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lunes 25 de septiembre de 2006

Kirchner toca la campanita y D’Elía rompe candados

Las inversiones no llegan a la Argentina porque aquí no existe un plan económico de largo plazo y lo único que tenemos es un proyecto personal de acumulación de poder que se basa en el reparto de prebendas gracias a un tipo de cambio alto.

En el viaje a EE.UU., Néstor Kirchner intentó convocar a los capitales extranjeros para que inviertan en la Argentina. En rigor, este tipo de viajes no resultan muy efectivos dado que hoy en día la información llega rápidamente a todas partes del mundo. Para conocer qué está pasando con la política y la economía argentina no hacía falta que el presidente se trasladara, con tener una conexión a Internet es suficiente para estar informado de lo que pasa por estas tierras.

Por el contrario, mi impresión es que resulta contradictorio que Kirchner organice un viaje a los EE.UU. para convencer a los norteamericanos de que inviertan aquí y, al mismo tiempo, mantenga entre sus colaboradores al piquetero Luis D’Elía, quien fue con sus fuerzas de choque y un gran alicate a cortar el candando de la tranquera de un campo de un inversor norteamericano. Mientras Kirchner trata de convencer a los empresarios norteamericanos para que pongan su plata en la Argentina, las imágenes de D’Elía violando la propiedad privada circularon por el mundo a través de la CNN.

Dicen que Kirchner alguna vez les dijo a los empresarios que se fijaran más en lo que él hacía que en lo que decía. Si uno sigue su consejo y toma decisiones en base a lo que hace, claramente no haber echado en el acto a D’Elía por violar la propiedad privada es un indicador lo suficientemente claro sobre cuál es el grado de respeto a la propiedad privada que tiene su gobierno. Si a esto se le agrega el comportamiento “tipo KGB” que tiene el secretario Guillermo Moreno con las empresas, no creo que muchos empresarios, argentinos o extranjeros, tengan ganas de meter la cabeza en la boca del león.

Por otro lado, el discurso de Kirchner y sus colaboradores para mostrar que todo marcha sobre rieles en la Argentina tampoco fue muy convincente.

En efecto, mientras elGobierno insiste en que no hay ninguna crisis energética, le corta el suministro de gas a Chile, sus funcionarios apelan a que la población haga un uso racional de la energía y les piden a las empresas que tengan sus propios generadores de energía. Y, como si todo esto fuera poco, el gas oil empieza a escasear cada vez más.

Si el sistema productivo argentino depende del clima para poder tener energía y hacer funcionar las máquinas, quiere decir que más que tener un plan económico consistente y previsible estamos en manos de la casualidad.

Otra de las confusiones que tiene el Gobierno tiene que ver con el Índice de Precios al Consumidor (IPC) y la inflación. Los funcionarios de este gobierno creen que es posible dibujar eternamente el IPC sin ningún costo de largo plazo. Comerse el stock de capital para financiar mayor niveles de consumo genera, en el corto plazo, una sensación de bienestar, pero, en el largo plazo, cuando se acaba el stock, aparece la escasez y los costos se hacen visibles. La realidad es que los precios siguen subiendo por efecto de la expansión monetaria que hace el Banco Central (BCRA) para sostener el tipo de cambio en niveles superiores a los $ 3,10 por dólar. El tema es muy claro: el proyecto político de Kirchner para acumular poder se basa en el manejo de la caja. Para eso necesita tener ingresos fiscales que no tenga que compartir con las provincias. Esos ingresos fiscales provienen, entre otros, de los derechos de exportación. Si el Gobierno dejara bajar el tipo de cambio, acto seguido tendría que eliminar las retenciones, lo que provocaría que se quedara sin la caja y sin proyecto político. El objetivo de acumulación de poder de Kirchner requiere del impuesto inflacionario para sostener artificialmente alto el tipo de cambio y, de esa manera, tener caja. Digamos que el proyecto político de Kirchner tiene dentro la semilla de su autodestrucción.

Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente económico, la expansión monetaria para financiar el tipo de cambio alto afecta el ingreso de asalariados y jubilados. ¿Cómo evitar que el impuesto inflacionario se vuelva en contra de su proyecto político? Estableciendo y aumentando férreamente los controles de precios, por más que el ministro Julio De Vido se esfuerce en desmentir que en la Argentina hay controles de precios. Lo que sabemos, entonces, es que alguien tiene que financiar el tipo de cambio alto. O los financian los asalariados o lo financian las empresas. Aquellos con caída en el ingreso real o estos con menores utilidades. Este proyecto político no es gratis. Alguien tiene que pagarlo y es el sector empresarial el que lo va a pagar en el corto plazo. Y como lo sabe, y también sabe que esta artificialidad no dura para siempre, todos realizan las ganancias e invierten lo mínimo indispensable para no quedar mal parados en el futuro cuando se derrita el plan tipo de cambio alto.

Para ser más concreto: aquí no existe un plan económico de largo plazo. Aquí tenemos, solamente, un proyecto de acumulación de poder y un tipo de cambio alto que se subordina a ese objetivo. El besamanos de intendentes y gobernadores, devenidos en K de la primera hora, se desvanecería instantáneamente si la caja desapareciera. Esto lo saben Kirchner, los intendentes, los gobernadores y los empresarios. Todo es muy frágil como para que alguien arriesgue su capital en un país en el cual sólo existe un proyecto político personal sustentado en una gran artificialidad. El mundo está informado de esta situación y los inversores también, por más que Kirchner toque la campanita anunciando el inicio de las operaciones en la bolsa de comercio de Nueva York. © www.economiaparatodos.com.ar

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