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jueves 5 de junio de 2008

El Ejército boliviano amenaza con usar la fuerza contra su propio pueblo

En medio de un clima social cada vez más convulsionado, los departamentos bolivianos que buscan convertirse en autónomos reciben todo tipo de intimidaciones.

El domingo pasado, los ciudadanos de los departamentos de Pando y Beni, en el Oriente boliviano concurrieron masivamente a las urnas –superando el miedo, las intimidaciones y las amenazas de todo tipo que llegaron desde el entorno de Evo Morales– y se sumaron a los del departamento de Santa Cruz en su reclamo de autonomía. Como los cruceños, aprobaron por amplísima mayoría el referendo que había sido convocado por las autoridades locales.

La serie de cuatro primeros referendos de autonomía se completará el 22 de junio, cuando los ciudadanos de Tarija concurran, también ellos, a votar.

Es de presumir que, luego de la votación en Tarija, los cuatro departamentos que conforman la llamada “Media Luna” del Oriente boliviano se habrán pronunciado –todos– masivamente a favor de la autonomía.

Un marco de tensión

Para todos ellos lo que está hoy en juego es enorme: nada menos que poder vivir en libertad. Escapando –en alguna medida– a la propuesta de reforma constitucional que pilotea a través de un mar de ilegalidades el propio Evo Morales, reforma que no solo es estructuralmente grotesca sino, además, racista y absolutamente antidemocrática. Por donde se la mire.

En un país polarizado ex profeso, que Morales ha crispado hasta el límite, sembrando el odio y alimentando incesantemente los resentimientos, el clima electoral del Oriente se ha ido cargando de tensión.

El referendo de Santa Cruz, el primero en realizarse, tuvo lugar con muy pocos incidentes. Los de Beni y Pando, en cambio, ocurrieron en medio de un clima de notoria ansiedad, con algunas preocupantes agresiones. El de Tarija posiblemente suceda en un clima aún más caldeado. Al menos así lo sugiere la tendencia.

Un mensaje imprudente

Por todo esto parece sumamente desafortunado que el comandante del Ejército de Bolivia, el general Luis Trigo, haya salido a opinar, “motu propio”, agregando una cuota de presión que era absolutamente innecesaria a una situación que ya se había complicado en exceso y que no está para bravatas de ninguna naturaleza.

Para Trigo, que obviamente de política sabe muy poco, “el presidente Evo Morales ha sido muy tolerante con sus opositores, pese a que tiene el respaldo de las urnas”. Esto supone ignorar burdamente que la democracia es ciertamente mucho más que una mera sumatoria de votos: entre otras cosas, es respetar a rajatabla la Constitución y a todos los poderes del Estado, asegurando especialmente la independencia del Poder Judicial, sin la cual nadie está protegido de la arbitrariedad; es tener siempre en cuenta a las minorías; es vivir en un Estado de Derecho; es no mentir desde la autoridad, ni abusar de la misma; es, entonces, limitar el autoritarismo y desterrar todo tipo de arbitrariedad; es no caer en el populismo; y, por sobre todas las cosas, es asegurar las libertades civiles y políticas, para todos por igual.

Una situación compleja

La situación de Morales es frágil. Hay lugares en su propio país a los que no puede siquiera visitar sin arriesgar generar, automáticamente, una situación de violencia.

Así lo atestiguan los graves incidentes de Sucre, del 24 de mayo pasado, cuando una multitud airada impidió a Morales encabezar un acto partidario en el “Estadio Patria”, de Sucre, que fue interpretado como una provocación. Más aún, Morales no pudo ni aterrizar en el aeropuerto de la ciudad.

La semana pasada Evo Morales, quien frente a los refrendos promueve la abstención, tampoco pudo visitar la ciudad de Trinidad (en Beni), donde (para tratar de influenciar los resultados de los referendos en curso) pretendió repartir dinero a los municipios locales. Ni la localidad de Guayamerín (emplazada también en Beni), donde había anunciado que haría un “oportuno” reparto de computadoras, que no obstante también se frustró. Incidentes sumamente violentos, protagonizados por campesinos “convocados” por Morales y grupos de los sectores autonomistas, impidieron en los hechos las dos visitas.

Un desafortunado recordatorio

En ese clima tan tenso y particular, el general Trigo creyó oportuno recordar a todos que tiene a su disposición el poder de fuego que le confieren las armas.

“Vamos a tener que aplicar lo que indica el manual” sobre el uso de la fuerza en los conflictos internos, dijo. Lo que es, por cierto, muy distinto a pensar.

Por lo demás, según el decreto 27977, del 2005, el uso de la fuerza militar debe ser expresamente instruido por el propio primer mandatario, quien así asume, como corresponde, responsabilidad por lo que en cada caso suceda.

Lo de Trigo –que es una soberana imprudencia– debe quizás ser interpretado sólo como una intimidación más. De las que hasta ahora no han funcionado ante una sociedad que tiene conciencia de que vive un momento particular, quizás su única oportunidad para no caer en una “dictadura del proletariado”.

Aunque lo cierto es que, hasta ahora, ni la Policía ni el Ejército bolivianos han tenido “gatillo fácil” y no han reprimido a su propio pueblo. Pero es obvio que si esto se altera, el caos podría generalizarse muy rápidamente. © www.economiaparatodos.com.ar



Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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