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jueves 4 de noviembre de 2004

La deserción escolar en la provincia de Buenos Aires

Las altas cifras de abandono escolar en el distrito bonaerense son preocupantes: los alumnos que dejaron sus estudios suman igual cantidad que el total del alumnado de las provincias de La Pampa y San Luis. Frente a la deserción escolar, un problema que hipoteca nuestro futuro como país y exige urgente solución, es preciso comenzar a analizar con seriedad los múltiples factores que agravan el cuadro de situación.

Hace quince días, se difundió un extenso y profundo informe elaborado por las autoridades educativas de la Provincia de Buenos Aires.

El mismo da cuenta de que más de 100.000 alumnos que asistían al Nivel Polimodal dejaron la escuela el año pasado (un 13% de los 788.000 que había). Esto se agrava sabiendo que el Nivel Polimodal es obligatorio (y muchas veces becado) en la Provincia de Buenos Aires. También revela que 74.000 estudiantes desertaron de la Educación General Básica y que unos 150.000 alumnos repitieron el grado.

Para tener una idea de la dimensión de estas cifras, vale esta comparación: los alumnos que han abandonado EGB y Polimodal suman la misma cantidad de alumnos que tienen La Pampa y San Luis juntos. Y si nos basamos en estadísticas anteriores, no parece que este número tienda a disminuir.

Estas cifras hipotecan nuestro futuro mucho más que la deuda externa: la deuda puede renegociarse o incluso puede que la condonen. Pero lo que está claro es que tener un pueblo sin educación no se remonta con dinero ni condonaciones internacionales.

La extensión de este artículo no permite hacer un análisis integral de todas las causas que pueden contribuir a la enorme deserción escolar, pero al menos voy a citar algunas.

1. Falta de compromiso social con la educación: Los distintos agentes educadores (recordemos que no sólo educa la escuela) no tienen en absoluto un compromiso con la educación. Así, y por citar solo un par de ejemplos, hay programas de televisión para adolescentes que terminan después de las 12 de la noche, cuando se supone que la gran mayoría de los alumnos se levanta antes de las 7 de la mañana. Los alumnos se quedan dormidos, llegan tarde y quedan “libres”, o duermen en las primeras horas de clase, con el consiguiente fracaso académico y la necesaria deserción aneja. Feriados que caen un sábado o domingo se pasan a un lunes, como para demostrar que la educación y los días de clase no revisten ninguna importancia comparados con el turismo. O los docentes que hacemos huelga no dando clases, en vez de buscar otros mecanismos de protesta que no afecten a las generaciones venideras y por tanto, a nosotros mismos en el futuro.

2. Equivocada asunción de la escuela de responsabilidades ajenas: Los docentes no estamos preparados para muchas de las cosas que actualmente suceden. Pero no sólo no lo estamos, sino que no deberíamos estarlo. Es como pedir a todos los taxistas que sean capaces de realizar una traqueotomía. Si la escuela y los docentes seguimos asumiendo roles que no nos son propios, lo que se resiente es el rendimiento académico de los alumnos, y esto fomenta la deserción. Sólo por poner un ejemplo: los docentes hoy tenemos que contener situaciones de violencia familiar frente a las que no estamos capacitados, y eso nos saca tiempo para planificar, buscar actividades motivadoras, entre otras actividades académicas.

3. Falta de profesionalismo de nosotros, los docentes: Los docentes deberíamos buscar soluciones para poder educar con eficacia a los alumnos que tenemos delante, y que cada vez presentan conflictivas más complicadas. Además de ver que en esto la sociedad tiene mucho que ver, no podemos quedarnos en asignarle la culpa y no hacer nada al respecto. Por ejemplificar nuevamente: si sabemos que en la primera hora los alumnos tienen sueño deberemos utilizar los recursos didácticos para ponerlos en actividad, en vez de dejar que duerman.

Indudablemente hay otros muchos factores sociales, familiares, escolares, políticos e incluso geográficos o climáticos que contribuyen a la deserción escolar, pero al menos comencemos por reconocerlos e intentar corregir aquellos que están en nuestras manos.

No pensemos en una Argentina mejor sino solucionamos algo tan elemental como que los alumnos permanezcan en la escuela. No hablemos de calidad educativa si no hay a quien brindársela. © www.economiaparatodos.com.ar



Federico Johansen es docente, director del colegio Los Robles y profesor de Política Educativa en la carrera de Ciencia Política de la Universidad Católica Argentina (UCA).




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