Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Scroll to top

Top

jueves 16 de agosto de 2007

Enrique Olivera no es –ciertamente– ni Guillermo Moreno, ni Hugo Chávez

Un análisis de los parecidos entre nuestras desgracias y bochornos locales con las vergüenzas y desatinos de otros países del mundo.

Francia y Argentina enfrentan –a su manera– a la calumnia política

A todos aquellos que siempre tuvimos claro que Enrique Olivera no sólo es un señor, sino que es un señor honesto, no nos sorprendió la noticia de que – después de dos años de haber sido acusado (falsamente) de omitir la declaración de dos cuentas bancarias en el exterior- su acusador, el ex funcionario progresista -e “ibarrista”- Daniel Bravo, reconociera finalmente que sus acusaciones contra Olivera eran falsas y que habían creado “un manto de dudas” sobre el candidato a legislador porteño por el ARI.

Uno puede, o no, estar de acuerdo con las ideas políticas de Enrique Olivera pero, conociéndolo desde hace años, era imposible pensar que las acusaciones vertidas en su contra por quien fuera instrumento de “alguien” que no ha dado aún la cara, fuesen ciertas.

Pero, además, porque quienes hemos visto actuar a los Kirchner, a los Ibarra, y a sus circunstanciales “compañeros de ruta” (cortados todos con la misma tijera) no podemos pensar jamás, de ellos, lo que opinamos de Olivera. Porque están en su antípoda moral. Esto es, no podemos presumir que este “progresista” (en rigor, más bien “resentido”) lote de personajes sea como Enrique Olivera. No lo es.

El hijo del dirigente socialista Alfredo Bravo pidió disculpas (tardías) a Olivera y a toda su familia, arguyendo que había sido “utilizado involuntariamente” (engañado, entonces), aclarando que -después de su tropelía (el delito de calumnia)- piensa que Enrique Olivera “es un hombre de bien, de conducta intachable”. Pero tardó demasiado tiempo en admitirlo y, peor, tuvo que atravesar la presión de un proceso judicial para aceptarlo, lo que lo descalifica humanamente.

Todavía queda una importante instancia judicial para desenmascarar a los responsables de lo sucedido: la de la Sala I de la Cámara Federal, que debe resolver en la causa en la que Elisa Carrió y Enrique Olivera acusan -ambos- al Presidente Néstor Kirchner, a su Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y a la agencia de noticias oficial “Telam” de engañar al electorado.

Dudamos de que los magistrados se animen a llamar a las cosas por su nombre, pero veremos. Como todos, podemos equivocarnos. Particularmente porque estamos en una Argentina distinta, que está cambiando aceleradamente ante la catarata de episodios de corrupción que está empapando al gobierno de Kirchner.

El notable paralelo francés

La corrupción política -es cierto- no es solo un fenómeno argentino. Ocurre en muchas otras partes. Aunque sin la conducta torpe, cuando no ofensivamente burda y desfachatada, que, en esto y en otras muchas cosas, caracteriza a los “progresistas” nacionales, que alguna vez se auto-rotularon “serios” y ha quedado acreditado que ciertamente no lo son.

Algo bastante parecido está, por ejemplo, sucediendo en este mismo momento en Francia. En la “nueva” Francia, la de Nicolás Sarkozy.

En efecto, el arrogante Dominique de Villepin, quien -pese a haber sido el “Delfín” de Jacques Chirac, y a sus muchas mañas- no pudo derrotar a Sarkozy en su carrera por llegar a la presidencia gala, pese a que fuera Canciller de Francia y Jefe de Gabinete de Chirac, está ahora procesado por “complicidad en una denuncia calumniosa” contra Sarkozy, con la que tratara de descarrilarlo políticamente. Pero también por “robo, abuso de confianza y complicidad en el uso de documentos falsos”. Una vergüenza inolvidable.

Pero ocurre que en Francia la justicia es independiente e imparcial. De veras. A Diferencia de la Argentina, donde la reforma del Consejo de la Magistratura -pergeñada e impulsada por la Sra. Kirchner- lo ha puesto de rodillas ante el Poder Político. Y el juez francés actuante no cayó en las redes de Villepin cuando éste, en el apogeo de su carrera política, pretendió involucrar a su rival en un presunto “affair” de “lavado de dinero”. En el llamado “Caso Clearstream”, un engaño tan fallido como mayúsculo.

