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jueves 28 de diciembre de 2006

El general debe caminar la trinchera

Los feriados decretados para el 22 y el 29 de diciembre alteraron el normal desenvolvimiento de las mesas de exámenes en las escuelas y provocaron graves problemas para cumplir, al mismo tiempo, con el calendario escolar y las evaluaciones previstas.

Cuando comencé a pensar sobre qué escribir esta semana, tenía la sensación de que ya había tratado un tema similar, así que fui al archivo y descubrí que había comenzado el año de una forma muy parecida al que voy a terminarlo: opinando sobre las decisiones que se toman improvisadamente, es decir sin contar con toda la información necesaria.

A principio de año me referí a las vacaciones escolares, ahora voy a hacerlo sobre los “asuetos administrativos” que se decretaron para la Nación los días 22 y 29 de diciembre, medida de la que se hizo eco el gobierno de la provincia de Buenos Aires.

Para información de los señores presidente y gobernador respectivamente, por algún motivo que ignoro, tanto los docentes públicos como privados entran dentro de la categoría “administración pública” y, por tanto, el viernes 22 como el 29 hubo de suspenderse la actividad en las escuelas.

Ésta es una época de exámenes, donde hay que combinar varias cosas, a saber: que los docentes que dan clases en varios colegios (la inmensa mayoría de ellos) puedan asistir un día a una institución a tomar los exámenes pertinentes, que a los alumnos no les coincidan tres materias para rendir el mismo día y que se cumpla con el calendario escolar, que no permite realizar actividades en enero.

Uno no puede alegremente pasar para el martes 26 los exámenes que correspondían al viernes 22, ya que es altamente probable que los docentes tengan ese día mesa en otro colegio, que los alumnos tengan otras materias, o ambas complicaciones a la vez. Las mesas del 29, por otra parte, no pueden correrse hacia adelante ya que se acabó el “curso lectivo”.

Para solucionarlo, las escuelas han tenido que apelar a todos los mecanismos posibles: que tomen otros profesores distintos a los que dictaron la materia en presencia del rector, mesas para alumnos que no tenían otros exámenes ese día y otra mesa de la misma materia otro día, etcétera.

Puede llegar a ser entendible que el general no tenga la menor idea de que en una trinchera no pueden usarse ojotas si se le ocurriera enviar ese tipo de calzado por el calor. En realidad, lo mejor es que el general estuviera de vez en cuando en la trinchera para saber cuáles son las necesidades reales. Pero, si no ha ido nunca, ¿no hay un oficial inferior, de los que sí están en la trinchera, que le diga algo? ¿Son tan obsecuentes los funcionarios, tanto del presidente como los del gobernador de la provincia de Buenos Aires, que ninguno les informa que el “asueto” es inaplicable sin nefastas consecuencias en el ámbito educativo? ¿No sabían a principio de año que el 25 y el 31 iban a caer en lunes y podrían haber decretado el asueto para que el calendario escolar lo contemplara desde el principio?

Me preocupa más que ningún funcionario haya alertado sobre esta situación a la ignorancia de las más altas autoridades.

El artículo que publiqué la segunda semana de este año se llamaba “Mejor es improvisar” (clickear). Lo seguimos haciendo con gran éxito. Esperemos haber aprendido algo para el 2007. © www.economiaparatodos.com.ar

Federico Johansen es licenciado en Ciencias de la Educación (UBA) y miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres.

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