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lunes 16 de marzo de 2009

Evitando el helicóptero

El kirchnerismo pretende mantenerse en el poder con un artilugio electoral, en lugar de hacerlo con determinación y acción gubernamental.

“¿Tienen miedo de perder que adelantan las elecciones?
¿Dónde está la calidad institucional de la que hablan y no quieren para el país?”
Néstor Kirchner, el 6 de marzo de 2009 en Catamarca.

“El miedo no es tonto”
Refrán popular.

Es posible que ningún gobierno haya “disfrutado” tanto las bondades de desplazarse a diario por aire como lo ha hecho el matrimonio presidencial. Para ellos, el helicóptero es una extensión misma de su anatomía. Jamás se atreverían a franquear las calles porteñas en cuatro ruedas, esas epopeyas apenas si las realizan cuando se movilizan localmente por trayectos breves, nada muy frecuente.

Ahora bien, hay un viaje de ida sin regreso que los Kirchner no están dispuestos a dar aún cuando se trate de volar en su transporte predilecto. Partiendo de esa premisa, y en pro de evitar ese vuelo que realizara años atrás otro mandatario argentino, se explican muchas de las medidas que viene adoptando el oficialismo.

En rigor, hay apenas una cabeza pergeñando las tácticas y estrategias, ni el doble comando ha quedado con su anterior fortaleza. Hoy por hoy, es Néstor Kirchner el artífice de la política, después está Cristina. Él marca los tiempos y define la agenda.

El sorpresivo adelanto de los comicios ha sido, sin ir más lejos, la jugada más fuerte y también la más elaborada a pesar del riesgo. Representa el “estilo K” en su esencia más pura, fidelidad absoluta a un modo de concebir el poder como herramienta hegemónica.

La habilidad del santacruceño, a esta altura, y muy a pesar de tantos escollos que se ha puesto a sí mismo en estos seis años de gobierno, es indiscutida. Tiene el as en la manga siempre presto, y esta vez lo ha jugado en el momento exacto. Un día antes hubiese sido un capricho reprobado por todo el arco político incluido al jefe de gobierno de la ciudad. Un día después hubiera permitido acrecentar las críticas del campo, su avance parlamentario, y no habría dejado espacio al ordenamiento necesario que implica los cambios que deben llevarse a cabo: atravesar el Congreso, elegir con idéntica prestidigitación los candidatos capaces de hacerse del conurbano: ese es, en definitiva, el objetivo amén de perdurar.

Mal que le pese, Mauricio Macri le dio el guiño a esta maniobra, que por sagaz no deja de ser macabra para la institucionalidad; pero la institucionalidad nunca estuvo en los intereses del kirchnerismo. Asombrarse por la decisión es lícito, hacerlo por el avasallamiento a los intereses del pueblo y de los demás personajes del elenco político es ingenuo. Kirchner siempre estuvo primero para sí mismo. Ya la candidatura de Cristina Fernández mostró a las claras cuál es su juego.

Más allá todo aquello, harto analizado en un viernes en que se alteraron las piezas del tablero, está el pueblo. Al ciudadano común movilizarse a votar en junio u octubre no le representa un cambio de trascendencia. Después de seis años de un estilo muy definido de gobierno, la gente ya sabe quién es quién o puede intuirlo al menos. Es cierto que hay un aparato manipulador de la información y los hechos, capaz de confundir a cierta franja del electorado pero no de alterar en demasía el resultado del comicio.

El intento por justificar con la crisis internacional, la recesión que afecta a la economía puede que encuentre varios adeptos porque en alguna medida la influencia es concreta, pero no hay modo de excusar un clima social irrespirable en esta geografía. Ni la inseguridad nació con la caída de Wall Street, ni la desidia del oficialismo para con las demandas ciudadanas puede ser atribuida a la “burbuja” del primer mundo.

Menos todavía, la crisis del sector rural es causa de la debacle de los mercados internacionales, aún cuando ésta afecte, hoy en día, el precio de los productos agropecuarios. La verdadera causa del mal que sufre el campo data de mucho antes y se debe a la falta de una política agropecuaria de mediano, largo plazo, y a la injerencia antojadiza del Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, en la fijación de precios.

Ahora bien, el adelantamiento de los comicios, en vez de atenuar los conflictos internos, los agrava al dejarlos librados a un segundo plano. Todo vuelve a postergarse, a mantenerse en ese stand by al que tantas veces aludimos en este espacio. En definitiva, volvemos a presenciar otra maniobra típica de la metodología kirchnerista.

Lo más grave de este desorden de cosas radica en la posibilidad no tan remota de un triunfo de Néstor Kirchner en las elecciones próximas. Nadie habla de una victoria grandilocuente ni tampoco de una conquista a nivel nacional; las provincias más fuertes en el padrón electoral son reticentes al modus operandi del presidente del justicialismo. Su única chance se apoya en la franja del conurbano bonaerense donde trabajan con ahínco los punteros políticos y el aparato clientelista justicialista.

Aunque la pérdida de bancas es un hecho por el desgaste sufrido y la deslealtad se vuelve moneda corriente en las filas de una “transversalidad” basada en la repartija discrecional,con hacerse de un 30% de ese electorado Néstor Kirchner saldará el costo de las portadas de los diarios. Sin duda son triunfos vanos y fútiles, ilusorios, capaces de evitarse con una alternativa que priorice poner freno a la hegemonía kirchnerista.

La pregunta que sobrevuela es si hay capacidad y voluntad del otro lado de la vereda de lograr que eso suceda. Hay demasiados intereses de por medio y tras el anuncio del pasado viernes, un desconcierto que obstaculiza en gran medida las alianzas aún cuando estas resulten furtivas.

Lo cierto hasta el momento es que vienen días de excesivo movimiento político donde es posible que, nuevamente, se evidencie hasta qué punto, el pueblo argentino está ausente de la mente de sus dirigentes. Y otra certeza se apoya en un escenario complicado en demasía para la segunda mitad del año. Ese escenario al que pretende, inútilmente, escaparle el kirchnerismo creyendo que puede lograrlo con un artilugio electoral, en lugar de hacerlo con determinación y acción gubernamental.

Mientras tanto, el helicóptero, seguirá esperando… © www.economiaparatodos.com.ar

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