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jueves 7 de agosto de 2008

La “resurrección” trasandina de Eduardo Duhalde

Con una columna publicada en el diario chileno La Tercera, el ex presidente intenta volver al ruedo político.

Eduardo Duhalde es uno de los políticos que, con sus desaciertos más daño ha hecho a la Argentina en los últimos años. En momentos en que la imagen de la Presidente Cristina Kirchner está por el suelo, Duhalde parece decidido a lastimarla aún más.

Esto ocurre cuando nuestra Presidente se refugia en el escenario exterior (en el que tiene serias dificultades de actuación) recurriendo a las publicitadas visitas a nuestro país de los Presidentes “Lula” da Silva y Hugo Chávez para generar así algo de oxígeno con espaldarazos verbales, Duhalde acaba de pegarle un mazazo desde las columnas de “La Tercera”, de Santiago de Chile.

Una larga vida política

Nacido en 1941, Duhalde no tiene aún canas. Señal de buena vida o de saber engañar. Su primer cargo político de envergadura fue la intendencia de Lomas de Zamora, su barrio, en la que hizo una gestión sobre la que flotó la sombra de vinculaciones con el narcotráfico y el juego que, sin embargo, jamás fueron probadas. En 1987 resultó electo diputado, siempre desde el peronismo. Aliado luego con Carlos Menem, fue su Vicepresidente, cargo que ejerció por dos años para luego alcanzar la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, en 1991, cuyas finanzas dejara, al culminar su gestión, en pésimo estado.

Para algunos Duhalde fue, en diciembre de 2001, el cerebro de los inéditos “empujones” callejeros que alejaran a Fernando de la Rúa y, luego, en Chapadmalal, también a Adolfo Rodríguez Saa de la presidencia que ambos ejercieron. Como consecuencia de ellos asumió (por la ventana del Congreso, en lugar de las urnas) la presidencia de nuestro país. En el 2003, antes de que venciera el mandato que trataba de completar, renunció acosado por un sinnúmero de errores, de todo tipo. Al irse entronizó en el poder al matrimonio Kirchner, al que ahora denuesta.

En el 2005, con motivo de otro caso de nepotismo, o sea con la candidatura de su esposa “Chiche” al Senado de la Nación, Duhalde enfrentó a los Kirchner y se alejó de su sombra.

“Chiche”, aclaremos, es mucho más sensata que su marido, quien desde entonces simuló haberse “retirado de la política”. Por ello su médico personal y su secretario de toda la vida lo “cambiaron” -presurosos- por los Kirchner a quienes, con obsecuencia sin par rindieron inmediata pleitesía, participando en su gabinete ministerial, pese a que éste intentaba abiertamente “congelar para siempre” la carrera política de Duhalde, estrategia a la que no dieron trascendencia alguna, más allá de las décadas de íntima relación antes acumuladas. Quizás por aquello de “muerto el Rey”, seguramente.

El nuevo “Lázaro”

Hoy, advirtiendo el suicidio político de los Kirchner, un Duhalde resucitado parece empeñado en encontrar la manera de “empujarlos” -constitucionalmente- fuera de la Casa Rosada. Por esto aquellos que alguna vez le dieron la espalda hoy se acercan a él, cual moscas a la miel, impulsados por la pavura de quedar, de pronto, fuera del “sistema” al que ordeñan empeñosamente.

Recordemos que Duhalde previamente, con un paso increíble por los escalones más altos de la “integración” regional, intentó mejorar su imagen. La falta total de resultados y la mediocridad más absoluta sugirieron entonces que no podría regresar a la política. Pero en ese peculiar mundo existe ciertamente la resurrección, más allá de las calidades personales. Y Duhalde está de regreso, tejiendo activamente desde bambalinas, por control remoto. Al acecho. Como tantas veces en el pasado.

Lo novedoso es que ahora Duhalde ha comenzado a “hablar” ante los medios. Primero dialoga con los periodistas extranjeros. Los de habla hispana naturalmente, porque (hablando de calidad) Duhalde, como los Kirchner, tiene imposibilidad física de mantener un diálogo fluido en cualquier idioma que no sea el propio.

Comenzó con “La Tercera”, de Chile, que acaba de publicar una entrevista picante, cuyos puntos salientes comentaré enseguida.

