Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image

EPT | March 29, 2024

Scroll to top

Top

jueves 7 de abril de 2005

Jorge Castro y José María Poirier-Lalanne: un nuevo Papa para una nueva época

La muerte de Juan Pablo II enfrenta a la Iglesia Católica con la necesidad de elegir a un sucesor que sepa hacer frente a los desafíos del siglo XXI. Jorge Castro, experto en Relaciones Internacionales, y José María Porier-Lalanne, director de la revista Criterio, reflexionan sobre el contexto internacional en el que deberá realizar su labor misionera el nuevo Papa.

– Juan Pablo II, además de su magnífica tarea pastoral, también hizo geopolítica y, desde el punto de vista político, no fue en absoluto intrascendente. Pero el mundo que deberá afrontar el próximo Papa no es el mismo con el que se encontró Juan Pablo II cuando inició su papado. ¿Qué perfil debería tener el próximo Papa para hacer frente a los desafíos que se vienen, ya sean morales y éticos como políticos?

– José María Poirier-Lalanne (JMPL): Son dos planos bien diferenciados. Y la figura del Papa que acaba de morir marcó, justamente, una especia de doble frente, que para algunos es de difícil lectura. Porque Juan Pablo II, en el plano internacional, fue un hombre que es un protagonista de la historia de su tiempo: la caída del Muro no le fue indiferente, fue un hombre que presionó sobre Polonia y colaboró con la lucha del sindicato Solidaridad, bregó porque no hubiera una justificación religiosa a los conflictos, enfrentó a Bush en el tema de la guerra en Irak, se pronunció por la condenación de la deuda externa sobre todo en relación a países africanos… En síntesis, luchó por un mundo que fuera menos desigual, porque esa es la posibilidad de supervivencia del planeta. Por otra parte, en el frente interno, fue un hombre llegado de Polonia, acostumbrado a la persecución política y a la resistencia, y no concibe otra Iglesia que no sea una Iglesia con esa militancia, con esa autoridad que él ejerce y con esa obediencia que se le debe.

– Finalmente la Iglesia no es una democracia donde cualquiera opina lo que se le da la gana…

– JMPL: Pero tampoco es una monarquía absoluta o un ejército. Entonces, lo que quiero decir es que ese ejercicio –que no estoy criticando en este momento aunque no lo comparto totalmente, pero ahora sólo lo estoy describiendo– a Juan Pablo II le va a dar ciertas posibilidades. Después veremos cuáles son los costos. Una de las posibilidades es decir: “señores, en Teología Moral se cierra el debate”. Y la Teología Moral, técnicamente, abarca desde la política hasta la salud reproductiva. Juan Pablo II dijo que el debate estaba cerrado. Por eso, el gran malestar entre los intelectuales que se dedicaron a esas disciplinas, porque no podían publicar ni debatir sus ideas. Es un hecho. Pero, por otra parte, este mismo Papa dijo: “señores, voy a tomar algunas medidas”. Por ejemplo, seguir adelante con el discurso ecuménico y con el diálogo interreligioso. Y justamente ahí gana mucha notoriedad y prestigio, porque cuando una autoridad fuerte toma una medida, esa medida impacta. ¿Qué viene después? Y ahora viene una sucesión difícil. Porque después de un papado tan largo –uno de los tres papados más largos de la Historia– las marcas son muy profundas. El papado de Pío XII fue mucho más corto y se lo consideró un papado que marcó enormemente. Pero también los tiempos marcan a los papados: el tema de la Guerra Mundial…

– A Pío XII le tocó la II Guerra Mundial, a Pablo VI todo el tema de la Teología de la Liberación y a Juan Pablo II el avance y caída del comunismo. En el mundo se van sucediendo determinados hechos históricos y la Iglesia no está apartada del mundo.

– Jorge Castro: Yo creo que la característica principal de Juan Pablo II fue, en el transcurso de estos años, el intento de establecer un diálogo constante con la sociedad moderna. Lo que ocurre es que partía al mismo tiempo de un diagnóstico sobre una sociedad moderna en crisis, en la cual el rasgo fundamental es, en primer lugar, su integración acelerada, su carácter planetario, en segundo lugar el hecho de que está fundada sobre el mundo de la técnica y, en tercer lugar, como consecuencia de una y otra, es una sociedad profunda y completamente secularizada, en la que hay, en todo caso, manchones aislados de fe, pero donde, cada vez más, estos manchones aislados no tienen un protagonismo de primer plano en el proceso mundial. En este contexto, la novedad ha sido que Juan Pablo II permaneció prácticamente solo a la cabeza de la Iglesia, en el sentido de la primacía de los valores para juzgar los acontecimientos y las opciones de la vida cotidiana ante todos los dilemas morales. La novedad, también, es que esto ha comenzado a incorporarse a la agenda política internacional a partir de las elecciones norteamericanas y del acontecimiento extremadamente importante que es la movilización que ha habido en Estados Unidos con motivo de la eutanasia de Terri Schiavo, en la que la reacción en contra de esta decisión de cortarle la vida a esta mujer fue el resultado de una coalición evangélica-católica, que ha demostrada una capacidad de acción importante, probablemente la más importante en el transcurso de los últimos 25 años. Si esto es aproximadamente el núcleo del fenómeno actual, es muy probable que el próximo Papa tenga que orientarse y se oriente en esta línea fundamental: de diálogo crítico con un mundo moderno en crisis pero con la insistencia permanente de la primacía de los valores para juzgar los acontecimientos y de negativa a aceptar la sumisión a una modernidad que tiene como característica fundamental su secularización completa y su rechazo a todo lo trascendente.

– Terminé de leer el libro de “La fuerza de la razón”, de Oriana Fallaci. Y ella allí habla de una invasión del islamismo hacia Europa. Juan Pablo II lo que hizo fue una revolución en términos de tender puentes de diálogo con todas las creencias. ¿El próximo Papa va a tener que jugar un papel importante en la lucha contra el terrorismo? Porque se trata de una guerra religiosa y cultural…

– JMPL: Yo, personalmente, creo que es fundamentalmente económica, más que religiosa y cultural. Lo cultural está presente, es cierto, hay cosmovisiones diferentes. Lo religioso lo veo de manera distinta, porque me parece que si atendemos a lo que decía Castro recién, yo no coincido con todo el análisis del securalismo, me parece que es un fenómeno más complejo: hay un cambio, y me apoyo en autores que considero que son importantes, de paradigma en temas religiosos y también un cambio de paradigma en temas culturales. No veo al secularismo como una falta de religiosidad, necesariamente. La alianza que Castro mencionaba en los Estados Unidos me parece una alianza muy peligrosa: el presidente Bush y mucha de su gente hacen un cruce peligrosísimo de fundamentalismo e ignorancia. Y eso me preocupa mucho. Porque es irreductible. Lo que creo es que quedan pendientes problemas muy difíciles en la convivencia internacional. Y ahí me parece que el tema de la justicia, que Wojtyla tocó, es un tema clave. Porque, por ejemplo, el islamismo en Europa está sufriendo, más allá de lo que se diga, en la segunda y tercera generación, más aspectos culturales que religiosos. Es decir, la misma chica que te encontrás en el metro de París, que va vestida como islámica, el viernes a la noche va a bailar vestida de occidental. Es un cambio de paradigma. Yo no hablaría de hipocresía, sino de pertenencias complejas. © www.economiaparatodos.com.ar




Se autoriza la reproducción y difusión de todos los artículos siempre y cuando se cite la fuente de los mismos: Economía Para Todos (www.economiaparatodos.com.ar)