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miércoles 4 de junio de 2014

La condena social

La condena social

Una de las características del sistema político actual es que una democracia de rechazos tiende a sustituir a una democracia de proyecto, como lo explicó Pierre Rosanvallon, existe una “politización negativa”, la participación en la vida pública es hostil el compromiso es a favor del rechazo

Esto último ha sido y continúa siéndolo uno de los “atributos” del Kirchnerismo, su éxito no radica en la confianza de los gobernantes por su gestión en la concreción de objetivos. Dicho en otras palabras por el “buen gobierno”.

Me animaría a agregar, ni siquiera en los beneficios clientelísticos de su política social, sino más bien en la desconfianza que han logrado sembrar entre el resto de las dirigencias, sus antecesores a quienes en su momento apoyaron sin límite y a sus competidores actuales a tal extremo llega esta “virtud negativa” que difícilmente “ella” elegirá un sucesor porque en ese caso estaría dando una muestra de “confianza” y esta cualidad no existe en los “K”.

Siempre lo negativo impacta más que lo positivo por lo tanto es “….mucho más rentable demoler al competidor que hacer valer los méritos propios…”, esto quizás explique a Scioli que de hecho se ha convertido en un “competidor-sucesor” “K” y precisamente solo “Kristina” puede ser su propio sucesor. La pretensión sucesoria de Scioli lo ha convertido en el competidor de “ella” al que hay que  vencer o destruir si fuera posible.

El Kirchnerismo ha introducido en la Argentina lo que se denomina  “democracia negativa”, es decir la formación de coaliciones reactivas o si se prefiere “anti”.

El tiempo también juega a favor de la acción negativa, su resultado es inmediato y más de una vez impactante, la épica “K” se sustenta en la supuesta odisea que significa luchar contra enemigos invisibles y presuntamente imbatibles porque el día que fueran vencidos también sería el fin del Kirchnerismo.

La politización negativa, el “ciudadano negativo” constituyen una suerte de participación política hostil, los compromisos políticos o las coaliciones circunstanciales tienen como único objetivo “el rechazo” y ello se debe en mi opinión a la falta de idoneidad ética y profesional de los funcionarios de los gobiernos a los que solo se los ve como usufructuarios de los poderes del estado.

Carecen de “legitimidad de ejercicio”, De Vido puede ser una cabal muestra de ello y su permanencia en el cargo constituye un agravio a la sociedad.

Estas actitudes negativas, muchas veces agresivas, se debe a que se desconfía del valor del diálogo y de la crítica en la certeza que si se convoca al diálogo este será meramente protocolar y que las críticas serán descalificadas como suele hacer el “kirchnerismo” en casi todos sus niveles, aunque alguna excepción hay.

Una de las características de los gobiernos “K” ha sido la de usar órganos del Estado para presionar o condicionar a sus posibles oponentes y críticos, habiendo sido Moreno desde la Secretaria de comercio Interior uno de sus máximos artífices.

Fue especialista en arbitrariedades, amenazas y en instrumentar parte de la mentira del gobierno mediante la adulteración de las estadísticas del INDEC que nos han llevado a un limbo en el que se ignora cuánto se ha crecido en los últimos años, cual es la inflación real, cual es la dimensión de la indigencia y la pobreza, en el que se han perdido diez millones de cabezas de ganado, no se logró cumplir con los cupos de la cuota Hilton, se pulverizó la siembra del Trigo, la actividad tambera y se penalizó casi toda actividad productiva.

La SIDE habría sido utilizada para espiar y acosar a propios y extraños y la AFIP como arma intimidatoria, claro está todo ello pudo suceder porque la  Korrupción imperante obligaba a callar.

La Korrupción no solo ha sido y es una fuente de ingresos sino además se ha convertido en un peaje para acceder a negocios a los que no se podría llegar por licitaciones transparentes o por las reglas de una real competencia.

Pero además, esa Korrupción generada, se ha usado para presionar “legítimamente” a quienes aceptaron sus juegos.

El Kirchnerismo ha logrado institucionalizar la “incertidumbre” y por lo tanto ha generado un clima de “desconfianza” que se refleja en todos los actos de la sociedad.

El caso “Boudou” ha sido ilustrativo en ese sentido hubo tantos tejes y manejes para impedir la labor judicial o de dificultarla al máximo  que hemos llegado a cuestionar “futuras y eventuales resoluciones judiciales” que nos han llevado a un estado tal de desconfianza que nos ha permitido condenar perpetua, social e inapelablemente al Vicepresidente de la Nación.

Quizás la sanción más injusta, pero a la que paradójicamente nos llevó no solo el propio Boudou sino el propio gobierno por el manipuleo a que fueron sometidos jueces y fiscales.

La misma condena social se va produciendo con otros funcionarios, en algunos casos por estar sospechados por groseros actos de “Korrupción” y en otros por ponerse en duda la eficacia e imparcialidad judicial.

Hay varios funcionarios que no pueden concurrir a un lugar público por el temor que se exteriorice la sanción social.

La “condena social” quizás sea reprobable pero ella remplaza al llamado “tiempismo judicial” y en definitiva a esto nos ha llevado la propia dinastía “K” que se ha destacado por impedir toda investigación de supuestos actos de Korrupción comenzando por el fugaz sobreseimiento, no apelado en la causa por enriquecimiento ilícito iniciada contra “El” y Ella”.

Cuando la Korrupción se oculta, la condena social se convierte en un castigo mucho más cruel que una pena Judicial legítimamente impuesta.

Así están las cosas…