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jueves 18 de septiembre de 2008

Donde las dan, las toman… pero a veces las pagan

Los casos de corrupción comienzan a ser más comunes en los Estados Unidos, aunque la diferencia con otros países de la región radica en que allí se la castiga duramente.

Lejos están los días en los que la corrupción parecía estar sustancialmente ausente del escenario de la política en los Estados Unidos. Las cosas parecen haber cambiado. Mucho. Y no precisamente para bien.

El mundo de la política, allí como aquí, está particularmente infectado por la inmoralidad que alimenta a la corrupción. Pero aún cuando en el país del norte es cierto aquello de que “donde las dan las toman” (esto es que cuando aparece la oportunidad para la corrupción hay quienes tratan, rápidamente, de aprovecharla) también lo es aquello de que allí las cosas, de pronto, se pagan. Presumiblemente porque, en los Estados Unidos no hay espacio para la complacencia social con la corrupción, lo que tiene una enorme importancia para que su crecimiento no sea exponencial, como entre nosotros que la “toleramos”.

Jack Abramoff termina en la cárcel

El “lobista” Jack Abramoff que, durante la actual administración republicana amasara vertiginosamente una fortuna gestionando la obtención de toda suerte de “favores políticos” para las tribus indígenas (y sus asociados), acaba de ser condenado a cuatro años tras las rejas. Así lo decidió la Jueza Ellen S. Huvelle, al acusarlo de “una conducta corrupta consistente”.

El condenado admitió expresamente haber “transpuesto todos los límites” y “haber trasformado su propio apellido en una suerte de burla”. Notable.

La condena pudo haber llegado a los 11 años, pero la cooperación del acusado con los investigadores le reportó un trato menos severo. Precisamente gracias a esa cooperación es que se pudo condenar también a diez funcionarios públicos que (lo que es más grave aún) habían hecho “causa común” con Abramoff, beneficiándose ilegalmente de sus gestiones.

Los fiscales, cabe apuntar, había solicitado sólo 39 meses de prisión para Abamoff, pero la Jueza actuante los extendió para castigar debidamente el “efecto corrosivo” de la conducta del condenado.

Abramoff, que ya lleva dos años detenido -aunque por otra causa- todavía debe devolver a sus clientes unos 15 millones “mal habidos”, de los impresionantes 66 millones de dólares en honorarios que, en pocos años, generara su “actividad”. Y tendrá que hacerlo.

El alcalde de Detroit va a la cárcel

Kwame M. Kilpatrick, alcalde de Detroit, la onceava ciudad de los Estados Unidos, acaba de renunciar a su cargo e irá a la cárcel, por cuatro meses. Además perderá su matrícula para ejercer la profesión de abogado, así como su jubilación municipal; no podrá ser candidato a cargos elegibles por el voto popular por los próximos cinco años; y deberá, como si eso fuera poco, pagar un millón de dólares al municipio, como indemnización. Su vida política futura luce mal; más bien, destrozada. Kilpatrick es un hombre de color, carismático, de apenas 31 años de edad. Un peleador por naturaleza, característica que, al final, resultó su perdición. Por no advertir que llegar a compromisos es mejor que batallar siempre y “doblar” todas las apuestas, como costumbre.

Su administración, es cierto, le dio gran impulso a la construcción y a la obra pública en la ciudad. Transformando particularmente la zona vecina al río que la recorre.

Recordemos que es precisamente en la construcción de obra pública en donde, en los más diversos escenarios, anida la mayor parte de los casos de corrupción en la política “moderna”. Todo cuesta significativamente más cuando interviene el Estado. Y las auditorías simplemente “no existen”. En nuestro país, el caso de los fideicomisos y las empresas del Estado seguramente va a dar que hablar, pronto. Porque los precios de las obras públicas con frecuencia “contienen” importes (sobre-precios) destinados a compensar las ansias de riqueza de quienes, desde la política, tratan de aprovechar cada “oportunidad” que se les presenta, antes de que los períodos de sus respectivos mandatos culminen.

Kilpatrick, durante su gestión ahora terminada, agravó fuertemente las tensiones raciales en una ciudad de cuyo égido urbano los blancos parecen haber escapado, para refugiarse en los suburbios. Detroit contiene, en su zona céntrica que parece por momentos haber sufrido los efectos de un extenso bombardeo aéreo, barrios en los cuales la más extrema pobreza está a la vista. Tiene además la población musulmana más numerosa del país del norte.

