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jueves 18 de mayo de 2006

Hugo Chávez y su caos: ¿y por casa cómo andamos?

Mientras el presidente venezolano se entromete en los asuntos internos de los países latinoamericanos, los problemas comienzan a hacerse notar en su propia nación: Venezuela deberá comprarle petróleo a Rusia porque su producción actual no le alcanza para cumplir con los contratos suscriptos.

La búsqueda de la notoriedad es una constante en Hugo Chávez. Prolijamente cultivada, por cierto. El orden, en cambio, no.

Mientras Chávez se dedica sin descanso -noche y día- a: (i) tratar de destruir el andamiaje latinoamericano de integración económica, demoliéndolo en mil pedazos y transformándolo en un esquema socialista, ideológicamente opuesto -por definición- a las economías de mercado; (ii) procurar reemplazar a Brasil como potencia regional; (iii) empujar a su peón, Evo Morales, en Bolivia, hacia la nacionalización de todo y de todos; y (iv) a apoyar abiertamente (en clara y desafiante ingerencia en los asuntos internos de sus vecinos) las candidaturas de López Obrador, en México, y de Ollanta Humala, en Perú (destrozando así las buenas posibilidades que tenían ambos candidatos, que ahora ya no lideran las encuestas, porque la gente teme que sus países se conviertan en una nueva nación bolivariana), en su casa las cosas no andan bien para el bueno de Hugo.

En efecto, la pobreza aumenta exponencialmente y ni siquiera el sector más decisivo de la economía, el del petróleo, funciona razonablemente. Tan es así que siendo el quinto mayor exportador del mundo, Venezuela ha debido suscribir un acuerdo con Rusia en función del cual este país le proveerá 100.000 barriles de crudo diarios hasta fin de este año. Esto para no incumplir con sus contratos de abastecimiento con terceros a mediano plazo e incurrir en las habituales penalidades contractuales. Entre ellos, según Andy Webb-Vidal, del Financial Times, la refinería Ruhr Oel, en Alemania, en la que la propia estatal venezolana, PDVSA, tiene una participación accionaria del 50%.

La situación sugiere que la declinación de la producción venezolana, que algunos estiman es del orden del 60%, y el aumento de sus diversos compromisos contractuales y políticos (como el que la obliga a entregar unos 300.000 barriles de crudo diarios a Cuba y Nicaragua, a precios y en condiciones muy favorables para ambas naciones) puede bien estarle generando algunos problemas a la administración de Hugo Chávez. En el caso de Nicaragua, Venezuela le está entregando crudo a intendentes municipales que están alineados con el “sandinismo”, en otro ejemplo, tan flagrante, como preocupante, de intervención venezolana en los asuntos internos de un país de la región.

Mientras tanto, Herma Masksman, que fuera amante del bolivariano por espacio de una década (lo que supone que lo conoce al derecho y al revés) acaba de decir sobre él, por si alguno dudaba: “Está imponiendo una dictadura fascista. Se viene el totalitarismo porque Hugo no cree en las instituciones democráticas, sino en controlar todo”. Clarito. © www.economiaparatodos.com.ar




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