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martes 3 de julio de 2012

La crisis de los aguinaldos dispara la interna del peronismo bonaerense

Hugo Moyano apuró su ruptura con el Gobierno, creyendo que esto le facilitaría retener el control de la CGT en la elección del 12 de julio. Pero el paro con movilización a Plaza de Mayo precipitó la reacción del cristinismo contra el supuesto complot de Daniel Scioli y el líder sindical.El tercer paso de esta cadena de causas y efectos es que, por el cepo financiero que impuso la Casa Rosada, la inestable paz bonaerense se está diluyendo.

Los sindicatos se movilizan contra el pago en cuatro cuotas del aguinaldo y la oposición culpa al gobernador y a la presidente. Estos hechos parecen ser a su vez el disparador de la interna del PJ bonaerense, que se paralizó el 23 de octubre pasado por el aplastante triunfo del Frente para la Victoria. Ante la perspectiva de que Scioli sufra un desgaste en las encuestas por la crisis del aguinaldo, Sergio Massa estaría acelerando sus preparativos. El tigrense es hoy el tercero mejor rankeado en las encuestas nacionales, detrás de CFK y el gobernador. La actual pulseada entre estos dos puede favorecer que Massa se afiance como el candidato mejor posicionado para la gobernación en el 2015. El ala más moderada del gobierno, que ahora representa Florencio Randazzo, estaría explorando una reconciliación entre Massa y Cristina.

Es que, sea quien fuere el presidente en el 2015 -y más aún si CFK no lo es-, el kirchnerismo necesita quedarse con las provincia de Buenos Aires. Gabriel Mariotto era un expectable para suceder a Scioli hasta dos meses atrás. Pero ahora las encuestas revelan su intrascendencia y sólo se destaca como un implacable comisario político, rol que difícilmente sirva para atraer votos. La otra esperanza K, Alicia Kirchner, ya está mostrando su debilidad en las mediciones, donde no pasaría del 4,5% de intención de voto. Este panorama es desalentador para el cristinismo: sin candidato propio con votos se arriesga a que a último momento Massa se rebele y se postule como opositor a la Casa Rosada.

En este laberinto, en el entorno presidencial no faltan los que piensan que es mejor malo conocido. Es decir, que en última instancia, si Cristina consigue la reforma constitucional, habría que reformar también la constitución provincial y forzarlo a Scioli a aceptar un tercer mandato. El alicaído peronismo disidente también camina con la vista puesta en el gobernador. Francisco de Narváez seguiría pensando que, si Scioli se convierte en el candidato a presidente, acordaría apoyarlo a él para gobernador. En cambio, hoy parece más improbable un acuerdo entre Scioli y Massa. Así es que el aumento de la tensión entre aquél y la presidente, habría influido, por ejemplo, para que pocos días atrás Graciela Camaño y Jesús Cariglino hayan celebrado su reconciliación con De Narváez y el reflotamiento del FUP, que había entrado en crisis a principios de junio.

Estas idas y venidas, que prometen ser interminables, se producen al compás de una sola variable. Cuando Scioli mejora sus relaciones con Cristina, los disidentes se le alejan y buscan el calor del PRO. En cambio, cuando hay clima de crisis como ahora, florecen las esperanzas de una rebelión peronista anti-K.

Una confusión que recién empieza

La realidad es que, como el ex motonauta practica un riguroso hermetismo, los que están a su alrededor realizan las interpretaciones que a cada uno más le agrada. Es así que el flamante sciolismo, corporizado en la Juan Domingo, tiene un desarrollo frenético dentro y fuera de la provincia. Sus dirigentes -encabezados por el senador provincial Baldomero Cacho Álvarez- aseguran que el año que viene habrá listas de candidatos sciolistas. O sea, implícitamente, que está en marcha la fractura del Frente para la Victoria.
Otra versión, más suave, sugiere que en realidad el sciolismo se prepararía para presentar una lista en la primaria del FpV compitiendo así con el cristinismo. Pero ninguna de estas variables es compatible con el dogma que se practica en Olivos. Como ocurrió el año pasado, la presidente está decidida a escribir de su puño y letra las listas no sólo de candidatos a diputados nacionales sino también a legisladores provinciales. ¿Podría un gobernador con las finanzas provinciales al rojo vivo plantarse ante la prepotencia presidencial? Si todo terminara con la foto de Cristina y Scioli abrazados, es probable que el macrismo bonaerense crezca rápidamente incorporando a la masa de peronistas anti-K desilusionados.

Claro está que una cosa o la otra seguramente ocurrirán a último momento. Es que Scioli ya es un maestro del pocker y la presidente, a su vez, muestra una riesgosa tendencia a confundir los arrebatos con el ejercicio de la autoridad.

Autor: Carlos Tórtora

Fuente: InformadorPublico.com