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miércoles 28 de enero de 2015

¿Estado ‘de bienestar’ o capitalismo?

¿Estado ‘de bienestar’ o capitalismo?

El capitalismo no tiene nada que ver con los gobiernos…

Por ende, menos tiene que ver con gobiernos ‘de ricos o de burócratas’. Los gobiernos siempre están conformados por burócratas. Y los burócratas se hacen ricos gracias al poder del gobierno. Perennemente ha sido así, salvo honrosas excepciones. Por ello, es del todo incorrecto hablar de ‘gobiernos capitalistas’ lo cual es una aberración ya que, por su propia naturaleza, los gobiernos son anticapitalistas en la medida que ninguno de ellos puede jamás producir absolutamente nada, y el capitalismo es un sistema de producción por encima de cualquier otra consideración.

La mayoría de las personas son ideológicamente anti-capitalistas en tanto que sostienen que ‘lo ideal’ son modelos ‘intervencionistas’, ‘mixtos’, ‘híbridos’, etc., que combinen ‘lo mejor’ del capitalismo y del socialismo. Más allá que no puede hallarse ninguna certeza empírica sobre qué cosa podría catalogarse como ‘lo mejor’ del socialismo, yo no conozco ningún caso de «éxito» de economías ‘híbridas’, ni pasados ni presentes, aun cuando la mayoría de los planes económicos mundiales son de este tipo. Es decir si, son exitosos para sus burócratas, los directores al frente del gobierno y su corte de pseudo-empresarios prebendarios, pero no lo son para nadie que no forme parte de dicho círculo. A partir de la ‘hibridez’, el nivel de vida de esos pueblos cayó en comparación al que tenían a comienzos del siglo XX. En lo que el capitalismo se respeta, pueden mostrar algunas variables positivas. Pero el balance neto es regresivo. Altas tasas fiscales son negativas respecto del nivel de vida de esos pueblos.

Se mencionan -como ‘modelos’- los casos de los países nórdicos, o de Europa occidental y los denominados ‘tigres asiáticos’ como ‘ejemplos’ de casos «exitosos» de intervencionismo económico o «mixto». Si por «éxito» lo que se quiere decir -en este contexto- es «riqueza», los datos de la historia económica nos revelan que aquellos eran mucho más ricos antes de la primera guerra mundial de lo que lo son hoy. La diferencia radica en que desde el fin de la primera guerra ha avanzado mucho el socialismo. En términos relativos, son menos ricos, aun cuando estén por encima de los países hispanoparlantes. En Latinoamérica existe más socialismo que en Europa y que en U.S.A. Por eso, es comparativamente más pobre, a pesar de sus criollos esquemas «híbridos» que los hunden más en la indigencia. En Argentina, la tasa de fiscalidad gira en torno al 45 % y cada vez hay más necesitados.

En esta línea, el «éxito» de los países europeos occidentales, los nórdicos, y asiáticos, radica en que son mas capitalistas que «híbridos», y no a la inversa. No hay un solo caso de «hibridez» exitoso. Después de la segunda guerra mundial Europa recibió un fuerte impulso económico en virtud del denominado Plan Marshall de postguerra, lo que permitió -en gran medida- la recuperación alemana y de las demás naciones devastadas por la contienda. Los fondos del «plan Marshall» fueron provistos por los contribuyentes de un país con una economía mayormente capitalista (los EEUU). Y si bien fueron otorgados a Europa por el gobierno americano, no quita su origen capitalista (capitales privados).

Lamentablemente, la inyección de capitales recibidos en Europa en virtud de dicho plan no fue adecuadamente aprovechada por los países recipiendarios, en la medida que se reemplazó el fascismo y nazismo por el «estado benefactor» o «de bienestar», no se abandonó el comunismo, ni se implantó una economía capitalista en ninguno de los países que habían estado involucrados en la conflagración. Con todo, se logró un restablecimiento importante que superó el de otras partes del mundo (exceptuando a los EEUU). Pero sería un gravísimo error creer o atribuir al intervencionismo o a la hibridez económica la reconstrucción. Por el contrario, esta se obtuvo merced a la adopción de cierto libre comercio (interno y externo) fuertes desregulaciones de precios y salarios, bajas tasas fiscales, reducción del gasto público, etc. Es decir todas medidas capitalistas.

El gobierno destruye riqueza. Jamás la crea, ni menos aun la «nivela». En el mejor de los casos, le quita a «Juan» para darle a «Pedro». Con lo cual, «Juan» pasa a ser pobre y «Pedro» rico. Es decir, es «un juego de suma cero». La redistribución (esencia del «paradigma mixto» en el que el capitalista produce lo que el gobierno reparte) no crea riqueza. A lo máximo la estanca, pero no la aumenta. Pretender lo contrario es un oxímoron. Argentina es otro ejemplo de país con una alta tasa de redistribucionismo, y a la vez una tasa creciente de pobreza. El resto de Latinoamérica no está en condiciones demasiado diferentes.

Relativo a las populares políticas redistributivas, lamentablemente, la historia no confirma la «tesis» en cuanto a que «quitarle al rico mejora al pobre». Tanto la teoría como la práctica nos dicen lo contrario. Hay suficiente evidencia empírica al respecto.

El capitalismo nada tiene que ver ni con la «autocracia» ni la «corporatocracia», porque son antiéticos estos esquemas con el capitalismo. Como explicó L. v. Mises: el capitalismo es el orden de cooperación social por excelencia, no superado por ninguno otro. El capitalismo no es un sistema político, sino económico.

Por desgracia, quedan pocos países capitalistas hoy en día. Y cada vez menos. Y no subsisten porque tengan «políticas públicas» socialistas, sino a pesar de ellas. Argentina es otro ejemplo de país con «políticas públicas» por toneladas. Y ¡cada vez es más pobre! EEUU declina en la medida que aumenta la cantidad de «políticas públicas». Y así sucede en el resto del planeta. Es una relación proporcionalmente inversa.

Nada hay «gratis» en la vida. Ni educación, ni seguro médico, ni seguro de desempleo, ni vivienda, ni préstamos. Todo tiene un costo. Nada es gratis. Seria hermoso que hubiera algo «gratis». Pero no existe. Todo eso se financia vía impuestos que pagan todos, ricos y menesterosos. Ninguno se salva de pagar impuestos. Hasta el mendigo de la calle los paga vía menor nivel de vida. Nadie se escapa de sufragar directa o indirectamente. Lo que no paga «Juan» es porque lo costeó «Pedro». Y lo que «Pedro» no solventó es porque «Juan» lo pagó. Ni Juan ni Pedro lo recibieron «gratis». Esto es una ley de la naturaleza, más que de la economía.

Fuente: www.accionhumana.com