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jueves 17 de diciembre de 2009

Economía, Biología y Cultura

El fenómeno económico configura una de las manifestaciones más elevadas de la cultura, como lo testimonia la circunstancia de que solamente entre los pueblos mercantiles hayan aparecido los principios de la Matemática y el Derecho.

La Economía, fenómeno típico de la acción humana, da por sentado una serie de preceptos que son estudiados por otras ciencias.

Se vincula con la Biología, ciencia que estudia las manifestaciones de la vida, y más especialmente con una de sus ramas modernas, la Ecología.

Esta última, analiza las interrelaciones entre los seres vivientes y su medio físico y biótico. Cada especie, enseña la Ecología, necesita determinados materiales para crecer y reproducirse. La cantidad excesiva de un determinado elemento, en el medio que lo proporciona, actúa como factor limitante, y la distribución de cada especie está determinada por su ámbito de tolerancia a las variaciones de cada uno de los factores ambientales.

La Biología nos enseña que la tendencia evolutiva del hombre hacia la conquista progresiva de un mayor desarrollo mental lo fue independizando de la fuerza física para obtener elementos y luchar contra sus enemigos.

El lenguaje, las herramientas y las armas se perfeccionaron en rápida sucesión y el hombre comenzó a vivir en clanes y tribus, alejándose de sus antecesores primates solitarios y arbóreos.

Con el hombre, aún en estado primitivo, apareció la técnica, hija de su facultad de invención y ella hizo que el trabajo llegara a requerir agrupaciones mayores.

La actividad económica nace, entonces, de la naturaleza inteligente del individuo y tiene su origen en la característica de recurrir pacíficamente al prójimo para obtener una mejor satisfacción de sus necesidades. Ella no se presenta en aquellas funciones como las de la vida vegetativa del ser humano (respiración, circulación sanguínea, digestión, etc.) muy poco diferenciadas de las que se desarrollan en los animales y en las plantas.

El trabajo orgánico es intercambio constante e inconsciente con el medio mientras que el económico, o sea el trabajo mercancía, surge de la coordinación intencionada de individuos ajenos entre sí que cooperan mutuamente, produciendo más y mejores servicios adecuados a los gustos de los demás.

La cooperación entre personas ajenas al grupo familiar, tal como se realiza en el Mercado, no emana de un determinismo natural, sino que es un artificio creado por la mente para obtener mayor provecho de sus esfuerzos.

Si bien la división del trabajo y la cooperación caracterizan, en el terreno biológico a especies diferentes al ser humano, éstas se basan en las llamadas «señales», con lo que se quiere significar estructuras o actos innatos cuya función es desencadenar ciertas conductas instintivas en otros integrantes de la misma especie.

La Economía, en cambio, es una actividad consciente, intencional y pacífica, con el propósito de proveer un mayor beneficio a los individuos intervinientes.

Podemos afirmar entonces que la competencia económica se diferencia de la animal en que, mientras aquella constituye una tarea constante de superación en la oferta de bienes y servicios creados por el ingenio humano, la otra es una disputa instintiva y a muerte por la distribución del espacio y alimentos que la naturaleza pone a disposición de las especies.

El principio de evolución orgánica, indica que los múltiples animales y vegetales existentes en la actualidad descienden de organismos más simples, debido a modificaciones graduales acumuladas en el transcurso de las sucesivas generaciones.

El progreso de la Economía significa, por otra parte, la aplicación y el aprendizaje de nuevas técnicas productivas que permiten diversificar y refinar los consumos, todo ello factible por la creciente acumulación de capitales.

Una diferencia fundamental entre los objetivos de la Biología y los de la Economía radica en que uno de los propósitos de la primera es el estudio de las necesidades vitales básicas, tanto de los organismos animales como vegetales y de los elementos y procedimientos a su alcance para satisfacerlas. En cambio, la Ciencia Económica, trata de las técnicas comerciales y financieras para producir un creciente número de bienes que satisfagan tanto las necesidades vitales como los deseos, siempre mayores, que aparecen en el hombre y que son adicionales a sus requerimientos fisiológicos mínimos.

La Economía constituye entonces una filosofía de las relaciones humanas, producto del ejercicio racional del hombre. La Economía sólo comienza a desarrollarse en cuanto se perfeccionan los medios de comunicación entre los seres humanos.

Lenguaje, escritura, normas jurídicas, tolerancia respecto a extraños y técnicas de traslación de bienes y personas responden a la enumeración de los elementos primarios para el desenvolvimiento económico.

El fenómeno económico configura una de las manifestaciones más elevadas de la cultura, como lo testimonia la circunstancia de que solamente entre los pueblos mercantiles hayan aparecido los principios de la Matemática y el Derecho.

El entendimiento entre extraños para obtener un común y tácito acuerdo, coordinando esfuerzos en procura de un mejor nivel de vida, es el rasgo típico de civilización que probablemente menos se haya destacado.

No es correcta la división tajante entre bienes culturales y bienes económicos. Todo bien económico es, por esencia, un bien cultural. Los animales y salvajes, no conocen nada que se asemeje al activo intercambio de una sociedad civilizada. Un libro, un disco, la ejecución de una sinfonía, el sermón del religioso, los servicios del abogado, la galleta que fabrica el panadero son, en su correspondiente nivel, bienes logrados en sociedades de elevada cultura y, al mismo tiempo, bienes económicos, en razón que todos ellos están destinados al servicio del prójimo.

La Economía comienza a enunciarse como teoría en cuanto el pensamiento científico advierte la existencia de un sinnúmero de bienes e ideas, transferibles y comunicables, aptas para el mejoramiento del bienestar colectivo en cuyo intercambio pueden participar todos los hombres sin distinción de razas, nacionalidad o religión.

No es una mera casualidad histórica que se hayan delineado simultáneamente las primeras sistematizaciones respecto a los actos ordinarios del hombre con el gran impulso de la iniciativa en el terreno comercial e industrial a mediados del Siglo XVIII. En este periodo la Economía adquirió autonomía científica, fundándose en el desarrollo de los nuevos conceptos filosóficos sobre los derechos a la vida, a la propiedad y al libre ejercicio del trabajo inherentes a la criatura humana, a la que se reconoce como un fin en sí misma.

La idea de la Ciencia Económica independiente nace con los fisiócratas, obtiene un impulso definitivo con el desarrollo de la escuela inglesa, iniciada por Adam Smith, continuada por Tomás Malthus y David Ricardo, cuyo expositor en Francia fue Juan Bautista Say.

En todo acto de cambio voluntario existe un mutuo reconocimiento de la dignidad inherente a la persona humana, con un recíproco respeto a sus derechos y obligaciones.

El acto voluntario de cambio se funda en el derecho de propiedad del prójimo sobre su vida y bienes y en el asentimiento de ambas partes. La pertinente relación económica resulta así la sustancia de las normas jurídicas.

La Economía abarca el amplio campo de la libre determinación interindividual. Su esfera es el Contrato, cuyo objeto son las cosas y servicios transferibles.

La Política, o sea la función específica del Gobierno, debe entenderse como la utilización de la fuerza pública en servicio de la Justicia, persiguiendo el fraude, la violencia y las depredaciones interiores y exteriores, con lo que se convierte en un instrumento subordinado a la sociedad. © www.economiaparatodos.com.ar

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