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martes 15 de octubre de 2013

La arritmia, la colección, la renuncia y mi TL (especulando en Twitter)

La arritmia, la colección, la renuncia y mi TL (especulando en Twitter)

El justicialismo podría ver como una salvación una destitución legislativa de Cristina Fernández.  ¿Por qué no vería con igual beneplácito una renuncia por razones de salud indisputables?

Algunas voces de mi TL están asegurando que hay un acuerdo por el cual Cristina Fernández renunciaría luego de las elecciones, junto con Boudou. Se convocaría a la Asamblea Legislativa  que prevé el artículo 88 de la CN, y allí se designaría a Daniel Scioli, quién llamaría a elecciones en un plazo prudencial.

La especie parece una locura, o al menos carece de fundamento, pero tiene algunas bases respaldadas en los análisis que no son descartables.

La presidenta ha llegado a una instancia que se podría resumir así: ella no hará lo que se debe hacer para corregir las barbaridades de su política, y por otro lado si no lo hace las consecuencias serán de suma gravedad, lo que afectará al partido justicialista, estallará en la cara del sucesor seguramente peronista y le costará a la poderosa mandataria el encono del sistema mundial, lo que le garantizaría una persecución personal más grave que la que padeciera Salinas de Gortari luego de traicionar a los centros financieros del mundo.

Al gobierno se le han acabado evidentemente las ideas, los fondos y los recursos naturales. Los próximos dos años sólo pueden ser de deterioro personal y partidario. Le convendría irse ya mismo si tuviera una excusa para hacerlo sin que pareciera un huida.

En una situación asombrosamente similar tanto en sus políticas como en sus prácticas, su lenguaje y su fracaso, Juan Domingo Perón consintió casi sin resistir el golpe que lo destituyó en 1955 ante una sublevación que estaba lejos de superarlo por la fuerza de las armas. Eso le permitió irse depuesto y no claudicante ni fracasado.

En una reciente nota en este mismo medio, decíamos hace pocos días que el justicialismo podría ver como una salvación una destitución legislativa de Cristina Fernández.  ¿Por qué no vería con igual beneplácito una renuncia por razones de salud indisputables?

Tal eventualidad «salvaría la ropa» de todos los protagonistas  y permitiría empezar a hacer las correcciones y arrepentimientos que la presidente ha dicho que no hará. ¿El arreglo con el CIADI y el FMI no son una especie de anticipo, justamente cuando la mandataría está bajo el paraguas del reposo estricto?

¿Sus funcionarios no querrán hacer buena letra con el establishment internacional frente a la inminencia de un colapso que les garantiza la cárcel?

¿Sus sucesores justicialistas no preferirán un período de transición donde un nuevo Duhalde les limpie el camino y les evite el empeoramiento inexorable de los próximos dos años?

¿No es Scioli el personaje ideal para la tarea, dispuesto como está a pagar cualquier precio y soportar cualquier escarnio por tener el papel central?

¿Es muy difícil suponer que la Presidenta ha tenido ya varios anticipos de sus problemas de salud, que sufre en la intimidad las consecuencias de esos problemas, de su estilo y de su fracaso y que está preparada a renunciar, como se lo ha dicho a su entorno más entrañable y no una vez?

¿Y es muy descabellado suponer que tanto ella como su entorno pueden sentirse más protegidos si su retirada está cubierta por una continuidad no sólo afín sino con pactos de sangre?

Cuando leí los tweets que sostenían esta idea, mi contestación impulsiva fue: «Y yo reemplazaré a Messi en el Barça»

Después, como mero ejercicio intelectual, sopesé estos razonamientos que he compartido. Y por las dudas, hoy empecé mi dieta y a hacer cinta. Tiembla Messi.