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jueves 25 de octubre de 2007

Hay roces que terminan y otros que se agrandan

Mientras México enmendó sus relaciones diplomáticas con las vecinas naciones de Cuba y Venezuela, en la asiática Myanmar crecen la agitación interna y las protestas pacíficas.

México da por terminados sus roces diplomáticos con Cuba y Venezuela

El Presidente mexicano, Felipe Calderón -que acaba de obtener un triunfo significativo en el Parlamento de su país, desde que la Cámara Baja acaba de adoptar su paquete fiscal, que incluye el primer “flat tax” de América Latina- ha superado, con hechos concretos, los entredichos diplomáticos que alejaron a su país de Cuba y Venezuela durante el sexenio de la gestión de su predecesor, Vicente Fox, quien protagonizó algunos enfrentamientos con los patológicos mandatarios cubano y venezolano.

Me refiero a la enojosa situación provocada en noviembre de 2005 cuando, luego de cruces de frases particularmente duras entre Fox y Chávez con motivo del ALCA, se retiraran los embajadores de ambos países.

Los referidos cruces fueron, cabe recordar, parte de las escaramuzas -cuidadosamente preparadas por los gobiernos de Hugo Chávez y Néstor Kirchner- que tuvieran lugar durante la lamentable “Cumbre de las Américas” de Mar del Plata, transformada por Néstor Kirchner en un rosario interminable de incidentes, diatribas, agresiones, e insultos gratuitos a aquellos de sus huéspedes con los que no congenia. Entre ellos, George W. Bush y Vicente Fox, ciertamente. El siempre mal educado Chávez, cabe recordar, llamó entonces a Fox: “cachorro del Imperio”.

Los roces, en rigor, habían comenzado antes, cuando México respaldara en la ONU las iniciativas para que, desde el organismo multilateral, se supervisara la horrorosa situación cubana en materia de derechos humanos, que están -desde hace décadas- ausentes en la isla. Y se profundizaron cuando, en Monterrey, Fox le dijera a Fidel Castro: “come y te vas”, lo que no es precisamente lo más simpático.

Hace un par de semanas, en la ciudad de México -que se preparaba para celebrar ruidosamente las fiestas patrias- presentaron sus cartas credenciales los nuevos embajadores de Cuba y Venezuela ante México. Lo antedicho ocurrió en ceremonias múltiples, en las que también presentaron sus credenciales los nuevos embajadores de Finlandia, Países Bajos, Mali, Uganda, Namibia, Emiratos Árabes, y Guinea.

Respecto de Cuba y Venezuela, se trata de Manuel Francisco Aguilera de la Paz, un veterano diplomático cubano, ahora bien entrado en kilos, que prometió “trabajar para mejorar las relaciones bilaterales”. De eso se trata, amigo, cuando se es Embajador en un país extranjero. Y de un tal Roy Chaderton, un pintoresco personaje venezolano que concurrió a la ceremonia portando un extraño atuendo, a la manera de un cazador blanco que goza de un periplo africano. Vestido entonces con traje de caza, de color impecablemente blanco, aunque particularmente arrugado, el venezolano desentonó con todo y con todos en un día fresco y lluvioso y en una ciudad que está a más de dos mil metros de altura, seguramente para llamar la atención de los medios. A la salida, él también prometió, como su colega comunista antes nombrado, “mejorar las relaciones entre su país y México”. Nada demasiado audaz. Todo cauto, y con buenas razones. No se puede asumir que Calderón “simpatiza” con los regímenes autoritarios de Cuba o Venezuela. Más bien, lo contrario. Pero “lo cortés no quita lo valiente”, reflexión importante que, es cierto, está claro que nuestro Presidente aparentemente desconoce.

La recomposición diplomática pone fin (al menos por ahora) a un período de alta tensión entre México y los dos países gobernados por el autoritarismo, Cuba y Venezuela. Es una vuelta de página, entonces. Solo eso, que no es poco.

México, a su vez, designó para la embajada de su país en Cuba a Gabriel Jiménez, que fuera diputado federal y Embajador de México en España. Para la de Venezuela, en cambio, a Jesús Chacón, que se desplazará desde la embajada de México en Colombia a la de Venezuela, lo que sugiere que conoce bien a Chávez y a sus “mañas”.

En todas partes se cuecen habas

Los ojos (y los corazones) de muchos en la comunidad internacional están, en estos días, concentrados en Myanmar, donde la autoritaria Junta Militar que gobierna al país desde 1962 reprimió -con inusual violencia- las manifestaciones pacíficas que encabezaron -desde el 4 de agosto pasado- miles de monjes y monjas budistas, que reclamaban democracia y libertad. Luego las autoridades extendieron la represión mediante el arresto de los opositores y disidentes más jóvenes, los pertenecientes a los movimientos estudiantiles y los líderes de las protestas de 1998.

No obstante, hay que apuntar que también ellos, al mejor estilo de lo que desde el 2001 ocurre en nuestra margen rioplatense, saben “movilizar” a la gente en las calles para generar así la sensación -falsa- de “apoyo” ante la opinión pública.

Como nuestros “piqueteros” -que respondiendo a impulsos poco transparentes y que, por ello, se mantiene ocultos pese a que requieren el uso de ingentes sumas de dinero se desplazan con frecuencia en impresionantes columnas de ómnibus, que se estacionan sin dificultades en la avenida 9 de Julio, donde son -además- custodiados por escuadrillas de agentes de policía- el gobierno militar de Myanmar concentró a unas 120.000 personas presuntamente “espontáneas” en uno de los principales estadios de fútbol, ubicado en la zona sur de la ciudad de Yangón, la capital del país.

Bajo una lluvia finita, ellos expresaron, ordenadamente (respondiendo a obvios “impulsos”) su apoyo a la variante de “democracia disciplinada” que predican los militares birmanos.

Como siempre, los líderes autoritarios acusaron a los “conspiradores externos” de ser la causa principal de los males de Myanmar.

Los medios de Singapur señalaron contemporáneamente que los participantes recibieron, como contraprestación por su asistencia, un viático de apenas un dólar (que en la paupérrima Myanmar no es poco), más una “vianda”. La mayor parte de ellos debieron, previamente, pasar la noche anterior durmiendo en sus lugares de trabajo, de manera de “asegurar” así su asistencia a la “espontánea” manifestación de apoyo a las autoridades. Cada fábrica de alguna dimensión -en términos de personal- recibió instrucciones precisas de aportar a la manifestación no menos del 50% de su personal. Siempre se aprende algo. Pero en Myanmar todavía no se incorpora a los dirigentes de estas manifestaciones de apoyo, y/o a sus familiares, al gabinete ministerial del gobierno. Quizás esto ocurra pronto. Habrá que estar atentos. Los procedimientos para impactar a la opinión pública -externa e interna- se refinan constantemente, según queda visto.

Mientras tanto, el enviado especial del Secretario General de las Naciones Unidas, el nigeriano Ibrahim Gambari, ha comenzado una gira regional para tratar de lograr apoyo a su pedido de terminar con la represión a la oposición y liberación de todos los presos políticos en Myanmar.

Tailandia (que tiene, ella misma, una administración militar interina) reaccionó con frialdad, señalando que el carácter interino de su administración y la proximidad de elecciones nacionales previstas para el próximo mes de noviembre le impedían colaborar activamente con Gambari. Una pena, porque lo cierto es que Tailandia, un país en el que la población es también mayoritariamente budista, adquiere nada menos que cerca de la mitad del gas natural que exporta Myanmar. Por el mismo paga anualmente casi tres billones de dólares a las autoridades militares birmanas. No es poco. © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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