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jueves 2 de marzo de 2006

Kirchner, cerca de reformar la Constitución

El resultado de la votación para cambiar el Consejo de la Magistratura demuestra qué fácil resulta para el gobierno de Néstor Kirchner la cooptación de legisladores. Así, al presidente no le resultaría muy difícil alcanzar las mayorías parlamentarias necesarias para modificar la Constitución Nacional.

La votación para reformar la ley del Consejo de la Magistratura en la Cámara de Diputados tuvo un sorprendente resultado, que hasta los más optimistas de un lado –el kirchnerismo- y los más pesimistas del otro –ARI, Interbloque Federal, parte de la UCR- no imaginaban. La norma se aprobó con 149 votos a favor, 20 más del mínimo necesario para aprobar este proyecto, ya que la Constitución marca que la ley sobre el Consejo de la Magistratura tiene que ser aprobada por la mayoría absoluta de las Cámaras, es decir, 36 senadores y 129 diputados.

Es interesante analizar la evolución en la aprobación del proyecto. El oficialismo logró una rápida sanción en la Cámara de Senadores al contar con una mayoría propia. Las dudas se planteaban entonces respecto a qué pasaría en Diputados, ya que luego de las elecciones pasadas, las fuerzas kirchneristas contaban con un bloque de 118 diputados, de los cuales 113 habían manifestado su intención de votar a favor del proyecto. Al oficialismo le faltaban 16 votos para lograr la aprobación. Como en ese momento no se contaba con el apoyo suficiente, se decidió postergar la votación hasta finales de febrero, confiando el oficialismo que conseguiría la mayoría necesaria para reformar el Consejo. Pero nunca se llegó a pensar que se superarían por tanto margen los 129 votos requeridos. En un plazo de dos meses, nada menos que 36 legisladores pasaron de oponerse o tener una posición más ambigua frente a la reforma, a apoyarla de manera clara. ¿Qué fue lo que pasó?

No se puede negar que hubo una compra de voluntades, no necesariamente cuestionable en los métodos de votación, pero que plantea interrogantes en cuanto a la cooptación. Nadie duda de que la abundancia de fondos públicos de la cual el Estado goza es la herramienta fundamental detrás de toda negociación. El ejemplo del diputado Zottos, del partido Renovador de Salta e integrante del Interbloque Federal, explicando que en su caso la situación de Tartagal ameritaba el envío de fondos por la gravedad del episodio ocurrido –el único puente que atraviesa un río se derrumbó, dejando incomunicada a esa localidad- no justifica en nada su cambio de posición. Si es necesario realizar una obra pública de urgencia, ante todo la provincia debería responder en primera instancia, y si es imprescindible el envío de fondos por parte de la Nación esto debe manejarse muy cuidadosamente, sin traspasar la barrera de una posición política versus una obra de extrema urgencia y la necesidad para resolver una grave situación.

Por más que el diputado Zottos tenga la convicción de haber votado libremente apoyando puntos de la ley que creía convenientes, ha dejado la imagen de haber sido sometido a los designios del kirchnerismo. También recordemos las palabras de ex duhaldistas que se oponían a Kirchner y luego terminaron votando a favor de la ley, además de ex miembros de PRO, algunos peronistas que responden a Rodríguez Saá y ex menemistas. Pero luego de visto el resultado de esta votación, se ha comprobado lo relativamente fácil que le resulta al presidente cooptar a legisladores mayormente declarados opositores.

Analizando esta realidad, notemos que el número obtenido en esta votación –149- no se encuentra muy lejos de una mayoría añorada por todo presidente argentino: la necesaria para reformar nada menos que la Constitución Nacional, para la cual los votos mínimos requeridos en la Cámara de Diputados son de 172 –2/3 del total de los miembros-. Con estos números, y guiándonos por la imagen de esta ultima votación, a Kirchner le faltarían nada menos que sólo 23 votos para reformar la Carta Magna, contando con un gran plus a favor, como sería el no tener que consensuar el proyecto, tal como ocurriese con Carlos Menem. En cuanto a la Cámara de Senadores, conseguir los 2/3 necesarios, es decir, 48 votos favorables, es una tarea aun más sencilla. En ese sentido, se plantearía una situación similar a la de Perón, que logró reformar ampliamente y a piaccere casi toda Constitución de 1853.

Recordemos también que dos de los tres presidentes peronistas electos por el pueblo –Perón, Menem- lograron cambiar la Corte Suprema de Justicia, reformar la Constitución para poder postularse a una reelección y posteriormente ser reelectos efectivamente. En el caso de Kirchner, él ya cambió la Corte Suprema y podría estar en condiciones de reformar la Constitución, aunque a diferencia de los otros dos ex presidentes, él ya cuenta con la posibilidad de ser reelecto –en su caso podría reinstalar como Perón la reelección indefinida-.

Mas allá de estos datos, tan reveladores como ciertos, y teniendo en cuenta que cinco diputados kirchneristas no votaron a favor de la Reforma del Consejo de la Magistratura, más otros duhaldistas que tampoco lo hicieron –siete en total-, aunquee nada indica que no puedan someterse a los dictados del Poder Ejecutivo, a Kirchner le faltarían sólo un poco más de 10 votos para poder sancionar la necesidad de una reforma constitucional. En ese momento, y no mediante la reciente reforma del Consejo de la Magistratura, tendría verdaderamente la posibilidad de desarmar el Pacto de Olivos –reelección inmediata, votación directa, Consejo de la Magistratura, tercer senador, entre otros ítem- y no introduciendo cambios a favor de su conveniencia en órganos derivados justamente de ese acuerdo.

Probablemente, el armado de esta mayoría requiera de una negociación que en una instancia pueda debilitar el proyecto kirchnerista, pero como se vienen dando los manejos de favores políticos y obras públicas en la actual Cámara de Diputados, nada que pueda ocurrir desde aquí deberá sorprendernos. En fin, la vieja corporación política seguirá manejando los destinos del país, mientras nuevamente la sociedad hace la vista gorda frente a este notable deterioro de las instituciones, iluminados todos por el crecimiento de la economía e inundados por el consumo de televisores, computadoras, DVDs y electrodomésticos financiados con tarjeta de crédito; época paradójicamente similar a la vivida entre los años 1991 y 1994 del menemismo. © www.economiaparatodos.com.ar




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