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jueves 1 de mayo de 2008

La inevitabilidad del colapso

La elección del nuevo ministro de Economía ratifica el rumbo económico y el modelo en vigencia. No cabe, pues, otro horizonte más que el de la crisis.

La decisión del marido de la presidenta, Néstor Kirchner, de ratificar la orientación de la política económica y nombrar como ministro de Economía de su esposa a un hombre de su riñón torna inevitable que la Argentina desemboque en una profunda crisis. No es aún posible determinar cuándo hará eclosión, pero forma parte de la lógica de los acontecimientos –a menos que se produzca un milagro humanamente improbable– que una crisis estalle. Para evitarla sería necesario que el gobierno cambie su política económica. Sin embargo, Kirchner ya decidió que Cristina continúe aplicando la misma metodología.

La situación económica de nuestro país viene deteriorándose en forma creciente como consecuencia de la política que los gobiernos del matrimonio Kirchner vienen desarrollando. Para que la economía se encarrile, sería necesario replantear esa política. Como Néstor ha decidido que Cristina siga adelante con la misma política económica y que el ministro sea alguien que le obedece sin discutirle, todos los problemas que se vienen manifestando últimamente se agudizarán hasta que la situación colapse. El problema no es demasiado difícil de entender, ni siquiera de resolver si existiera la decisión enfrentarlo. Pero Kirchner ha decidido que no haya cambios. No nos queda, por ende, más que atenernos a las consecuencias.

Lamentablemente, las consecuencias serán muy graves. Los índices de pobreza se incrementarán sustancialmente (y cuando la gente no tiene para comer la falsificación de los datos del INDEC es inoperante) y las posibilidades de estallidos sociales estarán dramáticamente presentes. Todo esto se podría evitar si el gobierno revirtiera el rumbo de su política económica. Pero Néstor Kirchner ha decidido lo contrario y no es lógico suponer que cambiará su punto de vista en algún momento. El panorama que tenemos ante nosotros es, por cierto, muy sombrío.

Por supuesto, cuando la crisis estalle, la muerte política del kirchnerismo será uno de sus efectos. ¿Qué puede sobrevenir después? Es imposible predecirlo ahora. No parece probable que el colapso vaya a producirse en forma inminente. Más bien parece probable que el kirchnerismo consiga sostener a flote el barco durante un cierto tiempo más. El hundimiento del navío kirchnerista probablemente vaya produciéndose en forma gradual y no de modo abrupto. La velocidad a la que el agua inunda el buque es todavía lo suficientemente lenta como para darle a sus inexpertos navegantes la oportunidad de creer que con sus métodos podrán evitar el naufragio.

¿Por qué el gobierno no modifica la orientación de su política económica? Simplemente, porque los dirigentes kirchneristas no comprenden que con esta política nos dirigimos hacia el precipicio a pesar de que todos los indicadores así lo señalan. Kirchner se cree Dios y supone que a él no le puede estallar una crisis económica análoga a tantas otras que ha habido en el país en el pasado. Por supuesto, esta conducta revela una psicología patológica. Pero ¿quién puede hacer algo para que la situación cambie antes de que llegue el colapso?

Argentina no va a desaparecer cuando la crisis estalle. Hemos pasado ya por situaciones similares y siempre logramos superarlas aunque nunca definitivamente porque después de algún tiempo siempre terminamos recayendo en errores que nos llevan a la crisis siguiente. También, cada vez que pasa algo similar, renace la esperanza de que en esa ocasión se aplique una política económica apta para promover el desarrollo y el crecimiento y que no se agote en pocos años. No es tan utópica la posibilidad de que una vez extinguido el kirchnerismo se logre un cierto consenso general como para poner un vigencia un sistema económico basado en los principios generales del capitalismo, con mayores o menores dosis de intervencionismo estatal pero dentro de límites que, al menos, no terminen por desequilibrar la economía y lleven al país al colapso.

Los problemas económicos de Argentina no son demasiado difíciles de entender. Todo lo que hay que hacer para que la economía argentina prospere y la calidad de vida de la población se eleve, está escrito en libros cuyos métodos son probadamente eficaces. Para que la economía argentina funcione razonablemente bien no hay que inventar nada raro. Hay, sencillamente, que mantener un orden jurídico que garantice la propiedad, un sistema monetario que mantenga constante el valor del dinero y desregular la economía para que los consumidores, a través de la decisiones que toman en los supermercados, en las tiendas, en los shoppings, sean quienes determinen qué empresas les ofrecen las mejores relaciones calidad-precio y merezcan por ende ser elegidas por ellos. Kirchner hace todo lo contrario de esto y por eso nos encaminamos hacia un colapso que difícilmente podremos eludir. La mejor actitud que podemos adoptar frente a este cuadro es tratar de prepararnos, minimizar sus efectos negativos y tratar, en el momento oportuno, de volver a empezar y de no cometer nuevamente los mismos errores.

Las experiencias anteriores podrían ayudarnos a enfrentar esta nueva crisis que se nos está viniendo encima. Inclusive, es posible que la desestabilización política del kirchnerismo llegue a producirse antes de que el deterioro de la economía llegue a su punto crítico y, de ese modo, podríamos atenuar, al menos en parte, sus efectos negativos. La dificultad para que algo así suceda es que no se percibe quién podría suceder al kirchnerismo si éste se desmorona políticamente. Pero como el estallido de la crisis no parece ser inminente aunque sí inevitable, es posible que la eventual sucesión del kirchnerismo para el caso de que éste se desestabilice, vaya surgiendo gradualmente en forma paralela al aceleramiento del deterioro de la economía. La situación es grave y difícil y habrá que ir monitoreándola en forma constante porque seguramente irán apareciendo elementos nuevos que aportarán nuevos matices al cuadro general. © www.economiaparatodos.com.ar

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