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jueves 30 de diciembre de 2004

El nuevo tipo de sobreprotección

En la actualidad, los padres permiten que los niños y adolescentes tengan la libertad para realizar cosas para las que no están preparados pero, al mismo tiempo, se hacen cargo ellos mismos de las consecuencias de los actos de sus hijos.

La sobreprotección de los niños y adolescentes es un fenómeno estudiado desde hace muchísimos años. Sus efectos son claros y evidentes: personas inseguras, con poca fortaleza, que suelen evitar el esfuerzo y siempre buscan a alguien que solucione sus problemas.

Sin embargo, el tipo de sobreprotección ha cambiado en los últimos 20 o 30 años de una manera sutil. Anteriormente, se nos sobreprotegía no permitiéndonos ejercer la libertad para la cual estábamos preparados, es decir, no nos dejaban hace las cosas que estábamos capacitados para hacer y nos suplían haciéndolas. Una vez que nos daban la libertad para realizarlas, nos equivocábamos algunas veces por falta de práctica pero luego teníamos éxito y, desde un principio, nos hacíamos responsables de las consecuencias de nuestros actos.

En la actualidad, la sobreprotección consiste en permitir que los niños y adolescentes tengan la libertad para realizar cosas para las que no están preparados, y no permitirles hacerse cargo de las consecuencias.

Para poner un ejemplo escolar: si uno hace 20 años se llevaba materias a examen, lo encerraban a estudiar (se supone que a cierta edad uno ya tiene madurez para definir cuánto tiempo estudia), es decir, no nos permitían elegir “libremente” el tiempo que asignábamos al estudio. Si nos iba bien, bien, y si nos iba mal, problema nuestro. Hoy, un chico que se llevó materias a examen goza de la libertad de “salir” cuando quiere. Pero la cuestión es que los padres (para ser estadísticamente veraz, “las madres”) acuden a los establecimientos educativos a hablar con los docentes para contarles que no han logrado motivar a su hijo, que no lo comprenden, que el hijo “se mató” estudiando durante el año pero que nunca fue reconocido y por eso dejó de estudiar, etcétera, etcétera. Y, por supuesto, cuando al hijo lo bochan, el increpado es el profesor, ya que “la profesora particular me dijo que sabía todo” (este tema merecerá en el futuro un artículo aparte). Al margen, la cantidad de madres esperando en las entradas de los colegios a sus pobres criaturas de 15 o 16 años mientras rendían para mostrar “como se ocupan” que he visto este año, me habla de que este tema de la sobreprotección viene de mal en peor.

Para salir del ámbito educativo, a los que hoy tienen 45 años no les permitían salir hasta la madrugada cuando tenían 14 años. Hoy se les permite, pero cuando el niño o la niña en estado alcoholizado cometen desmanes en un boliche y los meten presos, los padres van a sacarlos y la culpa la tienen “los patovicas” ya que ellos sólo se estaban defendiendo.

En esta línea, hace poco me contaron que en un country de la zona norte un niño de 14 años con un cuatriciclo comenzó a hacer coleadas por la noche en el jardín de un vecino, levantándole el pasto. El dueño de casa para detenerlo le hizo una suerte de “tacle” y lo tiró al piso. Luego, llamó a la guardia para que se llevaran al chico hasta que sus padres lo buscaran. Moraleja: el guardia que se llevó al chico fue despedido y el dueño de casa debe afrontar un juicio por lesiones. Obvio los comentarios.

Si seguimos actuando de esta manera, si no permitimos que los chicos se hagan cargo de las consecuencias de sus actos (de las buenas y de las malas), si les damos anticipadamente libertades que no pueden asumir ya que no pueden hacerse cargo de los efectos, lo que formaremos será una generación de jóvenes inseguros, poco creativos, poco emprendedores y a la búsqueda permanente de a quién echarle la culpa de sus propios fracasos. © www.economiaparatodos.com.ar



Federico Johansen es docente, director general del Colegio Los Robles Pilar y profesor de Política Educativa en la Escuela de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UCA (Universidad Católica Argentina).




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