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jueves 14 de agosto de 2014

El fin de la libre empresa

El fin de la libre empresa

 El Jefe de Gabinete, el ministro de Justicia y el equipo económico están intentando que las improvisaciones acumuladas en  tantos años no les estallen en el rostro dejando un tendal de víctimas sin parangón en la historia argentina

ESTATIZAR LOS MERCADOS.

Con el ánimo alterado, tratando de encontrar una salida al embrollo creado por ellos mismos y en su desesperación por escapar a las consecuencias de sus chapuzas, el gobierno se ha metido en un túnel oscuro y sombrío sin saber adónde le conduce.

Han preparado un proyecto de ley de “Defensa del consumidor” distorsionando el art. 43 de la Constitución Nacional. Este proyecto agrava todos los vicios de la vieja ley de Abastecimiento sancionada en 1974 poco después de la muerte de Juan Perón y dejada en suspenso en 1991 por otro gobierno peronista, el de Carlos Menem.

Ahora se disponen repetir los mismos errores de 40 años atrás pero amplificándolos. Tratan de crear tribunales políticos con mayor poder que los propios jueces de la Constitución y con facultades de aplicar multas millonarias a cualquier empresario que no cumpla con este intento de manipular políticamente la economía.

La idea de estos funcionarios, consiste en “estatizar los mercados” reemplazando la ley de la oferta y demanda por la voz de mando de un comisario político que dependerá del Secretario de Comercio,  quien indicará a todo el mundo empresario:

A)  qué se debe producir,

B)  cuánta cantidad tienen que fabricar,

C)  quiénes pueden transportarla,

D)  cómo debe ser comercializada,

E)  cuál será el precio de cada etapa y

F)  cuánta la ganancia permitida.

Esta norma sería aplicable a todos los factores de la producción, del comercio y de las actividades intermedias, incluyendo los servicios.

DECISIONES PRIVADAS SOMETIDAS A LA POLÍTICA.

Este despistado proyecto merece ser leído con atención porque implica el principio del fin de la libre empresa en Argentina y el inicio de un sistema chavista de organización de la economía, sujeto a marchas y contramarchas, supeditado al mando de gente inexperta.

Con absoluta soberbia,  creen estar en condiciones de asignar sabiamente los recursos productivos mejor que los mercados libres. Piensan utilizar la Planilla Excel y el cálculo de costos basado en la Cadena de Valor de Michael Porter     (clickear  EPT 2/04/14: La planilla Excel nunca podrá reemplazar al mercado;  EPT 26/03/14: Vamos a un nuevo fracaso: la planificación estatal de la economía)

Cabe recordarles que el Prof. Porter, de la Universidad de Harvard,  propuso una estrategia competitiva  basada en la confrontación, mediante el análisis de las cadenas de valor. Por ello, organizó la firma Monitor Group para que las empresas enfrenten  la competencia combatiendo a los rivales. Esta firma consultora llegó a tener 27 sedes en 17 países del mundo, pero tuvo que declararse en bancarrota,  incapaz de pagar la luz y el alquiler de sus propias oficinas siendo adquirida en 2012 por Deloitte.

Sobre esta endeble base esperan solucionar los problemas que ellos mismos han generado,  intentando redoblar la apuesta con un insensato intervencionismo y desafiando las leyes del azar, formuladas por el matemático suizo Bernouilli.

Se proponen reemplazar el derecho a decidir libremente y a organizar la propia empresa por las órdenes de un comisario político, incompetente y ajeno a toda responsabilidad. Los empresarios tendrán que cumplir instrucciones de un oprobioso  Estado servil.

NO PUEDE TAPARSE EL SOL CON UN DEDO.

El problema del equipo económico radica en su mente y en el menosprecio  por la realidad al adherir a un esquema dialéctico de origen hegeliano que cree que la acción humana se mueve por la oposición de las contradicciones, donde los que no piensan como ellos son enemigos.

Esta teoría está basada en la falsa creencia de que el funcionario sabe más que la gente lo que cada uno necesita y está dispuesto a pagar.  Por eso comienzan a usurpar el derecho de la propiedad y se disponen a ejercer la violencia contra los empresarios, perturbando seriamente el orden social.

El error fundamental de este tipo de medidas  no sólo es económico sino  antropológico. Puesto que  consideran  a todo ser humano como simple elemento o molécula del organismo social, de manera que el bien del individuo se debe subordinar al funcionamiento del mecanismo burocrático manejado por el Gobierno.

Por otra parte, consideran que este mismo bien individual puede ser alcanzado por el Gobierno, al margen de una opción libre con responsabilidad personal asumida por cada uno frente al bien o el mal.

Quizás sin darse cuenta  reducen a los individuos a meros autómatas de una  serie de relaciones sociales, aniquilando el concepto de que la persona es un  sujeto autónomo de decisión moral, que edifica el orden social con su acción humana libre.

Si estos personajes consiguiesen su propósito, el ciudadano argentino emprendedor carecerá de todo lo que pueda llamar “suyo”. Perderá su capacidad para actuar con iniciativa propia.  Pasará a depender de una ridícula maquinaria burocrática manipulada por ignorantes.

Entonces habremos perdido la dignidad humana y quedará entorpecido definitivamente el camino hacia la libertad y la  justicia para constituir una auténtica comunidad humana.