Para ello Villepin aparentemente usó a un ex presidente de la constructora “Airbus” (ahora de capa caída), Jean-Louis Gergorin, y a un General que pertenecía a los servicios secretos de Francia, de apellido Rondot.

El juez ante quien se radicó la mendaz denuncia, Renaud van Ruymbeke, no solo era incorruptible, sino capaz. Y ciertamente corajudo. Por esto no cayó en la celada y el “affair” se desinfló, dejando a sus autores al desnudo.

A la manera de los Kirchner, Villepin, decepcionado con el juez -que no quiso acercarse hacia donde Villepin sugería estaba “el sol más caliente”- ordenó iniciarle un proceso disciplinario, para tratar así de intimidarlo. Como le ocurriera al discutido Juez Tiscornia, entre nosotros en el caso de los FAL de la Garré. Pero van Ruymbeke es hueso duro de roer y no cedió.

Como consecuencia, hoy dos magistrados instructores, Jean-Marie d’Huy y Henry Pons, procesaron a Dominique de Villepin. Sin titubear. Le impusieron una dura fianza, de 200.000 euros, y le ordenaron no visitar a, ni hablar con, Gergorin, Imad Lahoud (el aparente autor del fraude informático), el referido general Rondot, y, gran sorpresa, tampoco con Jacques Chirac, de quien también se sospecha.

Toda una humillación para Villepin y sus allegados. Pero también una lección de moralidad política, que debiera ser tenida en cuenta en nuestro medio.

Reacciones “paralelas”

¿Qué dice el bueno de Villepin? Muy simple, lo mismo que dice Bravo, o sea: que “él también fue engañado”. Difícil de creer. Particularmente cuando hablamos de “vivos”. No solo por las circunstancias, también por los personajes. Además, por si acaso, Villepin alega “incompetencia de jurisdicción”, sosteniendo que como ex magistrado que es, a él le corresponde ser juzgado ante la Cour de Justice de la République. ¿Como se dirá en francés aquello de “por si las moscas”… ?

Una vergüenza como cualquier otra, o quizás una mancha más al tigre, al que ahora pocos admiran. La trampa para destruir políticamente a Sarkozy no funcionó. Como dijo Sarkozy, gráficamente, “la bala, de pronto, se transformó en boomerang”. Es cierto.

El arrogante Villepin es, recordemos, autor de algunos libros de bastante “medio pelo”. Entre ellos, de una historia de la época de Napoleón. Este libro curiosamente habla más de Fouché que del mismo Napoleón. ¿Quien era Fouché? Muy simple. El creador de la policía moderna, un gran conspirador, y el padre de las modernas técnicas de seguimiento y espionaje de los rivales políticos. ¿Será casualidad? No, más bien pareciera ser una señal. ¿O me equivoco?

Para pensar

Para cerrar este capítulo le propongo, lector, que se haga una pregunta. ¿En qué país es más probable que se encuentre al responsable de las calumnias vertidas contra Sarkozy y contra Olivera? ¿En Francia, o en Argentina?

No lo diga. Sé lo que piensa. Tiene razón. Hay grados y grados de decadencia moral. El nuestro es superlativo. La descomposición de la autoridad corroída por la sal de la corrupción es evidente. La de la sociedad, también. Pero éste tiene posibilidades de reaccionar. Y es hora.

Hay destinos alternativos para el ínclito secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno

Pocas veces en la historia reciente un funcionario público ha desplegado abiertamente un nivel de pésima educación, intimidación, agresividad, y hasta de arbitrariedad parecido siquiera al del Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, el hombre que se cree con derecho de llevarse a todos por delante (“puestos”, dice él), uno de los más “fieles intérpretes” de la visión económica (“modelo” le llaman) del Presidente Néstor Kirchner.

El mencionado Moreno acaba de afianzar su poder en el manoseado INDEC. Uno de sus más incondicionales colaboradores, Rubén Sampino, que en su momento liderara la intervención al mercado de hacienda de Liniers, “coordinará”, en más, el trabajo de quienes, en el INDEC, tienen a su cargo la “Encuesta Permanente de Hogares”, que elabora los datos del desempleo, el trabajo en negro y la pobreza. Esto ocurre en medio de la desazón de los empleados del INDEC “que no quieren mentirle a la sociedad”, según dice Hugo Yasky, de la CTA.

