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lunes 9 de agosto de 2010

La Isla de la Fantasía: el éxito del plan UTOPÍA gracias al sistema VERSO

Cómo los controles de precios y ganancias conducen a menos inversión, más desocupación y mayor pobreza.

La Isla de la Fantasía fue una serie de televisión, pero parece ser que gracias a los satélites se ha descubierto que realmente existe y que hasta ahora había pasado desapercibida. En realidad, la historia cuenta que se la conocía de antes, cuando tenía prosperidad y luego desapareció del mapa gracias al populismo desenfrenado. Según algunos historiadores, antes tenía otro nombre, pero unos años atrás una Sociedad Anónima logró quedarse a cargo con la administración de la isla y decidió cambiarle el nombre por el de la Isla de la Fantasía. Para eso creó CAMELO (Comisión Académica de Monitoreo Estadístico Local y Occidental) que se encarga de dar datos muy optimistas sobre la marcha económica de la isla. La idea de la Sociedad Anónima, luego de consultas con expertos en marketing y comunicación, consiste en dar buenas noticias inventadas para crear optimismo entre una población abatida por los problemas de inflación, desocupación, pobreza, indigencia, crisis energética y demás lastres económicos.

La cuestión es que, algo que no era frecuente entre los principales accionistas de la Sociedad Anónima, se vieron involuntariamente involucrados en un debate sobre los problemas de las ganancias empresariales con alguien que pensaba distinto a los accionistas y al que despectivamente llamaban Destituyente.

La accionista que en ese momento ejercía la presidencia de la sociedad dijo: “lo que pasa es que acá hay grandes utilidades para unos pocos. Fíjese que, por ejemplo, los campesinos, que trabajan con el sudor su frente la tierra, tienen que pagar alquileres disparatados a los dueños de los campos, que son una zánganos que no hacen nada y viven de los alquileres que le cobran a quienes trabajan. Eso es una injusticia que voy a reparar”.

Destituyente miró a la accionista en ejercicio de la presidencia y le preguntó: “Señora, ustedes y su socio acaban de declarar ante RAPIÑA (Repartición Acosadora Pro Ingresos de los Ñoquis Asociados) que el año pasado tuvieron más de 5 millones de ingresos en concepto de alquileres de propiedades, más intereses monumentales por millones depositados en los bancos ¿Qué diferencia hay entre esos ingresos y los de los dueños de los campos?”.

La presidenta de la sociedad, que siempre tiene una respuesta para todo, respondió: “¿Ve porque lo llamamos Destituyente? Porque usted siempre se opone, porque trabaja para las corporaciones, la oligarquía vacuna, los pool de siembra, los fondos buitres, el FMI, los medios de comunicación mentirosos y los grupos concentrados”.

“Pero, señora –protestó Destituyente– no me contestó la pregunta.”

La señora acomodó los micrófonos y dijo: “vayamos al punto que estábamos hablando. No me venga con chicanas que ese dinero lo ganamos con mucha imaginación y esfuerzo buscando propiedades que compramos por migajas porque sabíamos que su valor tenía que subir. Esas ganancias son muy transparentes gracias a la visión de mi socio que jamás tuvo información privilegiada a la hora de hacer un negocio. Vayamos al punto que estábamos discutiendo, acá hay gente que gana mucho a costa del hambre del pueblo. Mire a los ganaderos. Esos oligarcas ganan un montón de plata. ¿Qué me propone para terminar con esa injusticia?”.

Destituyente le contestó: “mire, si el negocio ganadero es tan bueno, lo que va a ocurrir es que otros empresarios que buscan rentabilidad van a invertir en ese negocio porque rinde más ganancias que otros negocios en la isla. Por lo tanto, lo mejor es permitir que se vuelquen inversiones en el sector ganadero para que aumente la oferta. Al aumentar la oferta bajan los precios, se crean más puestos de trabajo y la tasa de rentabilidad tiende a igualarse con el resto de los sectores. De esta manera conseguirá tener más carne, el precio será más bajo por la mayor oferta y ya no existirán las ganancias exageradas que tanto le preocupan. Es más, hasta pueden abastecer el mercado interno y al mismo tiempo exportar gracias a la mayor oferta. De esa forma se progresa. Con más inversiones gracias a la búsqueda de utilidades de los empresarios que crean puestos de trabajo, producen y se ganan el favor del consumidor. Las utilidades y el sistema de precios son una guía para que los empresarios destinen los recursos a aquellos sectores en que hay una oferta insuficiente”.

