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jueves 13 de noviembre de 2008

De “cumbres” a “frentes”

La reunión del G20 en Washington y los dilemas del Frente Amplio en Uruguay.

Rumbo a la Cumbre del G-20

La Presidente de la República Argentina, por ser miembro del G-20, asistirá a la “cumbre” especial de ese grupo convocada por George W. Bush, para el próximo 15 de noviembre, en Washington, para deliberar sobre como enfrentar coordinadamente la actual crisis económica mundial.

El G-20 es, recordemos, un grupo informal que promueve el diálogo abierto y constructivo entre los países más avanzados y los emergentes en materias como la cooperación y el financiamiento internacionales. Fue creado en 1999, como respuesta a la crisis financiera de fines de los 90. Sus miembros son: Alemania, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, India, Italia, Japón, México, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Corea del Sur, Turquía, el Reino Unido y los Estados Unidos. La presidencia, este año, le corresponde al Brasil. Cabe recordar que, más allá de las “cumbres”, sus Ministros de Economía o Hacienda y sus Presidentes de Bancos Centrales se reúnen regularmente, todos los años.

Es evidente que si ese grupo fuera, de pronto, conformado hoy no sería fácil para nuestro decaído país no ser, de pronto, reemplazado por Chile o España, países ambos cuyas respectivas economías han sido conducidas con bastante mayor éxito que la nuestra durante los últimos diez años y cuya dirigencia política (acostumbrada a la cooperación y al diálogo cortés) está integrada -y no de espaldas- al mundo.

Esta vez, quizás con la presencia de algún representante del electo Barack Obama, nos representará en Washington doña Cristina Fernández de Kirchner, quien ya ha hecho conocer cuales son sus “intenciones” para la “cumbre” que se avecina. Lo hizo en oportunidad de su naturalmente belicoso (crispado) “discurso” pronunciado en la reciente “XVIII reunión Cumbre Iberoamericana”, que tuviera lugar en El Salvador.

Nuestra primera mandataria llegará a Washington con su legitimidad claramente cuestionada en función de la condena recaída en el “valija-gate”, protagonizado por el ahora conocido Antonini-Wilson y sus amigos. Lo hará con una bien ganada fama de ser una exaltada “sabelotodo”, como quedara en evidencia precisamente con su intervención en El Salvador. Allí, recordemos, como es habitual, ella embistió a la vez contra los Estados Unidos y contra el FMI. Seguramente irritada por haber la Argentina kirchnerista sido dejada de lado, esto es “fuera”, de dos planes críticos de asistencia financiera a los países en desarrollo, a saber: (i) el programa de apoyo a los estados emergentes, de 120 billones de dólares, recientemente puesto en marcha por los Estados Unidos, del que si participan Brasil y México y (ii) el plan de fondos para atender problemas financieros derivados de la crisis internacional puesto en vigor por el FMI. La presidente atacó -duro y directo- contra Washington, con visible mala predisposición. Y con el poco apego a las formas y, peor, a las reglas de la cortesía que caracteriza a los Kirchner.

Prolijamente arropada, eso sí, llamó también a crear un “modelo” alternativo, “lejos de Washington”. Lo contrario al espíritu de cooperación, ciertamente. Nadie la siguió en su proyecto, por supuesto. Nadie.

Convocó luego a todos a “impulsar el multilateralismo” en la “cumbre” del G-20, lo que es toda una “perogruyada”, desde que ese es precisamente el motivo de la convocatoria. Pero quizás, en su emoción, no lo había advertido aún.

A ello agregó que concurrirá a Washington “como vocera de Latinoamérica”. Me pregunto, donde creerá que quedan Brasil y México y, además, ¿por qué ellos no califican como “voceros”?

Asumiendo una postura “académica” dijo, enseguida cerrando su presentación; “la distorsión vino de pensar que el dinero se reproducía a sí mismo” (sic). Esto del llamado “efecto multiplicador de los depósitos bancarios” está seguramente en una bolilla del programa de Economía Política que la Señora “salteó” cuando transitaba los corredores de la Universidad de La Plata. Notable.

Por esto, la “cumbre” de Washington estará ciertamente “para alquilar balcones”. Ya imaginamos las miraditas -de sorpresa- cruzadas sigilosamente entre los dirigentes de las principales naciones del mundo; las distintas “lecciones” de nuestra “solemne sabelotodo” que allí se transmitirán, seguramente; y los gruesos desencuentros -ya habituales- de esta fea Argentina con la realidad.

Qué bueno sería equivocarme en el diagnóstico, que me preocupa. Esta vez, al menos. Lo dudo, aunque lo deseo de corazón, por cierto. No me gustan los papelones, ni navegar en contra de la realidad. Menos aún cuando esas situaciones devienen habituales. Y esperadas, por todos.

Para algunos, el FMI debería, en más, asumir el rol de “regulador” de la actividad financiera global. No será fácil, la burocracia de la entidad se resiste y no desea expandir su carácter de analista y prestamista para situaciones críticas de balanza de pagos. No obstante, la urgencia está sobre la mesa de trabajo y habrá que enfrentarla con creatividad.

El dilema del Frente Amplio uruguayo

El año próximo Uruguay deberá elegir un nuevo Presidente. Si bien es cierto que dentro del oficialismo (el Frente Amplio) hay quienes (como en el fallido intento de Pacheco, en 1971) postulan -equivocadamente- la posible re-elección de Tabaré Vázquez, que está prohibida por el artículo 152 de la Constitución uruguaya, hay dos candidatos que procuran ser, ellos mismos, los reemplazantes de Vázquez. Y ambos son -entre sí- agua y aceite, pese a que naturalmente ellos lo desmienten, argumentando tener grandes semejanzas, que no convencen “extra muros”.

