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miércoles 12 de febrero de 2014

El derrumbe de las jerarquías

El derrumbe de las jerarquías

Cuando un gobierno comienza a transitar el final de un ciclo histórico –por razones institucionales o por motivos inherentes a su ineficiencia, o ambas cosas a la vez-, se produce un desvío paulatino en sus relaciones internas de autoridad

Resulta así cada vez más difícil conservar las tradicionales cadenas de mando, que se alteran, provocando “quebrantos” que sacuden el orden jerárquico preexistente.

Al mismo tiempo, se crean relaciones de “complicidad” y alineamiento entre distintos miembros de la organización, que se comunican con quienes están en su mismo “nivel”, lo que termina provocando un comportamiento colectivo distinto, que altera radicalmente la solidez de la estructura gubernamental.

Las formas autocráticas sostenidas por el gobierno kirchnerista para manejarse “hacia adentro” hasta hoy, han perdido valor por dicho motivo y la sociedad comienza a percibir desacoples que interrumpen la armonía de sus decisiones volviéndolas cada vez menos creíbles.

Al ser Cristina Fernández una persona emocionalmente lábil e insegura, estos hechos han comenzado a enfurecerla, provocando reacciones intempestivas de su parte, lo que “rebaja” aún más la credibilidad de sus seguidores.

Las deliberaciones del mini círculo “privado” del gobierno (Máximo, Kiciloff y quizá algún otro “camporista”), son retaceadas a los demás, apareciendo como consecuencia un segundo escollo muy difícil de paliar: la paulatina “desilusión” de quienes se sienten desplazados en el favor de la presidente, que ve así socavada aún más su autoridad.

Esta significativa decadencia de la jerarquía “original” –estentórea o silenciosa según sea el caso-, se ha intensificado, y por los resquicios que quedan entreabiertos comienzan a filtrarse algunos oportunistas que contribuyen –con malas artes-, a hacer más incomprensibles los mensajes del “alto mando”.

Es sabido que para poder sobrevivir, una organización debe evitar la aparición de continuos cambios de reacción que afecten su solidez y su credibilidad, para que la línea de demarcación entre dirigentes y dirigidos no se vuelva confusa como está ocurriendo en este momento con el kirchnerismo.

El prestigioso psicólogo social estadounidense Warren Bennis, fue uno de los primeros en alertar sobre la paulatina decadencia de ciertas burocracias políticas, aconsejando que supiéramos mirar más allá de ellas. Creía firmemente en la aparición de nuevos sistemas de organización para el futuro, que obligarían a resolver los problemas de supervivencia por medio de personas que representaran aptitudes profesionales “diferentes”, conectadas armónicamente entre sí.

Lo antedicho, implica más que nunca la imperiosa necesidad de homogeneidad “funcional” de un gobierno que está sufriendo la
desarticulación impuesta por Cristina Kirchner, quien evidencia despreciar totalmente las características de estas cuestiones.

Por este motivo, comienzan a alejarse de ella todos los que sienten la inutilidad de defender públicamente ideas con las que ya no
concuerdan, lo que puede convertir la caída final en algo catastrófico.

Los síntomas que señalamos en estas reflexiones ya han comenzado a advertirse y están provocando una creciente desintegración del gobierno, lo que redundará en un apoyo cada vez menor de sus políticas públicas y un mayor desprestigio popular.

El peor castigo para Cristina sería entonces que debiera continuar su mandato hasta el fin, soportando la humillación de verse reducida inexorablemente a cumplir el papel de una mera figura caprichosa y decorativa.

Si es que finalmente lo acepta. Lo cual es hoy una verdadera incógnita.