Repentinas declaraciones a los medios

• Duhalde comienza su charla periodística con “La Tercera” devaluando a Néstor Kirchner, tarea que obviamente no es muy compleja. Para ello señala que su “error” es el de “creer que el crecimiento es para siempre, sin advertir que es el rebote de una devaluación”. Lo dice porque, como la mayoría de los argentinos advierte que, más allá de la publicidad oficial, el “modelo productivo con inclusión social”, con el que se llena la boca el oficialismo, está deshilachándose aceleradamente; “haciendo agua” por los cuatro costados. Porque el “viento a favor exógeno” se debilita y porque los Kirchner creen que su impulso es innecesario y desmoronan -ex ante- sus efectos desde el populismo resentido más descarado. Duhalde, que los aplaudiera a rabiar (cuando se llenaba de aire caliente sugiriendo que eran su gran “legado” a la posteridad), ahora los critica, tomando distancia de ellos.

• Sobre la confrontación aún no resuelta de los Kirchner con el sector rural, la califica de “absolutamente innecesaria”. Sabe que la Provincia de Buenos Aires (que fuera su bastión) jamás volverá a votar por los Kirchner y sale en busca de renovar su apoyo, ilusionado. Como si todos, amnésicos, pudieran olvidar de pronto quien trajo a los Kirchner.

• En busca de gloria, advierte que el “acierto económico” de los Kirchner se limitó a haberse quedado “con todo el equipo que yo (Duhalde) había formado”. Se olvida de algunos, como Remes Lenicoff y sus “asimetrías”, quien sigue -calladito- en la embajada argentina ante la Unión Europea, tratando que no se advierta cuales fueron los beneficiarios reales del “trabajo sucio” que le tocara hacer en el 2001/02. Pero Duhalde está empeñado en destruir, razón por la cual agrega que el “peor error” de Néstor Kirchner, al que califica de “grosero”, fue cuando decidiera “ser el Ministro de Economía”. A ello adiciona que Kirchner cometió un “segundo error histórico”, el de haber elegido a una persona (Cristina) que no tenía experiencia en funciones de gobierno”, como si ello y no calidad fuera lo decisivo.

• Tratando de disimular, dice estar ahora dedicado sólo a “ir preparando una clase política que se incorpore a cualquier partido. (sic)” “Desgraciadamente, añade, nuestra dirigencia es de una mediocridad absoluta”; todos, aparentemente, al voleo. Está, sostiene (sin advertir que así ofende gratuitamente a nuestros vecinos) “al nivel del Paraguay”, al que evidentemente considera horrible. Aquello de la “paja en el ojo ajeno” y la “viga” inmensa en el propio nos viene a todos a la memoria, automáticamente.

• Con “cola de paja”, Duhalde prosigue la extraña entrevista sentenciando “Cuando tuve que devaluar, dijeron que lo hacía para las grandes empresas”. Confirmándolo, a renglón seguido dice: “Ahí se beneficiaron sobre todo los que se habían financiado en la Argentina”, cuyos pasivos diluyó, trasladándolos insensiblemente a la sociedad toda. Pensando seguramente en los Kirchner, Duhalde comenta a continuación: “Imbécil es el presidente que no quiere a sus grandes empresas. Ahora lo que estamos logrando con el maltrato es que se vayan al Brasil”. Como las exportaciones de carnes y granos, sobre las que en su momento no se preocupara Duhalde, justificando todo lo hecho por los Kirchner.

• Pontificando cual gran oráculo, le dice a la periodista (Natahsa Niebieskikwait): “No se puede gobernar en tiempos de crisis con personas que no tienen experiencia”. “Ella (Cristina) no puede gobernar sin él, no tiene posibilidad”. Horrible. Pese a que la dura crítica proviene de un hombre que, en rigor, dedicó su larga vida política a esconder problemas bajo la alfombra.

• La entrevista se cierra con una pregunta bastante “cargada”. ¿“Habló con Alberto Fernández, tras su renuncia?. “Sí, contesta, le hablé después que lo despidieron”. Mientras tanto, Fernández aclara -a Dios y a María Santísima- que su propio “Jefe” político es Néstor Kirchner. “Así son los muchachos”, diría Duhalde, como cuando sus “ad-lateres” más íntimos, ayer nomás, lo dejaran abandonado, en la más desleal soledad.

Ante sus declaraciones, que hemos simplemente reseñado, no es fácil ser demasiado optimista con el futuro argentino inmediato, si de pensar en Duhalde como posible “hacedor de opciones” se trata.

¿Creerá Duhalde que no tenemos memoria? ¿Que no somos capaces de pensar? ¿Que no recordamos como fue -realmente- su gestión y de la mano de quién llegaron los Kirchner al poder? © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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