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lunes 9 de febrero de 2009

El día después

En un año de campaña electoral y elecciones, la gran incógnita es qué nos deparará el lunes siguiente al cierre de los comicios. ¿Nos despertaremos con la noticia del nacimiento de una alternativa al proyecto hegemónico del kirchnerismo?

“Llega siempre el momento en que hay que elegir
entre la acción y la contemplación:
eso se llama hacerse hombre.”
Albert Camus

Los tiempos se precipitan. No cabe duda que la campaña electoral se ha lanzado, lo peculiar es que la carrera no termina con las legislativas sino que avanza hasta elección presidencial. ¿A qué se debe tanta prisa? Posiblemente la respuesta este en la pintura que ofrece el escenario político nacional donde se erige como gran ausente la gestión gubernamental. Más que un Ejecutivo administrando, lo que hay es un matrimonio digitando el poder sin atender las demandas perentorias de la gente.

La semana pasada, la arenga política de Néstor Kirchner, en un acto partidario en José C. Paz, fue a su vez, la más cabal demostración de la largada. Dos o tres frases bastaron para identificar los mensajes que el oficialismo tenderá a instalar en la sociedad a modo de verdad revelada: la crisis y todo cuánto afecte la economía local debe ser atribuido a la debacle internacional.

No ha habido errores en la “gestión K”, la autocrítica es utopía y hasta tal punto se autoevalúan que, de pronto, el mundo, nos copia todo. ¿Explicará eso la caótica situación internacional? Lo cierto es que Cristina no necesita acudir siquiera al viejo artilugio de “la pesada herencia recibida”. El mundo justifica; la burbuja nos está afectando más de la cuenta y la psicosis está.

El gobierno tratará de mostrarse como anestesia, instalará la idea de la culpa ajena y reafirmarán una y otra vez, las bondades de un Estado interviniendo hasta en los más nimios detalles: una falacia que se evidencia fácilmente si se observa la orfandad de las funciones básicas por las cuales debería velar el Estado Nacional: Salud, educación y seguridad.

Paradójicamente, la mayor preocupación de la gente no es tema en estos incipientes debates que buscan establecer quién está de cada lado, y quiénes se han de subir al escenario para frenar un poder hegemónico cuyos límites son en extremo difusos.

No ha habido anuncio de la Presidente que esboce siquiera un plan canje de seguridad a cambio de esas antojadizas “sensaciones de inseguridad” ciudadanas que no son ni avaladas por la estadística oficial. Acá no pasa nada. No secuestran, no violan, no matan, no roban. La criatura de dos años baleada en la isla Maciel es apenas una ilusión óptica o un personaje de la trama de un nuevo género periodístico: los noticieros de ficciones cotidianas.

La preocupación por antonomasia del kirchnerismo pasa por la portada de los diarios y el engaño a destajo. Incluso la elección en sí tampoco despierta gran interés, la preocupación es el día después. Jamás los Kirchner soportaron una derrota. Si la crisis con el campo y la votación legislativa que frenó la llamada “125”, fue un punto de inflexión para el matrimonio presidencial, una derrota electoral puede ser letal.

En Olivos sólo se suma y se resta. Encuestas y mediciones, sondeos y estrategias. Kirchner querrá ver en el diario del lunes posterior a la elección un titular que rece: “El oficialismo ganó” aunque debajo se lea que a pesar de los votos, perdió legisladores en su bancada. Lo que debiera ser esencial se convierte así en lo secundario del acto comicial. El “después”, la gobernabilidad no cuenta. Siempre se ha gobernado para el corto plazo y ese plazo vence en octubre para el elenco oficial. Lo que sigue luego será metodología conocida: si hay obstáculos capaces de frenar el poder K, se tratará de cooptar o borocotizar “opositores” gracias a esa levedad de convicciones que abunda en la dirigencia en general. Ahora bien, si el mecanismo no prospera la oposición deberá ser lo suficientemente prudente como para evitar que se cumpla el período presidencial sin una interrupción devenida de un estado anímico, de una lipotimia o de cualquier otro artilugio que puedan hallar los Kirchner para abandonar el partido antes del silbato final. A esta altura de las circunstancias hay muestras férreas de la incapacidad para manejar el país cuando los vientos de cola giraron en direcciones contrarias y las estadísticas del INDEC no bastan para paliar las huellas que vaya dejando la verdad.

Mientras esto sucede, el país se divide indefectiblemente. Hay una Argentina ilusoria que es aquella que lleva Cristina a sus giras. Lleva maletas vacías y afuera las aduanas funcionan de maravillas: lo que ofrece ha dejado de ser suficiente. El mundo no confía más. De nada sirve que se reiteren las crónicas de los viajes presidenciales que siempre enfatizan lo bien que nos va. La presencia de Cristina Fernández en España es una pesadilla aunque la diplomacia evite el papelón a simple vista.

Por otra parte, está la Argentina del oficialismo que se resume en sondeos de imagen y en la esquizoide búsqueda de permanecer con el poder sin diezmar. Néstor Kirchner está a años luz de la sociedad: su mundo se limita a las estadísticas y al reparto de fondos a cambio de votos. Metodología demasiado vieja y desde el punto de vista de la lógica, obsoleta.

Y finalmente está la Argentina de todos los días, la que viven y padecen los ciudadanos en lo cotidiano. Poco interesan en esa geografía las encuestas o mediciones. Es un escenario que viene desbordado. Aumentos indiscriminados y una parálisis económica que se hace notar, impiden vislumbrar allí, las Argentinas tan distintas que viven los Kirchner. La lucha por llegar a fin de mes se está convirtiendo en una encrucijada y los almanaques se adelantan. No hay siquiera una tregua de verano. Lo que debía suceder o era previsible que suceda en Marzo, está asomando en estos días.

¿Hasta qué punto puede el gobierno vivir en un país diferente al del pueblo? Si bien, la respuesta es imprecisa, los bolsillos son enemigos de la calma y presagian tormenta. El clima social se enrarece, el campo avanza con sus demandas y la oposición comienza a dialogar. De allí a las alianzas hay trechos enormes. Lo que debe dilucidarse en breve es qué se busca para la elección 2009. Si se pretende hallar una estructura partidaria que tenga su plataforma y su plan de gobierno prefijado, entonces, después a llorar a otro lado. Lo que urge es un freno a la impunidad y al despojo indiscriminado. Si el orden de aparición en las listas o la repartija de cargos se imponen a esta necesidad, las consecuencias será la hegemonía de los K.

No es tiempo de hilar fino. Es tiempo de sumar. De no comprenderse y disiparse el objetivo, es probable que el calendario termine también en Octubre para los ciudadanos porque el día después seremos ya marionetas entregadas a la manipulación absoluta cargando el cajón de una democracia muerta por codicia y mezquindad. © www.economiaparatodos.com.ar

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