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lunes 30 de mayo de 2011

Final con suspenso en Grecia

El tema central en debate en la Unión Europea es la eventual restructuración de la deuda griega y las implicancias que puede llegar a tener en la Eurozona.

El tema central en debate en la Unión Europea (U.E) es el relacionado con la eventual restructuración de la deuda griega y las implicancias que puede llegar a tener en la Eurozona, particularmente en Irlanda y Portugal urgidas ambas como Grecia por la misma razón: la imposibilidad de cumplimentar el pago de los bonos emitidos, por haber sobrepasado sus respectivas capacidades de repago.

El efecto derrame, como amenaza hipotética, puede alcanzar a España como ya lo evidencian el cuadro de conflictividad social y la derrota del PSOE en las últimas elecciones, del mismo modo que a Italia, incorporada a “la lista negra” porque S&P le bajó la calificación de “estable” a “negativa” por su débil tasa de crecimiento y la reducción de su superávit primario.

El cambio de conducción en el FMI complica el panorama, dado que falta el contrapeso a la férrea oposición del Banco Central Europeo (B.C.E.) en la renegociación de la deuda de Grecia, fundamentalmente, aunque no lo diga, por la tenencia de bonos griegos en su cartera, por lo que en el futuro se vería imposibilitado de dotar a los helénicos de liquidez y tener en contrapartida bonos depreciados. El B.C.E., encuentra un interlocutor de peso en Alemania que insiste en la necesidad de un fuerte ajuste presupuestario. En el pasado reciente, Strauss Kahn equilibraba la situación con un espíritu negociador apoyado en miembros del FMI, eso es USA, China, Rusia, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda que constituían la mayoría, para tratar de evitar situaciones que pusieran en peligro a la Eurozona.

La desaparición del escenario de SK complica la situación ya que él favorecía el ajuste pero con los préstamos conjuntos del FMI y el BCE se viabilizaba el cumplimiento de las deudas. Ahora está en marcha el ajuste pero falta quien lo sostenga. En estos términos la negociación aparece muy compleja.

La de Grecia es una experiencia interesante, la misma que la de los otros países periféricos de la Eurozona. Ingresó a ella cumpliendo los “Criterios de Convergencia” impuestos en Maastricht, referidos a la inflación, tipos de intereses, déficits de presupuestos y nivel de deuda pública. En la práctica estos compromisos se fueron debilitando hasta sobrepasar los límites máximos. Abandonó el dracma y adoptó la moneda común: el EURO, con un valor intrínseco insostenible para la productividad del país. Su economía no alcanzó la competitividad necesaria. Esto llevó a que la población griega viviera más allá de sus posibilidades y por eso tanto el gasto público como el privado, pudieron sostenerse contrayendo deuda externa.

Esto fue posible en un contexto de alta liquidez internacional y bajas tasas, hasta que se produjo la crisis de 2007/8, que es cuando los mercados advierten que Grecia es 30% menos competitiva que Alemania y así llega el final del sueño del que ahora cuesta despertar a toda Grecia. Ahora están frente al dilema de ajustarse severamente y reestructurar la deuda o a abandonar la Eurozona para volver al dracma. Lo primero plantea la ya evidente conflictividad social y política y lo segundo un seguro quebranto a los bancos europeos, jaqueados como se ha dicho en otros flancos.

Es de presumir que sin descartar el abandono del EURO, antes se ha de reestructurar la deuda para lo cual es necesario un desembolso inmediato de u$s 12.000 millones de las facilidades otorgadas en 2010. Seguro que antes de llegar al límite se ha de lograr. Pero la reestructuración es poco menos que una certeza. ¿Pero que significa reestructurar la deuda?

En principio una reestructuración blanda puede ser plazo de espera para el principal y los intereses, pero sin quita ninguna. Creemos que no hay lugar para esto.

Una reestructuración convencional puede ser acordada. Si lo es, todo queda consentido por los acreedores. Creemos que tampoco hay lugar para esto. ¿Qué nos queda entonces? Una reestructuración forzosa con quita de un porcentaje del principal, retraso en el pago de los intereses, canje y atraso en el pago del principal. Algo parecido a lo que hicieron moderadamente Rusia y fuertemente Argentina.

Que el proceso no sea inmediato puede favorecer a los acreedores fortalezcan sus balances, se diseñe un mecanismo de ayuda sólido y que Grecia (y los países en su situación) hagan ajustes presupuestarios creíbles. Y aunque los economistas no son optimistas con este enfoque, creemos que son muy grandes los intereses comunitarios comprometidos y que alguna suerte de solución, por lo menos de corto plazo, ha de llegar. Aunque esto le cueste mucho a Angela Merkel en términos de elecciones distritales. © www.economiaparatodos.com.ar

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