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lunes 14 de abril de 2008

El tiempo es veloz, ¡celebremos la vida!

La noción del tiempo que propone la era en la que vivimos es el del transcurrir instantáneo e inmediato, donde todo sucede tan rápido que no llegamos a vivirlo. Existen, sin embargo, puntos de parada naturales que nos alejan del vacío y nos llenan de vida.

A lo largo de la evolución de la humanidad y del pensamiento, hemos asistido a cambios en la concepción de nociones muy importantes. Hoy, quiero detenerme en los cambios que sufrió la noción del tiempo.

Antiguamente, la concepción del tiempo era circular y el hombre, como parte integrante de la Naturaleza, también estaba regido por esa noción. En la vida cíclica, todo regresa de nuevo.

A partir de la Revolución Industrial, el tiempo del reloj y de las máquinas fue el que comenzó a regir la actividad humana; entonces se pasó a una noción y medición del tiempo lineal: pasado-presente-futuro.

Actualmente, en la era tecno-informática, se produce un nuevo giro en la noción del tiempo. Ahora el hombre se adapta al tiempo que impone la computadora. Un tiempo cuya velocidad lo vuelve imperceptible a la conciencia humana, de modo que opera sin que tengamos la posibilidad de experimentarlo. Todo sucede en forma instantánea, inmediata. Es posible estar ya mismo en todas partes. Vivimos en un mundo expandido, sin fronteras, ni límites geográficos.

Esta nueva manera de percibir el tiempo tiene como correlato en la experiencia subjetiva la vivencia de inmediatez, cortoplacismo, el incremento de la ansiedad, la limitada tolerancia a la frustración, el aumento del estrés, la sensación de vacío existencial.

Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿no existen, acaso, en el transcurso indetenible del tiempo, puntos de parada naturales, incisiones que posibiliten una articulación rítmica del acontecer, es decir, que detengan el “tiempo que arrastra” y posibiliten cierta especie de ciclo que vuelva a su punto de partida y se renueve siempre?

Estas incisiones existen también en la vida humana, porque ella no está solamente arraigada en la historia, sino también en la naturaleza. Estos puntos de parada naturales en la vida del hombre son los ritos, las fiestas determinadas. Ellas son las que detienen esta tendencia progresista del tiempo que nos deja en el vacío.

En las celebraciones, el hombre se detiene y “festeja”. Las fiestas significan puntos de parada en el flujo del tiempo, porque en lugar de un movimiento que se dirige hacia una meta infinita, imprevisible, hay ahora incisiones alcanzables: se vive orientándose hacia el día festivo.

Nos alegramos esperándolo y reunimos fuerzas para alcanzar y para realizar antes el trabajo necesario. En ese día de fiesta se alcanza la tranquilidad para retornar, luego, con nuevas fuerzas al flujo del tiempo.

Recordando las palabras de John Lennon, “la vida es aquello que sucede mientras planeamos el futuro”, los invito a vivir y celebrar el presente. © www.economiaparatodos.com.ar

Jorgelina Hernando es licenciada en Psicología y miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres.

Bibliografía
Bollnow, Otto Friedrich, Filosofía de la esperanza: El problema de la superación del existencialismo. Anexo: Para una antropología de la fiesta, Buenos Aires: Fabril Editora S.A., 1962.
Blejchbord, Liliana y Martínez, Victoria, “La Utopía del Despertar” en: Berbeglia, Carlos Enrique (coordinador), Violencia y Cultura: nuevas propuestas para una antropología argentina, primera edición, Buenos Aires: Biblos, 2003.

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