La presidenta del directorio de la S.A. volvió a acomodar los micrófonos y le dijo a Destituyente: “claro, Ud. es uno de esos típicos neoliberales que cree que el mercado lo arregla todo. No se da cuenta de que es un verso eso de la ley de la oferta y la demanda. Además yo sé muy bien qué quiere la gente. Sé qué quiere comprar, en qué calidades y a qué precios hay que producir y vender, por eso puedo definir dónde hay que invertir. Es más, llamen a Willy que debe estar en DEMOLER (Dirección Ejecutiva de Monitoreo Omnímodo de la Libertad Económica Recalcitrante) y díganle que venga inmediatamente porque voy a firmar un DNU para derogar la ley de la oferta y la demanda así no joroban más con esa historia”.

Enseguida apareció Willy y, mirando a Destituyente, le dijo: “¿Qué te pasa a vos, estúpido, con esa historia de la ley de la oferta y la demanda? Yo te voy a explicar cómo se forman los precios”.

Sin respirar siquiera, Willy empezó con su clase: “Lo que yo hago desde DEMOLER es analizar los costos de producción de las empresas y ver si tienen una rentabilidad razonable o exagerada. Si la rentabilidad es exagerada, les hago bajar los precios a las trompadas porque no tienen derecho a poner los precios que se les da la gana. ¿Entendiste, infeliz?”.

Como Destituyente estaba acostumbrado al vocabulario tan florido de Willy lo ignoró y le dijo: “vea, Ud. tiene una confusión. No son los costos los que determinan los precios, sino que son los precios los que determinan los costos. Por ejemplo, el señor que vende los panchos aquí abajo, siguiendo su teoría, podría alquilar un local en U$S 50.000 mensuales, pagarle un sueldo de U$S 20.000 mensuales a su ayudante, viajar en helicóptero desde su casa al negocio, agregar una ganancia del 200% sobre los costos y vender cada pancho a U$S 3.000. Como la gente no está dispuesta a pagar más de $ 3 dólares un pancho, o el señor de acá abajo reduce sus costos de acuerdo a lo que cada consumidor está dispuesto a pagar por cada pancho o la gente se va a comprar los panchos a otro lado”.

Willy, un tipo de pocas pulgas, inquirió: “¿Usted qué quiere insinuar? ¿Que yo estoy haciendo un trabajo al divino botón cuando me paso todo el día revisando las planillas de costos de todos los productos y empresas de la isla?”.

Destituyente le respondió: “Bueno, no sé si al divino botón, pero de lo que estoy seguro es que está entorpeciendo a los que producen. Déjeme hacerle otra pregunta: ‘¿qué es para usted una ganancia razonable?’”.

Willy, que estaba perdiendo la paciencia, explicó: “Querido, la ganancia razonable es la ganancia que no es exagerada”.

Destituyente, entonces, repreguntó: “¿Y qué es una ganancia exagerada?”.

Willy: “La que no es una ganancia razonable”.

Destituyente: “La verdad es que Ud. la tiene re clara. Lo que no es exagerado es razonable y lo que no es razonable es exagerado. Muy científica su definición económica de utilidades.”

Willy: “te lo explico una vez más. Una ganancia es exagerada cuando, por ejemplo, es mayor a la que tiene la misma actividad en Holanda. ¿Ahora entendiste?”

Destituyente prefirió explayarse: “Bueno, pero resulta que en Holanda el empresario tiene previsibilidad en las reglas de juego. Acá, en la Isla de la Fantasía, nunca sabemos si después de producir nos van a dejar exportar, cuántos impuestos vamos a tener que pagar, si vamos a tener energía para que funcionen nuestras máquinas, si usted nos va a obligar a vender a pérdida, etcétera. Usted no puede comparar la calidad de las instituciones de la Isla de la Fantasía con las de Holanda. A más incertidumbre institucional, más rentabilidad se le pide a una inversión. Por lo tanto, más incertidumbre implica menos inversión. Y menos inversión significa menos trabajo y salario real, más pobreza y más desocupación”.

Willy: “¿De nuevo con la cantinela de las instituciones? Dejate de jorobar que acá todos saben que las reglas son muy claras. El directorio de la Sociedad Anónima hace lo que se le canta porque para eso los votaron los accionistas”.

