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jueves 27 de octubre de 2005

Horacio Chighizola: “Los países deben garantizar los derechos constitucionales en los hechos”

Los próximos 4 y 5 de noviembre, en la ciudad argentina de Mar del Plata se llevará a cabo la IV Cumbre de las Américas, de la que participarán las máximas autoridades de los 34 países de la región. El ex vicecanciller Horacio Chighizola explica en esta entrevista la dinámica de estos encuentros y la temática que guiará el debate en esta ocasión.

– ¿Qué es la Cumbre de las Américas y cuál es su importancia?

– En primer lugar, ésta es la cuarta cumbre que se realiza. La primera la lanzó en Miami el presidente Bill Clinton en el año 95. Después hubo una segunda cumbre que se realizó en Santiago de Chile, en 1998, y la tercera fue en Québec, Canadá, en 2001. En esa oportunidad se decidió por unanimidad que la Argentina fuera la cuarta sede, y luego nuestro país optó por realizarla en Mar del Plata, lo cual me parece una decisión acertada. Segundo, en la Cumbre de las Américas hay 34 países representados. Es decir, todos los que integran la Organización de Estados Americanos (OEA). Precisamente es la OEA la encargada de tener el seguimiento, la revisión y la implementación de todo lo que es la logística exterior del encuentro.

– ¿Cuál será el temario de la IV Cumbre?

– Los países han venido conversando, de forma bilateral, sobre cuál va a ser la temática. Tal es así que hay una especie de lema para esta cuarta cumbre, que es “la recuperación del trabajo”. Tal vez, en todo caso, deberíamos hablar de “mejora del empleo”. Pero, bueno, ésa es otra cuestión. El otro tema es la ratificación de la gobernabilidad institucional, que es lo que hoy en día, en la jerga moderna, se ha dado en llamar los bienes públicos. No se trata de activos públicos, efectivamente, pero son los que pueden reflejar un poco lo que va a hacer el mediato e inmediato plazo para el plano de las inversiones, no solamente para la Argentina, sino para toda la región.

– ¿Usted participó de la III Cumbre de las Américas?

– Sí, estuve allí.

– Esa cumbre se realizó en 2001, cuando Bush ya era presidente. ¿Hubo problemas también en esa oportunidad para lograr consenso en la elaboración del temario? Porque ahora lo que se ve es que hay ciertos conflictos, diferencias, vaguedades…

– Antes que nada, hay que recordar que esa cumbre se hizo en abril de 2001, previo a lo de las Torres Gemelas y, además, inmediatamente después de la última reunión del ALCA, que a nivel de cancilleres y primeros ministros se realizó en Buenos Aires los primeros días de ese mismo mes. El consenso que se había logrado para el ALCA, en aquel momento, había sido bastante absoluto en cuanto a fechas y levantamiento de toda reserva, secreto o confidencialidad. Es decir, se había decidido que todas las discusiones fueran públicas, como debían serlo entre países republicanos que estaban en aras de votar -como meses después ocurrió- la Carta Democrática. No se podía mostrar un buen ejemplo si las manifestaciones, los debates y las publicaciones no eran públicos. En esa cumbre otro tema de mucho peso, habida cuenta del fracaso de Seattle, fue la incorporación por los órganos normales de todas las organizaciones de la sociedad civil,las ONGs, para que pudieran inscribirse y participar de las negociaciones. Esto en Québec se decidió por unanimidad, junto con la designación de Argentina como próxima sede, aunque en ese momento no se había puesto fecha aún.

– ¿Tampoco se estableció el temario?

– No. El temario se abre y hay un Comité de Seguimiento que funciona dentro de la OEA. De este comité participan los países que ya fueron sede más el país designado como próximo destino. Hay una suerte de gerenciamiento que se realiza para lograr un acuerdo. De todas maneras, la letra final, efectivamente, va a depender de lo que los presidentes acuerden durante la cumbre, y eso se tiene que alcanzar por consenso. Yo siempre digo que “consenso” parece una palabra muy linda y muy sencilla, pero implica unanimidad. De forma tal que cualquier país dentro de los 34 que van a participar tiene capacidad de ser un poquito el que va a determinar si se llega o no se llega a una resolución consensuada. Descarto que va a haberla.

– ¿Hasta ahora siempre la hubo?

– Sí.

– Sin embargo, también puede pasar que se llegue a resoluciones consensuadas pero de compromiso, que no digan nada en realidad.

– Puede ser que haya una resolución de compromiso -o “lavada”, como se las llama-. O puede ser que se llegue a una resolución que tenga proyección. La de Québec la tuvo porque se logró la Carta Democrática de la OEA, que pudo ser aplicada inmediatamente en algunas crisis institucionales que hubo, como, por ejemplo, la de Venezuela, que fue en el corto plazo.

– Desde la última cumbre a ésta han pasado cuatro años. ¿No le parece que ha cambiado mucho el escenario, sobre todo en Latinoamérica?

– Bueno, yo mencioné la reunión de abril de 2001 en Buenos Aires como preparatoria de la que a los 15 días se realizó en Québec. En aquel momento, la Argentina terminaba su presidencia pro tempore del ALCA -que fueron 18 meses dirigiendo y presidiendo las negociaciones comerciales- y asumían la función Brasil y Estados Unidos. Esto estaba determinado así. La verdad es que no hay mucha gente que lo pueda explicar, ni ha resultado muy sensato a mi entender que hayan ejercido simultáneamente la presidencia dos países. La cuestión es que ellos tenían un mandato de Buenos Aires, ratificado en Québec, de que el ALCA tenía que estar funcionando hacia el 1º de enero de 2005 o wl 31 de diciembre de 2004, como se prefiera. Debía funcionar por lo menos en las primeras formalidades, después iba a haber un plazo para la incorporación en las legislaciones. Nada de eso ha ocurrido. Así que debo pensar que la doble presidencia de estos países no ha acordado, finalmente, para poder poner en marcha esto. Con lo cual, si bien es una dilación de todos los países signatarios de la concepción primitiva del ALCA, fundamentalmente, en realidad, es una gran responsabilidad que todavía le cabe a quienes la presiden.

– El tema de esta cumbre, básicamente, por lo que usted ha explicado, va a ser cómo acabar con la pobreza.

– Así es.

– Si los debates van a ser abiertos y públicos va a ser muy interesante conocer las distintas propuestas para terminar con la pobreza.

– Abierto no quiere decir que vayan a participar las ONGs y todos el mundo…

– No, claro está, pero va a haber debate público, no serán discusiones secretas.

– No debería haberlas. Las únicas reuniones que son reservadas son las bilaterales. Va a haber muchas reuniones bilaterales uno a uno, que yo creo que son el subproducto más importante que tiene una cumbre, porque han demostrado que son útiles para los países signatarios.

– Pero cuando se debata en forma general cómo terminar con la pobreza…

– Sí, eso sí se va a saber y se va dar a conocer.

– Porque seguramente va a estar aquel que va hablar por hablar, pero también aquel que va dar puntos de vista interesantes. Porque en la cumbre se trata de proponer políticas concretas.

– Yo creo que la propuesta va a atener que caminar por el orden de la gobernabilidad, la garantía de los derechos constitucionales que cada país debe tener, y no solamente en lo declamativo, sino en los hechos. Y, además, se tendrá que atender a que la pobreza no depende solamente del empleo, porque el empleo depende de la inversión, entre otras cosas.

– Y la inversión depende de las instituciones.

– Exactamente. © www.economiaparatodos.com.ar




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