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lunes 5 de octubre de 2009

John Locke y el kirchnerismo

El estilo de gobierno impuesto por el matrimonio Kirchner no es una novedad histórica, sino que integra la larga lista de quienes avasallaron a los principios republicanos.

Néstor Kirchner no está haciendo nada nuevo cuando se observa la historia de la humanidad. En todo caso, repite lo que hicieron muchos monarcas y terminaron muy mal.

Tan antiguo es el proceder de Néstor Kirchner y Cristina Fernández que ya en 1660, el magistral John Locke escribía en su Ensayo Sobre el Gobierno Civil: “Siempre que el poder, que se ha puesto en manos de una o de varias personas para el gobierno del pueblo y para la salvaguardia de sus propiedades, se aplica a otros fines, o se hace uso del mismo para empobrecer, acosar o someter a las gentes a los mandatos arbitrarios e irregulares de quienes lo detentan, se convierte inmediatamente en tiranía, sin importar que ese poder esté en manos de uno o de muchos”. Y agrega un poco más adelante: “Allí donde acaba la ley empieza la tiranía, si se falta a la ley en daño de otro. Quien ejerciendo autoridad se excede del poder que le fue otorgado por la ley, y se sirve de la fuerza que tiene al mando suyo para cargar sobre sus súbditos obligaciones que la ley no establece, deja, por ello mismo, de ser un magistrado y se le puede ofrecer resistencia, lo mismo que a cualquiera que atropella por la fuerza el derecho de otro”.

Pero también tiene otros párrafos, que pareciera haberlos escrito hoy, en Argentina: “Si el príncipe impide que el cuerpo legislativo se reúna en las fechas señaladas, o que actúe libremente, de acuerdo con las finalidades para que fue establecido, el poder legislativo sufre con ello una alteración… Cuando se le arrebatan esas condiciones o se alteran esas facultades, privando a la sociedad del funcionamiento adecuado de su poder legislativo, este sufre una auténtica alteración. No son los nombres los que constituyen un gobierno, sino el uso y el ejercicio de los poderes que a ese gobierno se atribuyeron; quien le arrebata al poder legislativo la libertad, o le impide funcionar en los períodos señalados, se alza efectivamente contra el poder legislativo, y lo suprime en realidad, poniendo fin al gobierno”.

Pero John Locke va por más y dice: “Sufre también alteración el poder legislativo cuando el príncipe transforma por su voluntad arbitraria la composición o el funcionamiento del cuerpo electoral, sin el consentimiento del pueblo y contrariando el interés general del mismo. Porque si votan como electores personas no autorizadas por la sociedad, o si el modo de realizar las elecciones es distinto del que la sociedad prescribió, los elegidos de esa manera no constituyen un poder legislativo nombrado por el pueblo”.

De los párrafos anteriores hay varios puntos a considerar del gobierno kirchnerista. Por ejemplo, el poder lo han utilizado para acosar o someter a las gentes a los mandatos arbitrarios e irregulares de quienes lo detentan. El sistemático ataque al sector agropecuario es un ejemplo del uso arbitrario del poder que se le delegó para utilizarlo en bien de las gentes. Apropiarse de los ahorros de la gente para su jubilación, también es un uso indebido del poder delegado, y los ejemplos podrían continuar. Claro que Kirchner ha tomado el debido cuidado de actuar con leyes sancionadas por el Congreso. Y aquí viene un punto fundamental, los legisladores elegidos por el voto de la gente pueden sancionar leyes para que el Ejecutivo pueda actuar arbitrariamente escudándose en una pseudo legalidad, sin embargo, no todo lo que sanciona el Congreso se ajusta al respeto por lo derechos de propiedad y libertad de las personas. Puesto de otra manera, Kirchner buscó un escudo con alguna pátina de legalidad para tratar de legitimar el uso arbitrario del monopolio de la fuerza, gracias a la mayoría circunstancial que tuvo en el Congreso y que ya ha perdido.

En definitiva, lo que tenemos es un gobierno que se escuda en los votos que le delegaron el monopolio de la fuerza para utilizarlos contra los derechos de las personas. Estoy seguro que más de uno interpretará estas palabras como destituyentes, sin embargo, con su accionar, Kirchner y Fernández han destituido la democracia y la república. Como dice John Locke: No son los nombres los que constituyen un gobierno, sino el uso y el ejercicio de los poderes que a ese gobierno se atribuyeron. ¿Qué uso y ejercicio del poder ha hecho el matrimonio que no sea otro que el de violar el derecho a ejercer toda industria lícita, imponer cargas tributarias confiscatorias e inconstitucionales y pedir super poderes expresamente prohibidos por la Constitución Nacional?

Tomemos ahora la legitimidad del actual Congreso sancionando leyes como la de los medios. El 28 de junio la población, con su voto, cambió sustancialmente la composición de ambas cámaras haciendo que el oficialismo pierda la mayoría, sin embargo, por causa del adelantamiento de las elecciones, han quedado casi 5 meses entre el momento del pronunciamiento popular y el de la jura de los nuevos legisladores. En el medio de esta situación irregular, forzada por el oficialismo, éste intenta imponer leyes contra la voluntad del pueblo antes del cambio que se producirá en diciembre. ¿Cuál es la legitimidad qué tienen las leyes que se sancionen ahora para cumplir con el capricho del matrimonio si el voto le ha dicho que ya no tiene la mayoría en el Congreso? Claramente estamos ante una situación de irregularidad en las formas y en el fondo. En las formas por usar una mayoría que el voto ya le negó y en el fondo porque se legisla sobre la ley de medios contrariando expresamente la Constitución Nacional en su artículo 32 que dice: “El Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”.

Argentina tiene hoy, como otros países latinoamericanos, gobiernos que traicionando los principios de la democracia republicana hacen un uso indebido del poder. En el caso particular nuestro, el kirchnerismo, a pesar de haber tenido una rotunda derrota en las últimas elecciones, insiste en ese rumbo.

Nos encontramos, entonces, ante una muy complicada situación. Un gobierno que ya no tiene el apoyo de la población intenta retener el poder y establecer una autocracia. Es decir, ignora el mandato de las urnas y se muestra dispuesto a utilizar los resortes que le quedan de poder para destruir a enemigos inventados.

Se me ocurre que estamos frente a dos posibilidades a las que puede conducir el comportamiento del matrimonio: a) que la población tolere este tipo de avasallamiento de sus derechos hasta llegar anularse por completo la democracia y la república o b) reaccione en forma más contundente ante semejante comportamiento.

Desconocemos el final. Lo único que sabemos es que el kirchnerismo ha tomado un camino en el que no parecen estar dispuestos a aceptar no tener todo el poder en sus manos para imponer su voluntad y destruir a cualquiera que se le ocurra pensar diferente. El kirchnerismo está empujando sistemáticamente a la población y uno nunca sabe cómo puede reaccionar ésta cuando se cansa de ser humillada y avasallada. © www.economiaparatodos.com.ar

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