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jueves 13 de marzo de 2014

El fetichismo según Kicillof

El fetichismo según Kicillof

El Ministro de Economía planteó que existe un fetichismo de las reservas. La realidad es otra. Importan las reservas porque marcan el poder del fuego del BCRA para enfrentar eventuales corridas cambiarias

En estos días, el ministro de Economía planteó que hay un fetichismo de las reservas. Fetichismo es la devoción por los bienes materiales, y refleja la formación marxista del Ministro, por aquel concepto del “fetichismo de la mercancía” postulado por Marx.

Concretamente, lo que el Ministro trata de transmitir es que en Argentina hay una injustificada preocupación por el nivel de reservas.

La explicación del fetichismo no es muy útil. Cualquier atención que los decisores económicos presten a alguna variable económica podría ser descalificada aduciendo cierto fetichismo.

Si la gente quiere comprar dólares, por ejemplo, podría argumentarse que hay un fetichismo por el dólar. Y en lugar de solucionar los desequilibrios económicos que estén motivando esos deseos de compra de dólares, la visión del fetichismo llevaría a enfrentar esos deseos injustificados. De hecho, algo de esto ha ocurrido en los últimos dos años, dando lugar a los fallidos intentos de pesificación forzada de la economía.

Un modo más productivo de tratar de entender el problema de las reservas es dejar de lado la hipótesis de que en Argentina tomamos a las reservas como un fetiche, y analizar por qué motivo podría ser importante el nivel de reservas.

En una economía con inflación baja y estable, sin desequilibrios cambiarios, el nivel de reservas de su banco central es casi irrelevante. Eso explica la paradoja que planteó la Presidenta el año pasado, cuando argumentó que Argentina tenía proporcionalmente más reservas que Australia o Canadá. La explicación es que esas economías no necesitan muchas reservas en sus bancos centrales.

Por el contrario, en una economía con alta inflación, con atraso cambiario y con expectativas de devaluación, el nivel de reservas es importante porque marca el poder de fuego que tiene su banco central para enfrentar eventuales corridas cambiarias.

Justamente el tipo de corridas cambiarias que el Ministro, en las mismas declaraciones en las cuales habló de fetichismo, planteó que podrían poner fin a la actual tranquilidad en el mercado cambiario. Si es posible que ocurra tal tipo de corridas, el Banco Central necesita reservas suficientes para intervenir en el mercado con chances de éxito. Puede utilizar otros instrumentos, como la absorción de pesos y la suba de las tasas de interés, pero es poco lo que puede hacer si las reservas son escasas. No es casualidad que gran parte de las crisis económicas de la historia argentina hayan ocurrido al agotarse las reservas.

A tal punto esto es así, que las políticas monetarias y cambiarias del BCRA desde fines de enero pueden entenderse como un intento por cortar el fuerte proceso de caída de reservas de los meses previos.

No es razonable suponer que el Presidente del BCRA se contagió del fetichismo que denuncia Kicillof. Más razonable es suponer que sabe que el nivel de reservas es importante para la política cambiaria.

Fuente: www.lavoz.com.ar