Destituyente: “Justamente porque hacen lo que se les canta es que nadie sabe dónde está parado. Así nunca van a conseguir inversiones y la producción va a ser cada vez menor”.

Willy: “vos dejá que yo me voy a ocupar de controlar los precios para que no ganen cualquier disparate. Voy a establecer precios máximos”.

Destituyente: “Si Ud. pone precios máximos lo que va a ocurrir es que al ser artificialmente bajo los precios de los productos, la demanda aumentará y la oferta disminuirá. Además, los que tienen costos de producción más altos, conocidos como productores marginales, quedan fuera del mercado achicándose más la oferta, se cierran empresas y aumenta la desocupación. Justamente lo que va a conseguir es que queden unos pocos productores y se produzca la concentración de la producción de la que Uds. siempre hablan. En vez de crear prosperidad van a crear más pobreza.”

Llegado ese punto del intercambio de ideas, la presidenta de la S.A. se cansó del debate y decidió tomar la iniciativa: “Terminemos con este divague del mercado, las instituciones y la oferta y la demanda. Avisen que voy a dar un discurso en cadena para poner orden en esto de las ganancias exageradas”.

Frente a un auditorio cómodamente sentado, cada uno de los asistentes, con su choripán y tetrabrick correspondiente, se disponía a escuchar y a aplaudir cuando levantaran el cartel que decía APLAUSOS.

La presidenta de la S.A. dijo: “Buenas tardes isleños e isleñas. Es para mí una alegría anunciarles que, siguiendo con nuestra política social, he decidido adoptar dos medidas. En primer lugar he firmado un DNU derogando la ley de la oferta y la demanda por ser antisocial, antipopular y propia de la dictadura del mercado salvaje (se levanta el cartel de APLAUSOS). Además he decidido controlar las ganancias exorbitantes que tienen los grupos concentrados que lucran con el hambre del pueblo de la Isla de la Fantasía. Para eso hemos creado el plan Utilidades Transparentes, Óptimas y Posibles de los Ingresos Actuales, que lo denominamos plan UTOPIA, el cual será implementado por el eficiente Willy mediante DEMOLER. Hemos decidido que la tasa de ganancia de las empresas tiene que ser razonable, justa, lógica y social. ¿Cómo se establecerán los criterios para que las empresas no abusen con sus ganancias y sean razonables, justas, lógicas y sociales? Muy sencillo, mediante la aplicación del sistema de Verificación Económica de Rentabilidades Societarias Obtenidas, el sistema VERSO desarrollado por Willy. Así que de ahora en más las utilidades serán controladas por DEMOLER mediante el plan UTOPIA gracias al sistema VERSO. Y al que no cumpla la caerá RAPIÑA. Ya verán Uds. como nuestro creíble CAMELO irá mostrando bajas de precios gracias a este plan UTOPIA que vamos a aplicar en beneficio del pueblo.” (Se levanta el cartel de APLAUSOS).

¿Qué pasó en la Isla de la Fantasía luego de aplicarse el control de precios y utilidades? Como los precios eran artificialmente baratos, la gente compraba mucho. Sin embargo, como las empresas perdían plata, dejaron de producir. Es decir, aumentó la demanda y bajó la oferta. Algunas empresas cerraron, otras se redujeron y la desocupación fue aumentando. También hubo empresas que bajaron la calidad de sus productos y el mercado negro floreció, con precios más altos que el mercado oficial.

Otras compañías se fueron de la Isla de la Fantasía y decidieron invertir en Holanda, donde la relación riesgo institucional y rentabilidad era lógica y, además, tenían energía para poder producir y no había un DEMOLER que los presionara con sus amenazas.

La Isla de la Fantasía fue cada vez más pobre porque no solo no había trabajo, sino que lo único que había conseguido el DNU derogando la ley de la oferta y la demanda fue que desaparecieran los productos de las góndolas.

Eso sí, CAMELO siguió publicando todos los meses los índices de precios que mostraban deflación. Y durante los partidos de bochas, que gratuitamente se transmitían por televisión para entretener a la gente, aparecía una publicidad oficial que decía: “Gracias a la acción de DEMOLER y la aplicación del sistema VERSO, hemos logrado que el plan UTOPÍA haga bajar los precios”.

PD: Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia. Esta nota es pura ficción. © www.economiaparatodos.com.ar

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