Mientras esto ocurre, en el escenario internacional que, desde el comienzo de la gestión Kirchner, proporcionara al gobierno un fuerte “viento a favor”, aparecen grietas que amenazan con debilitar el referido “viento” y dejar a Don Néstor con una demanda de los bienes que exportamos disminuida, recortando así lo que hasta ahora ha sido su “maná”.

Mirando en derredor, es difícil encontrar economías exitosas que contengan el nivel de discrecionalidad económica con el que opera la nuestra. Hay, sin embargo, experiencias que seguramente le gustaría imitar -y hasta protagonizar- a Moreno. Por lo menos, dos.

Me refiero a las de Corea del Norte y Zimbabwe, ejemplos de arbitrariedad absoluta en materia de decisiones económicas que terminaron con las respectivas economías al borde mismo del abismo.

Ambas se basan en tratar de alcanzar el llamado “juche”, nombre con el que, en 1972, Kim Il Sung (el Presidente “eterno” de la aislada Corea del Norte, que falleciera en 1994) definiera a la “autosuficiencia”, según él un estado de cosas ideal desde que, sostenía, “elimina la dependencia de terceros”, sin advertir que lo cierto es que conduce al aislamiento internacional. En rigor, lo que la experiencia sugiere, es que elimina la riqueza y engendra, inexorablemente, la pobreza.

Corea del Norte no ha podido, en décadas, superar las hambrunas de su pueblo. Ni contener a su gente que, como los cubanos, procuran -agobiados- escapar del país. En el caso de Corea del Norte, hacia China, en busca de una vida mejor.

Zimbabwe es solo escasez. De absolutamente todo. Con una inflación que ha superado el 8.000% anual, que parece ir en busca de batir todos los “records” que estableciéramos los argentinos. Con el final de siempre, allí como aquí, el del llamado “Rodrigazo”, que destruye riqueza y terminan pagando todos, menos los “vivos” de siempre.

La relación de Mugabe con el fallecido líder comunista de Corea del Norte fue una suerte de “amor a primera vista”.

Corea del Norte, tan pronto Zimbabwe alcanzara su independencia, en los 80, le envió cientos de “asesores” militares. A la manera de lo que hacen ahora Venezuela y Cuba con la Bolivia de Evo Morales. Ellos “entrenaron” a la dura “Quinta Brigada” del Ejército de Zimbabwe, especializada en represión. Aquella que, en los 80, reprimiera duramente a la gente en Matabeleland, simplemente porque osaron votar en contra de Mugabe, dejando un tendal que superó los 20.000 muertos. Ellos también enseñaron al personal de Mugabe las técnicas del “lavado de cerebros”, basadas en humillar a todos quienes piensen distinto, de manera de poder “reorientarlos” en el “camino de la verdad”….

Mugabe copió a Kim Il Sung sus medidas más increíbles: como la expulsión de los corresponsales de los medios extranjeros; el incumplimiento desafiante de su deuda externa; la reducción al mínimo de los intercambios comerciales y culturales con terceros países, llevándolos a niveles “de lo indispensable”; el control absoluto de la información; y la fijación de los precios de absolutamente todo lo que se intercambia en la economía, sean ellos bienes o servicios. Además, la celebración entusiasta del cumpleaños del líder como fiesta nacional, lo que -más cerca nuestro- Fidel Castro y Evo Morales han ya imitado.

El gobierno, creen Mugabe y los malogrados Kim Il Sung y el rumano Nicolae Ceasescu, así como nuestro Guillermo Moreno, sabe mucho más que los mercados. Y no se equivoca nunca. La historia, no obstante, sugiere algo diferente.

El Parlamento de Zimabwe está ahora considerando una reforma constitucional, en virtud de la cual el Presidente de ese país podrá elegir “a dedo” a su sucesor. Como Kim Il Sung hiciera con su hijo, el gordito Kim Yong Ill, que lo sucediera en el poder, compartido siempre con la uniformada oligarquía local. O como otros hacen, eligiendo -con el mayor de los desparpajos- a su propia esposa como su heredera en el poder.

Todo esto Guillermo Moreno lo sabe bien. Si las cosas, de pronto, salen mal en esta tierra criolla, el hombre tiene por lo menos dos naciones en las que eventualmente recalar: Corea del Norte y Zimbabwe. El problema es que allí todo lo que hace Moreno ya ha sido hecho y es obvio que esa receta ha fracasado, rotundamente.

