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viernes 10 de enero de 2014

Democracia y Liberalismo

Democracia y Liberalismo

En esta ocasión compartimos un post invitado de Juan Carlos Cachanosky sobre la diferencia entre democracia y liberalismo. Democracia no garantiza liberalismo y, estrictamente hablando, se puede tener un imperio de la ley sin democracia al menos en ciertos aspectos. Hacer de estos dos términos falsos sinónimos es uno de los costos institucionales y educativos más caros en las sociedades de “economías de bienestar.”

Los pensadores liberales clásicos desde muy antiguo resaltaron la importancia que exista un gobierno con poderes limitados. Se marcó con mucha claridad la diferencia entre la Revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra y la Revolución Francesa de 1789. La democracia sin límites al gobierno se transforma en una dictadura, punto marcado por Platón y Aristóteles hace varios siglos. Para Mises la ventaja de la democracia es que permite el cambio de gobernantes en forma pacífica pero no garantiza que las mayorías voten correctamente. Si las mayorías creen en principios erróneos no hay manera de solucionar el problema.

En la medida que la gran mayoría de las personas no vinculen la democracia con gobierno limitado entonces los hechos parecen demostrar que la democracia sin límites lleva “necesariamente” el germen de la destrucción de una sociedad libre.

El objetivo es ganar votos, esto implica hacer promesas y estas promesas implican violar los derechos individuales y aumento de gasto público. El gasto público creciente no es sostenible si no hay ingresos reales crecientes y es difícil que estos crezcan en medio de privilegios, subsidios, protecciones, etc. La protección arancelaria implica violar el derecho de las personas a comprar libremente. El curso forzoso no deja a las personas defenderse de la inflación, para dar educación a algunos hay que sacarle dinero a otros, lo mismo ocurre con la vivienda digna, para no hablar de football para todos o una aerolíneas de bandera.

Salvo algunos casos muy especiales como Suiza o el Principado de Liechtenstein, en el resto de los países el Estado Benefactor avanza a distintas velocidades pero avanza. Y estos países son presionados continuamente para violar derechos de propiedad.

Los liberales se ven frente a un dilema: si defienden sus principios pierden votos y son calificados como dogmáticos. De lo contrario tienen que ceder en principios para poder ganar votos. El argumento liberal no parece ser “políticamente correcto”. Entendiendo por políticamente correcto renunciar a los principios para llegar al poder. Argentina ha tenido lamentables experiencias en esto, se aplicaron medidas fuertemente intervencionistas en nombre del liberalismo. Hace años había que explicar por qué Martínez de Hoz no era liberal, hoy hay que explicar que los noventa no fueron años liberales. Hay que invertir mucho tiempo en explicar que “no” es liberalismo.

La historia tampoco parece ser una aliada. Reino Unido fue un país muy rico en el siglo XIX y terminó siendo uno de los países más socialistas de Europa en el siglo XX. La abrumadora evidencia empírica no impidió que el Estado Benefactor avanzara en este país hasta volverlo socialista. El Imperio Romano creció gracias a un derecho de propiedad casi impecable y terminó cayendo por la corrupción, el gasto público y la violación de ese derecho. Estados Unidos parece ir en el mismo sentido. En este país pueden pasar de votar un Jimmy Carter, a Ronald Reagan o a un Barack Obama con gran facilidad. Argentina dejó de ser uno de los países más ricos gracias al populismo de Perón en democracia y todos los que lo sucedieron con algunos mínimos intervalos.

Los “argumentos” liberales por más claros que sean no son suficientes. El “argumento” socialista es tanto más poderoso como falso. Pero gana votos. Entonces algunos liberales frustrados empiezan a ceder y a ceder en principios para ganar votos y llegar al ansiado poder.

Obviamente la alternativa no es liberalismo o desastre. Algo de intervencionismo no va a anular el crecimiento de la riqueza, solo lo va a disminuir. El punto es si este intervencionismo leve es estable o, como decía Mises, va generando lentamente más y más intervenciones en la carrera por ganar votos con promesas populistas mientras las promesas liberales los pierden.

La única manera de que las ideas liberales ganen votos es si la gente entiende que el mejor “Estado Benefactor” es el que menos interviene. Que se entienda que el Imperio de la Ley (Rule of Law) es el mejor bien de capital intangible para aumentar sus ingresos. Pero esto implica educación por distintos canales y a distintos niveles. Si no se cambia la manera de pensar de la gente entonces para ganar votos hay que prometer más “paternalismo”. James Buchanan desarrolló la interesante idea de que la naturaleza humana busca protección, al principio en los padres, en un dios, o en el Estado. El ser humano no quiere la incertidumbre. Es muy difícil hacerse cargo del propio destino.

Para hacer las cosas más complicadas las ideas se “compran”, por plata mucha gente se vuelve desleal a propias amistades y obviamente a ideas. Jorge Capitanich estudió en ESEADE, o hicimos un mal trabajo o la plata terminó ganando. Armando Boudou estudió en el CEMA y militó en la UCEDE; también mis amigos del CEMA hicieron el trabajo mal o el dinero triunfó sobre las ideas.

¿Cuánto es el peso que tiene el dinero para ser fiel a amigos, ideas, etc.? En otras palabras ¿cuán vulnerable son las ideas al vil metal? La mayor parte de los empresarios o si se quiere pseudo empresarios no son liberales, sólo les interesa que se defienda “su” propiedad. No están dispuestos a financiar la difusión de las ideas liberales simplemente porque no les conviene. Son muy pocos los empresarios con convicciones liberales firmes. Como decía Adam Smith a los capitalistas hay que imponerles la competencia.

A pesar de todo esto es posible hacer que las ideas liberales triunfen. En la Riqueza de las Naciones Adam Smith afirma que es un absurdo pensar que la libertad de comercio se fuese a imponer en Gran Bretaña. Decía Smith que no solamente los prejuicios del público sino lo que es mucho más grave los intereses creados de individuos privados se resisten al libre comercio. Afortunadamente Smith se equivocó y unos 60 años más tarde Gran Bretaña gozaba de un amplio (aunque no perfecto) libre comercio. Sólo es cuestión de paciencia y que una persona o grupo de personas tenga la claridad de ideas, la capacidad de transmitirlas con sencillez, que tenga el carisma y que tenga el coraje de ganar votos explicando sus ideas y no renunciando a ellas. Después de todo si Argentina pudo sobrevivir a Rosas y a Perón parece que puede sobrevivir a cualquier cosa.

Fuente: puntodevistaeconomico.wordpress.com