Por una parte aparece un ex guerrillero tupamaro, ahora canoso y desde hace rato regordete: el colorido don José Mugica quien, a los 74 años no es ciertamente un chico. Ha tenido, sin embargo, el coraje cívico de enfrentar a sus críticos y reconocer públicamente que haber recurrido a la violencia en los 70 fue un desgraciado error. Tardío reconocimiento, cuando el daño está hecho. Como tantos -si Mugica hubiera tenido participación o responsabilidad en la violencia- está impune, desde que los “crímenes de guerra” (delitos “de lesa humanidad” cometidos en tiempos de conflictos armados internos) que pudieron presumiblemente haberse cometido en los 70 por parte de la subversión oriental no han sido debidamente investigados, como debió haberse hecho. En el Uruguay, como en la Argentina, y en tantas otras partes, desgraciadamente. En Sudáfrica no fue, en cambio, así.

Mugica, sin embargo, fue preso y resultó uno de los muchos torturados. Quizás por esto tiene, a diferencia de muchos otros, grandeza de espíritu.

Desde 1995 es parlamentario por el llamado Movimiento de Participación Popular. En 1999 fue elegido senador. El que, en el oficialismo, obtuvo más votos. Vázquez lo designó (al triunfar) como su Ministro de Agricultura y Pesca, cargo al que renunció, en marzo pasado, para volver a su banca senatorial y poder hacer campaña para ser presidente, sin violare la ética política más elemental. En la banca ha hecho y hace poco.

Por la otra parte está un ser muy diferente: se trata de Danilo Astori, un contador de pelo blanco, de 68 años. Tampoco un chico, entonces. Se trata de un hombre pausado, serio y confiable, un reconocido estudioso y un ex profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de Montevideo. Es, curiosamente, un conservador en economía. Prudente, equilibrado, mesurado, es casi tímido en público; al menos para un político, esto es bien distinto. Bastante inusual.

Astori fue secretario del General Liber Seregni, lo acompañó como su compañero de fórmula cuando intentara, sin éxito, obtener la presidencia en 1989. Tabaré lo prefiere, sin decirlo, desde que debe aparecer prescindente. Fue su eficiente Ministro de Economía y Finanzas, cargo al que él también renunció en septiembre pasado, como debe ser.

El senador Danilo Astori ha tenido la hidalguía de reconocer, en público, que el gobierno del Frente Amplio “no ha mejorado” la distribución de la riqueza en Uruguay. Para el socialismo y el comunismo, la “brecha” entre ricos y pobres, en rigor, se amplió, lo que es cierto y marca obviamente el fracaso de una visión, pese al fuerte “viento a favor” recibido de los precios internacionales de las “commodities”.

Ambos tienen, queda visto, un proceder ético muy alejado del de muchos políticos argentinos que, en cambio, permanecen aferrados a sus cargos, desvergonzadamente, si advierten que esto les puede traer o generar algún rédito electoral o político, respecto del financiamiento o de los resultados de sus campañas electorales. Una vergüenza, como tantas. Sin reacción, por ahora.

Dos universos

Astori, en pocas palabras, es la racionalidad en sí misma. Un hombre al que no le gustan las estridencias. Un trabajador discreto e incansable. Prudente y firme a la vez.

Mugica, en cambio, vive rodeado de gente que lo aplaude -diga lo que diga- y es la definición de la emotividad.

El primero habla como un académico. Con prolijidad y precisión. El otro usa el lunfardo colorida y efectivamente, como pocos, y así enciende al auditorio que circunstancialmente tiene frente a sí. Uno es un profesional mesurado. El otro es un reo de quien es fácil enamorarse, ciertamente. Frente a frente en la política, dos estilos y dos sustancias.

Hay así dos universos disímiles dentro de una misma alternativa política. Pero quizás dos caminos distintos y esto es lo que preocupa a muchos.

De allí que Enrique Rubio, Daniel Martinez y hasta Marcos Carámbula aprovechen las circunstancias para tratar de “filtrase” en la fórmula presidencial, pese a que lo ideal para la izquierda sería seguramente ver a Astori y Mugica juntos en la misma opción. Lo que hasta ahora ha sido imposible.

El Congreso partidario, en una elección interna, como debe hacerse en las democracias, decidirá. Claro está, si previamente las negociaciones bilaterales no generan algún acuerdo entre los dos candidatos, lo que no es imposible.

En la Banda Oriental no hay “matrimonios políticos”, ni sucesiones aseguradas, ni mucho menos maridos que desde el sillón presidencial proclaman a sus esposas mediante poco democráticos “dedazos”, como ocurre en cambio en la Argentina de hoy. Una vez más, otro enfoque del andar político, muy diferente. Sin pautas éticas esenciales el nuestro, donde todo vale. Con evangelios y liturgia el oriental.

Es evidente que los distintos sectores que conforman el Frente Amplio uruguayo están divididos. Los del Nuevo Espacio, la Alianza Progresista, y Asamblea Uruguay apoyan abiertamente a Astori. También, aunque sin reconocerlo -porque no podría- el propio Tabaré Vázquez. Quizás por esto es que, desde su entorno, se ha generado el fantasma de su posible reelección, que Tabaré, al menos oficialmente, “rechaza”. Los más radicales, como el llamado Por la Victoria del Pueblo, o el Espacio 609, postulan a su vez a Mugica. El socialismo y el comunismo, por su parte, buscan el consenso, desesperadamente. Quizás para sobrevivir en el gobierno de mañana que, saben bien, aún no está asegurado para el Frente Amplio. © www.economiaparatodos.com.ar

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