Las desventuras terminales de Kwame Kilpatrick comenzaron a hacerse públicas al tratar, cuando no, de esconder una relación extramarital con quien se desempañaba circunstancialmente como su Jefa de Gabinete, Christine Beatty.

Las desventuras fiscales de Charles B. Rancel

En las últimas semanas el conocido, “progresista” y verborrágico diputado nacional de color, Charles B. Rangel -un populista inveterado que, desde hace años, en representación de los barrios de color de la ciudad, milita en el Partido Demócrata desde Nueva York- ha debido enfrentar distintas acusaciones que sugieren, una tras otras, conductas condenables.

Primero el diputado Rangel fue acusado de tener alquilados cuatro departamentos que están incluídos dentro de aquellos en los que la gran ciudad norteamericana subvenciona alquileres inusualmente bajos, presumiendo que quienes viven en ellos no tienen ingresos como para poder pagar alquileres de mercado. Como es obvio, nadie puede, como Rangel, sub-alquilarlos para lucrar así con la posible “diferencia” de alquileres. Porque eso es simplemente simular ser un inquilino necesitado, cuando se es en realidad un rentista.

Rangel no está solo en su abuso. Hay muchos otros que seguramente hacen lo mismo. Hasta no hace mucho también -dicen- lo hacía un diplomático argentino con un departamento en la ciudad de Nueva York, permitiendo a su esposa sub-alquilarlo. Se trata de uno de esos departamentos subvencionados en el que, para las autoridades locales, ella presuntamente “residía”. Como Rangel, lo sub-alquilaba, haciendo caso omiso de su condición. Lo que es grave por el riesgo de desprestigio que corría. Increíble.

Ahora se descubrió asimismo que Rangel, que es propietario de una casa sobre el mar en el coqueto “Punta Cana Resort and Club”, de la República Dominicana, no declara los ingresos obtenidos por la misma. Allí también tienen propiedades Julio Iglesias y Oscar de la Renta. Los cuartos en ese refinado “medio” se alquilan por un orden de 500 dólares la noche. En 1994 ello le reportó a Rangel ingresos del orden de los 7.600 dólares, que no declaró. En sus “Memorias”, Rangel se refiere a su “pequeña casa” frente al mar, en La Dominicana. La compró hace 20 años. Lo extraño es que Rangel adquirió la casa con un préstamo hipotecario que le fuera concedido, sin intereses. Gratis, entonces. Un abogado laboralista de Nueva York habría sido el promotor de la inversión de Rangel en el club de campo. Huele mal.

Todo lo antedicho está expuesto extensamente en los diarios de Nueva York. Y presumiblemente será investigado (en el propio Poder Legislativo) por los órganos que corresponden.

Queda claro, una vez más, que algunos políticos “progresistas” aprovechan de sus cargos para beneficio propio, mientras -como ocurre con Rangel- presionan públicamente por que se aumente el nivel de presión fiscal que pesa sobre los “ricos”. Notable.

Los revoltosos de Santa Cruz atacan al CEIJIS

Pocos esperaban que (en medio del caos boliviano generado por la siembra del odio y los resentimientos de la que es responsable Evo Morales y por la intervención descarada y constante de Venezuela en los asuntos internos de Bolivia, que ha alimentado esos odios y resentimientos) los muchos revoltosos que protestaron ruidosamente en Santa Cruz, el 9 de septiembre pasado, contra la imposición -ilegal y mañosa- por parte de Evo Morales de una nueva Constitución para Bolivia iban, en su frustración, a atacar no solamente a instituciones públicas, sino también a algunas privadas, por razones ideológicas. Sin embargo, eso sucedió.

En efecto, la ira de los jóvenes se dirigió también contra el Centro de Estudios Jurídicos y de Investigación Social (más conocido como CEIJIS) el centro de “pensamiento y difusión” de la izquierda radical boliviana que, con él, reprodujo en ese país la actividad que, desde hace rato, desarrolla en la República Argentina el CELS que conduce Horacio Verbisky, que opera desde hace años en nuestro país y es fuertemente financiado por las Fundaciones Ford y Tinker, de los Estados Unidos.

Del CEIJIS provienen varios de los ministros y funcionarios de primer nivel que secundan a Evo Morales en su empeño por llevar a Bolivia al autoritarismo político y al socialismo económico. De allí la cuota de bronca y rencor que se ha acumulado ya en su contra, que se manifestó abiertamente en las calles mismas de una preocupada Santa Cruz que, de pronto, se encontró al borde mismo del abismo. © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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