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jueves 12 de agosto de 2004

Diálogo atravesado

En sus páginas editoriales, el diario analizó las marchas y contramarchas de Kirchner acerca de su posible abandono de la transversalidad, su acercamiento al radicalismo y su diálogo con la oposición. Tejes y manejes que sólo dejan en claro una cosa: pese a sus promesas, K no tiene ninguna intención de renovar la política, sus prácticas y jugarretas.

El cuarto fin de semana de julio, el diario más prestigioso de la Argentina publicó un par de artículos de opinión para anunciar \»El fin de la transversalidad,\» y hace unos diez días las dignas palabras del presidente Néstor Kirchner en ocasión del centenario del nacimiento del difunto dirigente radical Ricardo Balbín generaron expectativas sobre un posible diálogo político. Sin embargo, desde entonces Kircher ha dejado cada vez más en claro que ni desea ni necesita un cambio de estilo político: y menos aun un \»diálogo hipócrita\» con políticos como Elisa Carrió o Ricardo López Murphy, quienes se atreven a criticarlo, aunque sí parece dispuesto a condescender al diálogo con el partido de donde aquéllos surgieron originalmente, la UCR, cuyo candidato apenas si alcanzó un dos por ciento en abril del año pasado. No es de extrañar, pues, que Carrió hable de un nuevo Pacto de Olivos si los radicales se mantienen a la sombra de Raúl Alfonsín (quien negoció dicho pacto con el entonces presidente Carlos Menem en 1993) quince años después de dejar aquél la presidencia. Tampoco debe reprochársele indebidamente a Kirchner si da marcha atrás en cuanto al diálogo: por el contrario de una difundida creencia local, las democracias más fuertes se basan en un sólido sistema bipartidista, y no en un pegajoso consenso.

Es cierto que la transversalidad tiene patas extremadamente cortas, porque Kirchner depende así de un puñado de disidentes cuyas convicciones progresistas les hacen traicionarlo a cada paso (de ahí la lógica de la idea de que Kirchner se vería obligado a volver a los partidos tradicionales), pero ¿por qué un obstinado Kirchner habría de cambiar su estilo cuando tanto la popularidad política como el crecimiento económico están de su lado? También es cierto que la brigada transversalista mal puede darle a Kirchner mayoría en el Congreso, pero ¿es que alguna vez a él le importó algo el Congreso?

Tampoco hay señales de que la reciente tregua de Kirchner con su predecesor Eduardo Duhalde sea algo más que eso (y Duhalde es, todavía, el que ofrece las concesiones). Es cierto que Kirchner da mayores muestras de interés en la presidencia del Partido Justicialista, pero ¿según los términos de quién?

La mayoría de los analistas deploran el hecho de que Kirchner rehuya el diálogo político y se empecine en la transversalidad, mas no debería hacer ni lo uno ni lo otro. En vez de mantenerse en el presente y confiar en el grupo transversal (por definición fluctuante), o revertir a los menospreciados viejos partidos, debería conducir el país hacia el futuro, emprendiendo por fin la seria reforma política y electoral por la que clama la ciudadanía; y en la que Kirchner todavía no ha demostrado ningún interés real, pese a toda la retórica sobre la \»nueva política\».



El artículo fue publicado por el diario Buenos Aires Herald, en su sección Editorial, el domingo 8 de agosto de 2004 (www.buenosairesherald.com).




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