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jueves 16 de agosto de 2007

Explorando Mónaco

Glamour, diversión, lujo y sol se conjugan en este diminuto país europeo que balconea al Mediterráneo y es sinónimo de vacaciones para famosos y miembros de la realeza.

Después del Vaticano, Mónaco es el país más pequeño del mundo.

Tiene una superficie de 2 km cuadrados y solo el 20 % de sus habitantes son monegascos. No pagan impuestos y gozan de uno de los ingresos per cápita más altos del mundo. El idioma que hablan es un dialecto del provenzal y lo usan para denominar los espacios públicos: “piaca” significa plaza y “carrigiu”, calle. Pero el idioma oficial es el francés. Hasta el advenimiento del Euro la moneda era el Franco y los habitantes están sujetos a la ley francesa.

El diseño de sus calles es imbricado y ello contribuye a hacerlo más pintoresco aún. Su estilo, su historia y su glamour lo han transformado en uno de los lugares de mayor atracción turística mundial, especialmente para el mercado del más alto poder adquisitivo. Allí toman sus vacaciones la realeza y el jet set. La libertad, la ropa, la belleza femenina, el juego y el sol se combinan para trasformarlo en un destino soñado, en una especie de materia pendiente mientras no se lo conozca.

Metámonos en una imaginaria visita exploratoria. El Palais du Prince es la sede del gobierno. Se trata de un palacio/castillo protegido por cañones donados por Luis XIV. Tiene un cambio diario de guardia a las 11:55 en una ceremonia que se trasforma en una curiosidad turística. El palacio en sí se puede visitar cuando el príncipe esta ausente y, en verano, es la sede de los conciertos Cour d´Honneur.

El Musée des Souveniers Napoleoniens combina la historia local con recuerdos napoleónicos. En un árbol genealógico se muestra el vínculo entre los Bonaparte y los Grimaldi, con la planta baja dedicada por completo al Emperador y a su esposa Josefina.

Las postales más famosas de Mónaco muestran al Casino como su icono más emblemático. Hasta una de las curvas del recorrido del Grand Prix de Fórmula 1 lleva su nombre. Fue diseñado en 1878 por Charles Garnier el arquitecto de la Opera de Paris y construido sobre una planicie con magníficas vistas de la ciudad. El interior es típico de la Belle Epoque con la ruleta como centro de la Salle Europe y las mesas de daos y máquinas tragamonedas como estrellas de la Salle de Jeux Americains. El techo del elegante bar Salon Rose esta decorado con desnudos de mujeres fumando.

Garnier también diseñó la villa donde se halla el Musée des Automates et Poupées d’Autrefois que contiene 400 muñecas de los siglos XVIII, XIX y XX. cuyo funcionamiento se puede observar todos los días.

El edificio de la Catedral es neorrománico del siglo XIX en piedra de la Turbie y reemplazó la iglesia de San Nicolás del siglo XII. El viejo altar de Luis Bréa se encuentra al frente de los pasillos centrales junto a las tumbas de príncipes y obispos. En este lugar yace la princesa Grace con su lugar siempre cubierta de flores.

El Musée Oceanographique fue fundado en 1910 por Alberti I y alberga un muy importante acuario tanto de fauna como flora marina. En el primer piso se exhibe una colección de corales, perlas y una maqueta de un calamar de tamaño natural. Este era el centro principal de investigación del explorador marino Jacques Costeau.

El Jardin Exotique es, en realidad, un conjunto de jardines que se hallan entre los mejores de Europa por su variedad de plantas tropicales y subtropicales. Fuera de ellos se llega a la Grotte de l’Observatoire, unas cavernas que se calcula fueron habitadas hace 200000 años y también se accede al Musée d’Anthropologie Prehistorique con una selección de objetos y figuras prehistóricas y también de la época de la dominación romana.

En materia de gastronomía en Mónaco encontrará lo mejor, incluso para no extrañar la Argentina, porque en “BeefBar” por ejemplo, se especializan en carnes de primera calidad que llegan de nuestro país, de Irlanda y de los Estados Unidos. “BeefBar” es un lugar típico de “tendencia” de diseño moderno y atractivo que refleja el glamour y el deseo por la excelencia que parece ser el denominador común de todo Mónaco.

El hotel Le Meridien Beach Plaza tiene su propia playa privada sobre las azules aguas del Mediterráneo y con sus piscinas externas y cubiertas de agua dulce y de mar junto a un magnífico fitness center. Las tardes son perfectas para sus jardines o sus terrazas sobre el mar. Sus cuartos han sido recientemente renovados y algunos de ellos tienen balcones privados que abren sobre la vista del océano. © www.economiaparatodos.com.ar

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