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jueves 23 de junio de 2005

El tero se equivocó

La decisión de la Corte Suprema de la Nación de no conceder la extradición del etarra Jesús María Lariz Iriondo puede tener graves consecuencias, directas e indirectas, para nuestro país.

Es bien conocida cuál es la característica del tero: pone los huevos en un lugar pero grita en otro como mecanismo de defensa de sus intereses. La naturaleza es sabia y le dio al ave de referencia su manera de defender así a su cría. Pero el uso y abuso de estas conductas en los humanos como mecanismo defensa, distracción, etcétera, no necesariamente da los mismos resultados. A veces la gente se puede dar cuenta de la estrategia.

La política comunicacional, de ribetes compadritos y altaneros, que ha llevado en forma personal el presidente de la Nación, con las modalidades propias del tero, le ha dado sus buenos resultados. Un ejemplo basta. Mientras criticaba con fervor casi irracional las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI), cumplía al pie de la letra con el compromiso de pagos con ese organismo internacional. Pero no siempre ese estilo confrontativo en la superficie y conciliador detrás de bambalinas, sin la mirada de la gente, es válido.

Hoy, esa conducta lo ha dirigido de frente, a toda velocidad y sin escapatoria, a lo que parece un callejón sin salida. Y, lamentablemente para él, se equivocó.

El problema es que debe reconocerlo y hacerlo público. ¿Usted cree poder verlo?

Veamos. Cuando utilizó la cadena nacional para pedir a gritos por radio y televisión que el Congreso nacional expulsara a la Corte Suprema de Justicia, nunca pensó que la nueva integración por él propuesta le iba a causar uno de los dolores de cabeza más importantes que sufriera su gestión.

No me refiero al fallo de la Cámara Criminal que le otorgó la libertad a Chabán. Hecho relevante pero no sorpresivo después de apañar y tomar como propios los criterios garantistas del ahora integrante de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Eugenio Zaffaroni.

En mi íntima convicción, otra vez la estrategia del tero se hace presente para ocultar el verdadero motivo de su cólera. Creo que la bronca contra la justicia en sus recientes dichos en la localidad de Chascomús –“Este Gobierno no se va a callar la boca ante fallos que hieren la moral y la dignidad de los argentinos”- tiene, en realidad, el objetivo de atacar el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que no concedió la extradición al etarra Jesús María Lariz Iriondo.

El presidente sabe que el fallo no es ingenuo y traerá serias consecuencias.

Consecuencias directas: el profundo malestar en España, principal inversor en el país, al no reconocer como actividad terrorista los delitos por los cuales era requerida su extradición. El juez español Garzón, de conocido y elevado prestigio por el sector más progresista de nuestra política criolla, quiere juzgar a Lariz Iriondo por su presunta participación en el ataque contra una patrulla terrorista de la organización separatista vasca, cometido en 1984, en la localidad de Eibar, y en el que sólo hubo heridos. También hay cargos contra Lariz Iriondo por estragos y detención ilegal, y por tenencia ilícita de explosivos y armas.

Consecuencias indirectas: la Argentina se convierte en receptora y protectora de los derechos de los terroristas, no ya referidos a nuestra propia historia, sino que a partir del fallo de la Corte Suprema de Justicia, la que nuestro presidente colocó en sus sillones, le damos cobertura a cualquier forma de terrorismo, en este caso la que reclama ajustada a Derecho el estado español.

Pero ello no es lo más grave.

Con esta decisión del máximo tribunal de justicia argentino, y en forma inmediata, sin muchas explicaciones o excusas válidas, se coloca a la Argentina de Kirchner como potencial y principal enemigo de los intereses de los Estados Unidos en la región, al cobijar dentro de su territorio a su principal enemigo mundial: el terrorismo.

Este garrafal error, enmarcado en profundas convicciones ideológicas que marca como un derrotero toda la gestión de esta administración, es el que ahora y a los gritos el presidente quiere enmendar.

¿Reconocerá su error? ¿Pedirá otro juicio político para los recientes integrantes de la Corte? ¿Intervendrá el Poder Judicial?

¿Cómo reaccionará el gobierno de Bush? ¿Cuál será la posición de la embajada norteamericana al respecto? ¿Habrá que leer próximamente las columnas del prestigioso analista político Joaquín Morales Solá para inferir alguna respuesta?

Son muchas preguntas, demasiados interrogantes, que por los tiempos que corren solo Dios y el tiempo podrán contestar. © www.economiaparatodos.com.ar



Rodolfo Civitarese es abogado, analista político y miembro de la Fundación Atlas 1853.




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