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jueves 17 de noviembre de 2005

John Bolton se refirió a la reforma del Consejo de Seguridad

El embajador norteamericano ante las Naciones Unidas informó que los Estados Unidos se opondrá a cualquier modificación en el número de miembros del Consejo de Seguridad del organismo internacional.

Que el embajador norteamericano ante las Naciones Unidas, John R. Bolton, no tiene “pelos en la lengua” es ampliamente conocido. Por ello sus posiciones, gusten o no, son siempre claras y expresadas sin rodeos.

En una reciente intervención desde el podio de la propia Asamblea General de las Naciones Unidas, Bolton se refirió a la ahora (cuanto menos) demorada reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en términos que, por explícitos, merecen ser conocidos y comentados. Particularmente frente a la falta de transparencia pública de nuestra cancillería, más preocupada por “hacerle la corte” a Hugo Chávez, que por difundir información relativa a temas en los que está en juego el peso relativo de nuestro país en la propia comunidad de las naciones. Que las noticias ni siquiera sean difundidas desde la misión argentina ante la ONU sorprende aún menos, desde que la mediocridad de su andar es ya absolutamente notoria.

Según Bolton, los Estados Unidos se opondrán a cualquier esfuerzo (incluyendo el de Brasil) que procure llevar el número total de miembros del Consejo de Seguridad más allá de 20, incluyendo claro está, a los permanentes y a los no-permanentes. La razón es atendible: de otro modo, el Consejo perdería eficiencia operativa y eficacia institucional, lo que dado la naturaleza de su agenda sería realmente gravísimo.

Por lo demás, anunció que su país, que sólo ha expresado su inclinación a aceptar al Japón como nuevo miembro permanente del Consejo de Seguridad, insistirá en que quien pretenda acceder a ese status tenga un compromiso claro con la democracia y con la lucha contra el terrorismo.

En la Argentina de hoy, con una democracia sólo formal, el primero de los criterios no sería fácil de explicar. El segundo, en cambio, noa descalificaría de plano presumiblemente, en razón de dos fallos recientes de nuestra Corte Suprema que han producido gran escozor en el exterior.

Ambos fueron dictados por la Corte en su “nueva” composición, que -rápida y reiteradamente- ha decidido (como cabía seguramente esperar) que, a criterio de nuestro más alto Tribunal (del país, entonces), el terrorismo no puede -asombrosamente- considerarse como crimen “de lesa humanidad”. El problema, presumiblemente, es qué es lo que ocurriría si la Corte -como en la mayoría de los países- hubiera sostenido lo contrario, con muchos personajes que hoy -paradójicamente- son funcionarios o legisladores “amparados” en perdones, indultos y amnistías que los “cubren” de crímenes que pudieran haber cometido, que para el derecho internacional son absolutamente inválidos. Todo un tema, aún no resuelto, el de esta isla de impunidad que algunos pocos han fabricado, en su propio beneficio, en la República Argentina.

Queda por preguntarse, además, si con la conducta abiertamente descortés que parece haber adoptado la Argentina en materia de relaciones externas somos candidatos para algo que no sea el provocar el mayor asombro de propios y ajenos.

En otro escenario (un almuerzo de la “Foreign Policy Association”), el mencionado Bolton agregó que la reforma de la Comisión de Derechos Humanos no avanza como debiera. Somos muchos los que sospechamos que allí está -quizás- la “llave” para que pueda proceder una limitada reforma del Consejo de Seguridad, cuyas posibilidades es posible que no hayan aún “muerto” del todo, pese a su visible deterioro.

Finalmente, Bolton se refirió a una poco realista “iniciativa” empujada recientemente por un grupo de países integrado por Costa Rica, Jordania, Liechetenstein, Singapur y Suiza (todos, al menos presuntamente, “cercanos” a los Estados Unidos), que propone que se deje sin efecto el “derecho de veto” de los miembros permanentes cuando se trata de decisiones que tienen que ver con la prevención del genocidio o de los crímenes “de lesa humanidad”. Sólo la Carta de la ONU, dijo Bolton, define los métodos y procedimientos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Un rotundo “no”, a la propuesta, entonces.

Esto tampoco sorprende: la “iniciativa” mentada no era viable. Es siempre fácil hacer proyectos sobre los derechos de otros (ajenos entonces), lo difícil es que ellos se aprueben y materialicen.

Finalmente, el embajador Bolton expresó que su país, como cabía esperar, “se opone” a llevar el número total de miembros del Consejo de Seguridad de 15 a 24 bancas, pretensión que, sin embargo, todavía empuja (y quiere que se vote en la Asamblea) el egoísta “consorcio” reformista conformado por Alemania, Brasil, India, y Japón, con el apoyo (en el tema del número de miembros del Consejo, solamente) de la Unión Africana.

Así las cosas. Así los hechos.

Nosotros, como país, “no figuramos”. Por una mezcla de voluntad propia, ideología, resentimientos, odios, otras ambiciones, y algo de esa cuota de ignorancia que -en los últimos tiempos- parece haberse transformado en más que habitual, en casi “natural”. Para vergüenza de todos. Y mal de la República. © www.economiaparatodos.com.ar



Emilio Cárdenas es ex Representante Permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas.




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