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jueves 9 de octubre de 2014

Kiciloff y las consecuencias del narcisismo

Kiciloff y las consecuencias del narcisismo

Quienes observamos lo que sucede en el ámbito político, hemos podido advertir el pernicioso complejo de superioridad que adorna al actual Ministro de Economía, quien parece verse a sí mismo muy por encima de los demás, mientras ‘copa la banca’ del gobierno ‘cristinista’

Esto no augura nada bueno para el futuro inmediato, por las razones que trataremos de sintetizar.

La habitual actitud arrogante y escrutadora del encumbrado personaje, indica claramente un interés superlativo por ocupar primeros planos sin someterse a posiciones de subordinación alguna. En ese sentido, la fría distancia en el trato con el periodismo parece ser una táctica estudiada para impresionar a sus interlocutores.

Pretencioso, creído y petulante, descalifica abiertamente a quienes no piensan como él y se conduce con gran desconsideración personal hacia los demás.

Dicen los psiquiatras que existe una cercanía entre la personalidad narcisista y la histriónica, que crea grandes dificultades a quienes la sufren para poder lograr un contacto social sano y equilibrado. Las apariciones públicas del joven ministro -que exhibe siempre un aire “ausente” cuando otros hablan-, denotan un fingido desinterés por lo que ocurre, mientras espera turno para desarrollar sus abstracciones sobre una política económica integral de la cual hasta hoy no tenemos ni noticias.

Mientras tanto, sus continuos errores de criterio “académico” (¿) lo han llevado a procesar las informaciones de la realidad muy defectuosamente y solo parecería estar interesado en señalarnos que se siente alguien singular, que ha llegado a la política para “iluminar” a sus oyentes. El haber tenido éxito “doméstico” en el entorno de la Presidente -a quien sin duda ha “encandilado”-, parece estimular aún más una cierta hipertrofia de una personalidad profesional que luce como muy ambivalente.

Nadie parece haber logrado convencer al nuevo hombre fuerte del gobierno de la disparidad existente entre sus presunciones dogmáticas y la realidad, por lo que comienzan a aparecer en su conducta unos sutiles “mecanismos de resistencia”, que lo llevan a imponer recetas heterodoxas muy complejas, muchas de las cuales nacen casi muertas desde el vamos.

En 1951, el psicoanalista Wilhelm Reich identificó el subtipo humano del “narcisismo elitista”, entre quienes se sienten miembros de un selecto grupo de seres superiores. Esa es la impronta con la que el ministro ha conseguido “invadir” la intimidad de Cristina, siempre fascinada y dispuesta a identificarse instintivamente con personas supuestamente “destacadas” -COMO SE SIENTE ELLA MISMA-, que ha encontrado en él un aliado de oro para fomentar su monomanía de culpar a los demás por sus reiterados fracasos.

Estamos convencidos que este tándem fanático, ALTAMENTE POTENCIADO, solo continuará acentuando los desajustes de sus disposiciones sobre la marcha de la economía, a medida que la realidad comience a “cachetear” ciertos desvaríos populistas de raíz neo-marxista de la misma.

En los próximos meses, el debate se celebrará pues en el cenáculo íntimo de dos personas que desprecian cualquier crítica adversa por temor patológico a ser burlados y humillados.

Nuestra opinión: creemos que, a pesar de las bravuconadas de ambos, tarde o temprano comenzarán las negociaciones con los acreedores externos para encontrar algún arreglo que les permita subsistir políticamente hasta el fin del mandato, por lo que es dable suponer que lo de hoy no sea más que “ruido” para la tribuna y, por qué no, mantenerse acechantes para ver si por casualidad LES CAE UN CENTRO DE EMBOQUILLADA EN EL MEDIO DEL ÁREA CHICA PARA “METERLA ADENTRO” POR CASUALIDAD, como suele decirse en el ambiente futbolero.

No mucho más que eso. Ya no tienen margen para intentar nada serio, porque nadie les cree y el peronismo en su conjunto (que debiera ser su punto de apoyo), no comulga con sus apostasías.

Mientras tanto, habrá que apretarse el cinturón y tragar saliva, esperando que pase el tiempo necesario para que quienes los reemplacen puedan derogar disposiciones “reglamentarias” caóticas que han convertido la vida de todos los días en una auténtica carrera de “salto con vallas”.