Hugo Chávez no respeta a nada, ni a nadie

El episodio de la valija con 800.000 dólares en efectivo secuestrada en el Aeroparque metropolitano al aterrizar allí un vuelo “charteado” por los oligarcas de ENARSA, parece haber dañado -severamente- lo que quedaba de la “imagen” de un gobierno como el de Néstor Kirchner, inundado por la corrupción, como ningún otro en la historia reciente.

El escenario nacional está cada vez más repleto de maniobras que huelen mal, absolutamente torpes, puestas en ejecución de manera llamativamente tonta por parte de algunos de los funcionarios de la administración K, quienes se sienten más allá del bien y del mal. Impunes, entonces.

Ocurre que todo lo que Hugo Chávez ha tocado en de su última gira por la región parece estar podrido. Su reciente visita al Uruguay, al día siguiente del episodio de la “valija”, no ha sido diferente. Allí también se desató un misterioso escándalo, uno extraño y sugestivo.

Uruguay está cambiando los fusiles de asalto que utilizan su Ejército y su Armada. Hasta ahora en la Banda Oriental se usa el viejo FAL (el arma que nuestra sospechada Ministro de Defensa, la Garré, pese a su pasado cercano a la subversión, manifiesta “no conocer”).

Para ello convocó una licitación internacional, al final de la cual los proveedores de dos armas pugnan por ser adjudicados. En primer lugar, el fusil ruso AK 101. En segundo, el iraní KH 2002, que no podrá ser el ganador, desde que el “socio estratégico” de Chávez (Irán) ha sido objeto de un “embargo de armas” por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en función del cual ninguna nación puede comprar o vender armas o municiones a Irán. Tampoco Uruguay, naturalmente.

Cuando las cosas entraban en la etapa de definición de la aludida licitación, se descubrió que a bordo del la fragata “ROU 04” de la Armada Uruguaya, que acababa -curiosamente- de llegar procedente de Venezuela, había un importante cargamento de munición destinado -teóricamente- a las armas iraníes. Habiendo sido superada la etapa de la prueba de las armas en el proceso licitatorio en curso, la sospecha obvia es que las municiones, audazmente embarcadas en un buque de la armada Oriental, tenían otro destino. Para algunos, armar a “grupos de choque” orientales, de orientación radical y vinculados al paranoico bolivariano.

A esto cabe agregar que también fuera del itinerario recorrido por el último “tour” de Hugo Chávez, en Chile, hay señales de que el “generoso” Chávez está promocionando al Senador Socialista Alejandro Navarro, electo por la región de Bío-Bío (VIII). Navarro preside el “Comité Chile-Venezuela” del Parlamento; viaja constantemente a Caracas; acaba de organizar una gira política para la Embajadora de Venezuela en Chile, en su región; y ha justificado públicamente el cierre de “Radio Caracas Televisión”. Los rumores, que no han sido objeto de investigación, sugieren que su campaña fue financiada por Chávez, presumiblemente con “valijas” repletas de dólares en efectivo, como la secuestrada en Aeroparque.

El principio de “no-intervención” en los asuntos internos de otros Estados, tradicional en la diplomacia de nuestra región, solo se aplica para Chávez cuando juega “a favor” de su régimen. Jamás “en contra” de su inusitado “activismo”. Increíble, por lo que significa como presión e infiltración permanente de Chávez y de su aliado Castro en los países de la región. Incluyendo a Chile.

Ante todo esto, resulta inexplicable haber visto a la Senadora Cristina Kirchner en nuestras pantallas de televisión, escuchando la retórica gastada de Hugo Chávez -vestidita prolijamente con uno de sus trajecitos, en este caso, uno de color rojo subido, obviamente para “complacer” al visitante- y asintiendo, visiblemente embelecada, a cada uno de los insultos proferidos “urbi et orbi” por el mal educado bolivariano desde nuestro podio oficial -coronado con el escudo argentino- con movimientos -ostentosos y asertivos- de su cabeza, cual alumna inexperta frente a un profesor arrogante, que ama ser ensalzado. Venezuela es, recordemos, el “aliado estratégico” latinoamericano de Irán y es, además, nuestro propio “aliado estratégico”. Qué ensalada! ¿Cómo era aquello de “dime con quién andas”…? © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

\"\"
Se autoriza la reproducción y difusión de todos los artículos siempre y cuando se cite la fuente de los mismos: Economía Para Todos (www.economiaparatodos.com.ar)