representados.

Las instituciones y los principios republicanos son esas ideas abstractas que impiden que el destino de una nación dependa de la ideología y capricho de los gobiernos de turno, que impiden que si usted retiró dinero de un cajero automático en el exterior reciba una carta de tono amenazante por parte del banco central que debe proteger el poder adquisitivo de su dinero en lugar de hacerlo sentir perseguido.

La delicadeza institucional a la que ha llegado el país es también muestra de los incentivos perversos para la nación que reinan en la política argentina y de la falta de principios en aquellos que se han sumado al proyecto oficialista por beneficios de corto plazo, así como de una oposición que no puede ofrecer un proyecto institucional distinto.

El Kirchnerismo ha mostrado que el peronismo, ya sea en su versión menemista o kirchnerista, es un movimiento que se opone a las libertades individuales y a la república. El kirchnerismo ha mostrado que en el fondo el peronismo es un proyecto de poder que busca extraer rentas y recursos de aquellos que dice representar y defender.

Nicolás Cachanosky (Suffolk University)

Editor: Punto de Vista Económico