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domingo 29 de mayo de 2011

Del paradigma del nuevo modelo a su agotamiento

En los años de esplendor del kirchnerismo se hablaba de nuevo paradigma económico. Hoy se dice que el modelo está agotado. No era tan dificíl advertir la inconsistencia del modelo económico y el rumbo de autoritarismo al que nos llevaba el kirchnerismo. ¿En qué estaban pensando medios de comunicación, dirigentes empresarios y colegas economistas?

Corrían los años de esplendor del kirchnerismo, y cuando daba mis charlas sobre la situación económica, más de una vez me han preguntado si no estábamos frente a un nuevo paradigma de política económica. Claro, era muy complicado hacerle entender a la gente la inconsistencia del famoso modelo económico, justo cuando Kirchner tenía una imagen positiva más alta que la de Juan Pablo II y la inflación no había alcanzado los niveles actuales.
Que el común de la gente no atendiera a las advertencias era comprensible porque el común de la gente no tiene porque comprender el complejo proceso económico y cómo una medida puede llevar a determinado resultado y la secuencia de inconsistencias que cabe esperar. De manera que puede entenderse, aunque no justificarse, que la mayoría de la gente viera con entusiasmo el nuevo modelo económico y mirara para un costado el incipiente autoritarismo. Lo que no puede explicarse y menos justificarse es que medios de comunicación, dirigentes empresarios y colegas economistas no advirtieran el peligroso rumbo que estábamos tomando.
Recuerdo que un amigo me dijo un día respecto a mis críticas al kirchnerismo: “todavía no asumieron y ya lo estás criticando. Dales un tiempo”. Mi respuesta fue que no hacía falta ver ciertas cosas para saber que existian. Mucha gente sabe que existe el átomo pero ¿cuántos vieron un átomo? Con la economía y la política sucede lo mismo. Muchas veces no hace falta ver demasiado para saber qué va a ocurrir. La capacidad del analista es anticiparse a los hechos. El economista no puede decir con precisión cuál va a ser el precio del dólar el 23 de septiembre de este año a las 11.37 hs., pero sí puede advertir sobre cómo pueden evolucionar los hechos, los posibles desenlaces que van a tener y cómo van a impactar sobre la inflación, el tipo de cambio, el nivel de actividad, etc. No podemos poner el número exacto, quien vende eso vende humo, pero sí podemos marcar tendencias y decir si esas tendencias llevan a crisis suaves o a estallidos.
Como decía antes, resulta injustificable que dirigentes empresariales y medios de comunicación no advirtieran el rumbo que estaba tomando el país, pero más injustificable resulta que colegas economistas recién ahora descubran el problema inflacionario, cambiario, de distorsión de precios relativos y demás destrozos económicos cuando era perfectamente previsible que tanto lío económico tenía que llevar a un creciente autoritarismo, porque el kirchnerismo ya había dado señales de sobre su comportamiento institucional. Si un gobierno arma un fenomenal lío económico y encima tiene tendencias autoritarias, lo que hoy ocurre no tendría que ser una sorpresa.
A riesgo de parecer soberbio, algo de lo que a esta altura de partido ya no me preocupa que me acusen, solo 4 economistas anticipamos lo que venía y fuimos tildados de apocalípticos. No doy nombres para no descalificar públicamente al resto.   
El primer dato que cualquier economista que viera más allá del corto plazo consistía en advertir que había una fuerte inconsistencia entre un dólar caro sin superávit fiscal para sostenerlo. Es más que obvio que si uno pone un dólar por encima del valor del mercado, el saldo de balance comercial va a ser positivo, y si no hay fuga de capitales, el tipo de cambio va a tender a bajar. Sin superávit fiscal la opción que queda es que el Central compre contra emisión monetaria generando inflación y licuando el tipo de cambio real. Por eso en una época, irónicamente yo sostenía que este modelo solo cerraba con fuga de capitales. No era tan difícil advertir el problema que se estaba gestando.
Si a ese dato se le agregaba la fuerte política expansiva del gasto público, también era fácil pronosticar los problemas fiscales que iban a aparecer. Si le sumamos el festival de subsidios que se implementó a partir del 2006 para mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos, los crecientes controles de precios y las medidas populistas, uno podía advertir el rumbo de la economía. Lo que no se puede pronosticar con precisión es el momento de la crisis final porque eso depende de factores externos como el precio de las commodities que contribuyen a financiar parte del populismo y postergar el desenlace final o de cualquier otro hecho impensable.
Hoy es fácil decir que el modelo está agotado, pregunta que ahora me formulan con bastante frecuencia y de la que ya hablan dirigentes empresariales, colegas economistas y dirigentes políticos. Pasamos de la pregunta si no estaríamos frente a un nuevo paradigma de nueva política económica a decir que el modelo está agotado. ¿Dónde estuvieron todos estos años que no advirtieron que el modelo era insostenible por sus inconsistencias y que no había tal cosa como nuevo paradigma económico? ¿Qué solo estábamos frente a un plan típicamente populista?
Pero si la pifiaron en lo económico, más grave es que la haya pifiado en lo institucional. Quién haya estudiado la economía y las instituciones podía advertir que los disparates económicos derivarían, no solo en problemas de inversión, sino que, además, requerirían de creciente autoritarismo, forma de gobernar que se da de patadas con el crecimiento económico porque nadie invierte en un país donde la regla es la arbitrariedad. Por eso cada mañana vemos como ponen un parche para tapar el lío que armaron el día anterior.
Mi visión es que si bien la gente convalida este tipo de atropellos institucionales mientras pueda seguir consumiendo, poco han hecho colegas economistas, dirigentes empresariales y medios de comunicación para ilustrar a la gente. Unos se concentraron solo en los datos fiscales o de actividad sin analizar el proceso y concluyeron que todo estaba bien. Otros aplaudieron mientras el nuevo paradigma económico los beneficiaba y otros cantaron loas a un gobierno que desde el inició mostró claros signos de autoritarismo.   
El problema es que hoy el kirchnerismo no va solo por los militares o Iglesia. Ahora va por todos. Por los partidos políticos con la reforma implementada, por los medios de comunicación, por las empresas, por los economistas y por cuanto ser camine por esta tierra y ose opinar diferente al gobierno.
Finalmente un párrafo para buena parte de la dirigencia política que hace sus giras artísticas por televisión. La realidad es que la gran mayoría da lástima. Todos quieren ser progresistas y correr al gobierno por izquierda, con el argumento de que ellos serán democráticos y republicanos. Es decir, prometen hacer kirchnerismo sin sus modos o estilos. Si esa es la propuesta, lo más probable es que la gente termine eligiendo el original de la ficción que hemos vivido a una fotocopia trucha.