Es irrebatible que el primer blanco de los gobernantes populistas son las instituciones. Empero, será menester comprender a qué denominamos instituciones y de qué manera nos influye el deterioro de las mismas

La libertad es el condimento fundamental para que exista progreso y civilización en cualquier país. La libertad hace que sea posible la crítica y el disenso, además de fomentar la alternancia en el poder, la diversidad de partidos políticos, de creencias y de ideas. Asimismo, debemos mencionar la relevancia de la descentralización, ya que el poder posee una tendencia natural a concentrarse y el abuso del mismo por parte de los gobernantes tiende a crear dictaduras autoritarias y totalitarias que acaban cercenando la libertad en su totalidad. De esta suerte, la libertad permitirá que las instituciones prosperen en el modo adecuado.

Por instituciones entendemos a las reglas de juego que imperan en un país, aquellas reglas implican que en los países desarrollados el gobierno tiene sus límites acentuados.

El que no es ciego y quiere ver, comprenderá sin mucha dificultad que el populismo ha deteriorado y exterminado las instituciones en nuestra región, ya que su naturaleza radica en el caos de la prepotencia y la autoridad ilimitada.

Para contemplar los resultados de la demagogia populista no hace falta ir más allá de nuestra región. Han sido evidentes las políticas que deben implementarse si se busca la destrucción moral e institucional de un país: he aquí el caso venezolano, cubano, y por el mismo camino se dirige la Argentina.

Gran parte América Latina ha sido desterrada de sus instituciones, y éstas han sido reemplazadas por el estado de ánimo del burócrata estatal que se encuentra a la cabeza del poder. De este modo, es un compromiso comprender la necesidad de solventar nuestro problema institucional. Sólo así podremos resolver el resto de los obstáculos que nos atormentan en el día a dia, tal es el caso de la corrupción y la inseguridad, entre otros. Recuperar las instituciones es la clave fundamental para aliviar la región, y la libertad tendrá aquí un rol principal.

Las claves para recuperar un país y orientarlo hacia la prosperidad son la libertad individual, la economía de mercado y un transparente Estado de Derecho. Cuando las instituciones no se encuentren sometidas al humor de un presidente, integraremos de mejor forma la calidad de las mismas y éstas nos darán respaldo frente al monopolio de la fuerza estatal. Sin instituciones los ciudadanos no gozan de defensa frente al gigantesco aparato estatal que se ha gestado en nuestra región, aparato que además de destruir las instituciones se ha encargado de politizar lo poco que queda de ellas. Allí, donde debería reinar la libertad y el Estado de Derecho, reina un partido político sin alternancia y con plenos poderes para hacer y deshacer a gusto.

Cuando se destierra la institucionalidad, los ciudadanos dejan de creer en el organismo electoral de su país, en los cuerpos que deberían brindar seguridad, o en el órgano encargado de brindar justicia y salvaguardar las libertades individuales. Quizás estos ejemplos nos lleven a un caso muy particular: Venezuela. Algo que puede observarse en este tipo de sociedades donde los ciudadanos conviven bajo regímenes totalitarios y arbitrarios, es la falta de respeto por la ley. Sin embargo, aquí la reflexión tiende a ser: ¨si el gobierno no cumple con las leyes, porque debería de hacerlo yo¨.

Es altamente preocupante la degradación cultural que ha provocado el socialismo al quebrantar las instituciones. Países que otrora fueron destinos de oportunidades para individuos de todo el globo, hoy han caído en la quiebra moral. Sin embargo, no debemos caer en pesimismos. Toda recuperación es posible de la mano de la libertad y el respeto por el individuo en su totalidad. Allí se encuentra el cambio, y las ideas sanas son el elemento principal.

Fuente: www.independent.typepad.com