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martes 22 de marzo de 2005

Jugando al límite de la legitimidad

Desde su asunción como presidente, Néstor Kirchner tomó determinaciones polémicas que provocaron enfrentamientos y graves cuestionamientos. Pero la seguidilla de conflictos y decisiones arbitrarias parece agudizarse y la situación se está volviendo claramente preocupante.

Desde que Kirchner asumió la presidencia está jugando al límite de la legitimidad en sus actos de gobierno, los que, si bien pueden estar relativamente encuadrados en las normas vigentes, no cumplen con el espíritu de las mismas.

El ejemplo más claro es el primer descabezamiento de las Fuerzas Armadas. Si bien es atribución del presidente de la Nación nombrar a los jefes de las fuerzas, eso no implica que sea legítimo que pase a retiro a tantos generales como se le dé la gana sin un verdadero fundamento para tomar esa decisión. Yo diría que esa decisión era, por sí misma, discutible. El presidente de la Nación no es el dueño del país. Es un empleado de los contribuyentes que le otorgan ciertos poderes para administrar el país. Pero el administrador no puede hacer lo que se le dé la gana con los poderes que le delegan los ciudadanos, por más que se escude en la legislación vigente. Mi pregunta es: si no hay motivos fundados, ¿puede el presidente de la Nación pasar a retiro a una serie de generales cuya capacitación fue financiada por los contribuyentes durante años, por el simple hecho de que no le gusta la cara o la forma de pensar de esos generales? ¿Arruinar la carrera de las personas y dilapidar los fondos de los contribuyentes no son actos que están en el límite entre la legalidad y el autoritarismo o, si se prefiere, de la arbitrariedad?

Cuando mandó a su ministro de defensa a meterse en una fiesta privada en un salón alquilado en el, si mal no recuerdo, Regimiento de Patricios, ¿no está abusando del monopolio de la fuerza que le delegamos para defender nuestros derechos?

Kirchner reacciona contra un obispo de la Iglesia por una cita que es altamente probable que esté sacada de contexto, alegando que se está utilizando una frase que hace recordar lo ocurrido en los 70, pero tiene un comportamiento totalmente diferente frente a la frase de Hebe de Bonafini cuando dijo que si en el Museo de la Memoria no se ponían los fusiles con que habían combatido los guerrilleros, ese museo no servía para una “mierda”. ¿Por qué Kirchner es tan intolerante con un obispo y tan considerado con la madre de un guerrillero que sembró la muerte en el país? ¿Puede un presidente tener una actitud tan arbitraria, siendo que su cargo implica representar a todos los ciudadanos argentinos?

Cuando descabeza a la Fuerza Aérea por el tema de SW y no toca a ningún funcionario de su entorno, sabiendo que varios funcionarios civiles declararon públicamente que hacía tiempo que conocían el tema, ¿no está actuando con arbitrariedad en el uso de los atributos presidenciales?

Cuando dice que el gobierno no mandó a los piqueteros a boicotear las empresas petroleras, ¿es sincero el presidente? Porque si no las mandó, por lo menos debería haber dado la orden de reestablecer inmediatamente el orden público dado que es su obligación constitucional defender los derechos de los ciudadanos frente a las violaciones de, en este caso, bandas de patoteros.

La frutilla que coronó el postre fue el decreto por el cual viola las normas vigentes al prohibirle a un obispo ejercer su función. A tal punto violó la ley que esta actitud generó un enfrentamiento con el Vaticano.

Hasta donde yo sé, los Planes Jefes y Jefas de Hogar son solventados con los impuestos que pagan los contribuyentes para subsidiar a los desocupados. Es decir, es plata que pone la gente de su bolsillo para mantener a gente que no tiene trabajo. Sin embargo, basta ver los reclamos y los comportamientos de estos grupos piqueteros para advertir que lejos de estar subsidiando a gente que la está pasando mal económicamente, estamos subsidiando a fuerzas de choque que son financiadas para violar los derechos de quienes los mantienen e imponer un sistema totalitario en la Argentina. ¿Puede un presidente utilizar fondos de los contribuyentes y tolerar que los beneficiarios de esos planes ataquen a gente que pasa por la calle, empresas privadas y hasta comisarías?

Se supone que en una democracia la división de poderes sirve para evitar que un gobierno elegido por el voto termine transformándose en una dictadura.

La realidad que tenemos frente a nosotros es que tal división de poderes sólo existe a los fines de cobrar los sueldos de cada uno de los miembros de cada poder. Pareciera ser que es una simple cuestión administrativa. Ni por casualidad se ve que un poder esté controlando al otro. Por lo tanto, estamos cayendo en una situación altamente peligrosa: que la democracia degenere en dictadura, gobierno autoritario o como se lo quiera llamar. Si las cosas siguen tal cual vienen desarrollándose, no me sorprendería que un día la gente se dé cuenta demasiado tarde de que todo lo que estuvo tolerando hasta ahora terminó por quitarle sus libertades más elementales.

Cualquiera con dos dedos de frente se da cuenta de que esto está pasando de castaño a oscuro. No vaya a ser cosa que un día de estos nos despertemos con una nueva ley al estilo Chávez, por la cual cualquiera que ofenda al presidente puede ir preso. © www.economiaparatodos.com.ar




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